La elección de un vicepresidente no ha sido nunca un acto festinado. Supone elegir entre varias opciones la más conveniente y necesaria para alcanzar la victoria electoral y, en definitiva, la Casa Blanca. Sobre todo, establece los énfasis y prioridades del nuevo Gobierno.
La de Kamala Harris ha sido atípica. Como se conoce, Harris no estaba llamada a competir por el cargo hasta que el presidente Biden decidió renunciar a su reelección en medio de una crisis de consenso que puso a los demócratas en estado de pánico ante una posible victoria aplastante de Donald Trump, con sus correlatos en la Cámara y el Senado.
Esta vez la elección recayó sobre el gobernador de Minnesota, Tim Walz. El clásico dark horse que de pronto sale de atrás y finalmente se impone: otra gran sorpresa de los demócratas en este proceso sui generis.
Kamala Harris solo tuvo dos semanas para decidirse, pero su elección no vino de la nada. Es el resultado de una acción cuidadosamente calibrada que es y a la vez no es personal.
En cuanto al tema Cuba, si bien no ha formado parte de este proceso, como representante y gobernador de Minnesota, Walz ha sido partidario de levantar el embargo/bloqueo, defensor de la libertad de viajar a la isla y partidario de la ventas de productos agrícolas, alineándose con las políticas de la Administración Obama y respondiendo a los intereses del agrobussines en su estado natal.
El proceso
Poco antes del anuncio de ayer en Filadelfia, varios asesores de Harris y colaboradores suyos empezaron a calibrar los temas de la campaña y a manejar nombres de sus posibles compañeros de fórmula. Llegaron a una primera conclusión: tendría que ser un hombre blanco de mediana edad para balancear, siguiendo con ello la huella de Barack Obama cuando eligió a Joe Biden como compañero de fórmula.
Inicialmente se seleccionaron nueve nombres al cabo de un proceso investigación dirigido por el ex fiscal general de Obama, Eric Holder, y por la ex asesora de la Casa Blanca Dana Remus. De acuerdo con varias fuentes, el jueves pasado ya estaban listos para llevar a cabo las entrevistas individuales con los finalistas. El sábado, el equipo redujo los candidatos a tres: Tim Walz, Josh Shapiro y Mar Kelly, a quienes se les orientó prepararse para un encuentro personal con la candidata el pasado fin de semana.
En efecto, la elección no pudo sino sorprender a muchos demócratas, incluidos algunos de los principales donantes del partido. Hasta hace apenas unos días, Walz era casi desconocido a nivel nacional, si bien estuvo en el centro de atención después de llamar a Trump y a los republicanos “tipos raros”, etiqueta que ha prendido entre las huestes demócratas y en la propia campaña de Harris.
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Razones del elegido
El hecho de que hoy Walz figure en la boleta se debe, en primer lugar, a la idea de que su figura serviría para conectar con los votantes blancos de clase trabajadora en estados clave del Medio Oeste. Y, por consiguiente, que ayudaría a aumentar el apoyo en los estados del llamado “muro azul” (Wisconsin, Pensilvania y Michigan), bastiones demócratas durante mucho tiempo, hasta que Trump los viró al revés en 2016 y Biden los reconquistó cuatro años más tarde. Por ahí pasará, probablemente, el camino a la victoria en las urnas, pero hasta ahora las encuestas muestran que están en disputa.
En segundo, Walz tiene en su expediente haber sido el primer gobernador en firmar leyes protegiendo el derecho al aborto después de que en 2022 la Corte Suprema eliminara Roe v. Wade. Esto lo convierte en un defensor de los derechos reproductivos, uno de los temas duros de la campaña. Ha despuntado además por apoyar a grupos y derechos LGBTQ+ y por haber hecho de Minnesota un santuario para ellos. Como gobernador, convirtió su estado natal en uno de los primeros en garantizar el acceso a la atención médica que afirma el género y firmó leyes prohibiendo la llamada “terapia de conversión”.
“Esa historia abarca el tipo de aliado que Tim Walz es y será como vicepresidente de los Estados Unidos. En el Congreso y como gobernador, Tim siempre ha defendido lo que es correcto, incluso si eso no lo convirtió en la persona más popular en la sala. Su apoyo a la comunidad LGBTQ ha sido firme. Y en un momento en que los estadounidenses LGBTQ han sido atacados por los extremistas de MAGA, necesitamos aliados fuertes ahora más que nunca”, dijo la American Civil Liberties Union (ACLU).
En tercer lugar, se trata de un candidato proveniente del mundo rural, humilde, muy cerca del estadounidense de pie, si esto existe, carismático, directo, de lenguaje coloquial y muy funcional si se trata de contrarrestar la imagen populista del candidato a vicepresidente de los republicanos, JD Vance. También cuenta su posible su impacto sobre republicanos moderados y opuestos a Donald Trump, empezando por los nevertrumpers.
Por eso un observador comenta que los demócratas “necesitaban alguien que les diera a los votantes republicanos moderados un lugar al que ir. Esos votantes de Nikki Haley que dicen: ‘Dios, JD Vance es aterrador y Trump es horrible, pero no estaba realmente seguro de que Biden pudiera hacer el trabajo, y no estoy seguro de que ella pueda hacerlo’”.
La campaña de Trump acudió a descalificaciones ideológicas al describir a Walz como un individuo “peligrosamente liberal” y argumentar que sus credenciales hacen que la candidatura Harris-Walz sea “demasiado izquierdista” para los estadounidenses. Han emergido las clásicas mentiras demonizadoras, entre ellas que las leyes de Walz autorizaban operaciones para la reasignación del sexo sin autorización de los padres.
En definitiva, la nueva movida coloca sobre la mesa la última pieza del rompecabezas electoral demócrata, da el disparo final para la carrera y pone la alfombra para la Convención de Chicago, a celebrarse en algo más de una semana.
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Los demócratas no se bajan de la cresta en que los ha puesto la figura de Kamala Harris, y siguen aportándole alegría al proceso electoral. Después del mitin de ayer martes 6 de agosto, en el que Walz fue presentado por Harris, ambos pasarán los próximos días haciendo campaña por todo el país, visitando estados en disputa, incluidos Michigan, Wisconsin y Nevada.
La selección de Walz siguió energizando a los demócratas, unidos en su apoyo al nuevo candidato tanto entre los moderados como entre la izquierda. En cuanto a los republicanos, continúan contra la pared después de haber desaparecido del mapa el paroxismo voluntarista y triunfalista de aquella Convención de fanáticos y miembros del culto.