La decisión del presidente Biden de suspender su campaña de reelección, dada a conocer después de tres semanas agónicas, dio el disparo de salida a la nueva carrera para medirse contra Donald Trump entre los demócratas.
En las horas posteriores a su anuncio, y con el apoyo de altos líderes del partido, Harris dijo que aceptaría la nominación y lucharía para vencer a Donald Trump. “Me siento honrada de contar con el respaldo del presidente y mi intención es ganar esta nominación. Haré todo lo que esté a mi alcance para unir al Partido Demócrata y unir a nuestra nación para derrotar a Donald Trump y su agenda extrema del Proyecto 2025”.
En menos de 24 horas, los demócratas pasaron de la desesperanza al optimismo. Después de aquel famoso pánico inicial post debate de Biden, y de atravesar una fractura del consenso que ahora mismo tiene otras expresiones, los buenos vientos regresan a sus naves. Casi el 80 % de sus votantes han aprobado sin reservas que Harris pase al frente. Y en menos de 24 horas fluyeron donaciones por más de 80 millones de dólares, un verdadero récord (a la fecha el acumulado es de más de 100 mil).
En efecto, destacados legisladores, líderes y figuras demócratas se han alineado rápidamente con ella, y hasta el momento nadie ha anunciado que competirá en su contra. La periodista Margaret Brennan, de CBS News, dejó saber el domingo pasado en su programa que había escuchado lo siguiente de fuentes importantes del partido: “Me dijeron que cualquiera que quisiera desafiarla estaría cometiendo un suicidio político después de que Joe Biden la respaldara apenas unos minutos después de anunciar que no iba a buscar la reelección”.
Sin embargo, en un momento determinado se corrió la voz de que el senador de Virginia Occidental Joe Manchin –un centrista que abandonó el partido para convertirse en independiente–, estaba considerando postularse. Fuentes anónimas hicieron circular la idea de que este político, un crítico frecuente de la administración Biden, estaba considerando volver a unirse a los demócratas para rivalizar con Harris por la candidatura. Pero el propio Manchin acaba de desestimarlo: “No necesito eso en mi vida”, dijo.
Por otro lado, otros demócratas que habían sido mencionados como candidatos potenciales para reemplazar a Biden han respaldado a Harris. El gobernador de California, Gavin Newsom, rápidamente escribió en X: “Duro. Valiente. Tenaz. Con nuestra democracia en juego y nuestro futuro en juego, nadie es mejor para procesar el caso contra la visión oscura de Donald Trump y guiar a nuestro país en una dirección más saludable que la vicepresidenta de Estados Unidos, @KamalaHarris”.
Uno de los demócratas más jóvenes, el actual secretario de Transporte, Pete Buttigieg, hizo lo mismo diciendo que “había visto su extraordinario liderazgo de primera mano”. La gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, no la respaldó directamente, pero si en la entrelínea: “El presidente Biden es un gran servidor público que sabe mejor que nadie lo que se necesita para derrotar a Donald Trump”.
Mas recientemente, llegó el apoyo de Nancy Pelosi. “Hoy, con inmenso orgullo y optimismo ilimitado para el futuro de nuestro país, apoyo a la vicepresidenta Kamala Harris para la presidencia de Estados Unidos”, dijo en un comunicado. Harris también ha obtenido el respaldo de los líderes de varios caucus y de organizaciones políticas influyentes.
El presidente del Comité Nacional Demócrata, Jaime Harrison, dijo que el partido seguirá adelante con la selección de un candidato esta semana. “En los próximos días, el Partido emprenderá un proceso transparente y ordenado para avanzar como un Partido Demócrata unido con un candidato que pueda derrotar a Donald Trump en noviembre. Este proceso se regirá por las reglas y procedimientos establecidos. Nuestros delegados están preparados para tomar en serio su responsabilidad de presentar rápidamente un candidato al pueblo estadounidense”.
Los candidatos a vicepresidente
“La selección de un compañero de fórmula por parte de un candidato presidencial indica qué tipo de campaña y administración se quiere”, ha escrito con razón un analista. “La selección de Harris por parte de Biden, en 2019, indicó que valoraba a los votantes negros que lo impulsaron a la nominación demócrata a la presidencia y a las votantes suburbanas que se habían unido a la coalición anti-Trump. La selección de Vance por parte de Trump muestra que valora a un individuo que comparte su ideología y que hará crecer su base”.
Algunos medios han venido ofreciendo la relación de posibles candidatos a vicepresidentes demócratas, muchas veces hasta diez. Pero se trata de una lista mecánica, toda vez que no considera los descartes. El primero consiste en que, con Harris a la cabeza, en las actuales coordenadas el número 2 difícilmente podría ser otra mujer, lo cual deja fuera del círculo a la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer. El segundo es que tampoco podría ser un hombre negro, lo cual excluye a Wes Moore, el gobernador de Maryland.
Expertos y observadores varios han venido subrayando la posibilidad/necesidad de seleccionar como compañero de fórmula a un hombre blanco, liberal y moderado para balancear la imagen de Kamala Harris como una mujer de izquierda, negra y asiática del sur, es decir, para “enfriar” la candidatura sabiendo de antemano que Trump la va a atacar/presentar como “una izquierdista radical con una risa loca”.
Aunque esos finalistas pueden tener variaciones, voy a marcar a los que les veo más posibilidades y a fundamentar brevemente por qué. Tres gobernadores y un senador, cada uno con buenas credenciales y ejecutorias:
El gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro. Considerado una estrella política en ascenso, está en su segundo año como gobernador de después de derrotar en 2022 ampliamente a Doug Mastriano, un candidato de extrema derecha respaldado por Trump. Su selección podría aumentar las probabilidades de que los demócratas ganen el estado (tiene 19 votos en el Colegio Electoral, la mayor asignación entre los swing states) y por consiguiente la Casa Blanca.
El gobernador de Kentucky, Andy Beshear. Ha ganado campañas reñidas para la gobernatura de ese estado en 2019 y 2023, derrotando en ambas ocasiones a republicanos apoyados por Trump. Abogado de profesión, antes ganó las elecciones como fiscal general.
El gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper. Ha ganado seis elecciones estatales a lo largo de dos décadas en ese estado, donde los republicanos prevalecen y controlan la legislatura. Tiene fuertes índices de aprobación en un estado políticamente competitivo gracias a una economía en auge de la que su administración se atribuye el mérito. Sirvió junto a Kamala Harris cuando ambos eran fiscales generales. Cooper también ha sido portavoz de la campaña Biden-Harris. A sus 67 años, sería más bien un estadista mayor escoltando a Harris, al igual Biden cuando Obama lo eligió.
El senador Mark Kelly de Arizona. Un ex astronauta duro en cuestiones fronterizas, lo cual podría ayudar a ripostar los ataques que recibirá a Harris como “cómplice” de la inmigración ilegal por la frontera sur. Está casado con Gabby Giffords, quien en 2011 recibió un disparo en la cabeza en un intento de asesinato mientras era congresista. Después de recuperarse, fundó un grupo de seguridad de armas que lleva su nombre. Su presencia en el escenario nacional junto a su esposo amplificaría y le daría fortaleza a un tema importante para los demócratas: el control de armas.
El discurso de unidad de los demócratas funcionó. Harris llegará a la boleta al cabo de este refrescante tsunami de espuma. La pregunta maestra es entonces quién estará a su lado el 19 de agosto en la Convención de Chicago.