Los estertores del mercado concentrador “El trigal”, fueron a la vez los dolores de parto del relanzamiento de la empresa estatal Acopio, una especie de Ave Fénix que ha sido el intento de solución recurrente del MINAGRI (Ministerio de la Agricultura), o de quien dirige la agricultura en Cuba, a los problemas de la comercialización (contratación, beneficio y distribución) de los productos agrícolas desde que mi amigo Goyo y yo, hace muchísimo tiempo, nos dedicáramos a “robar mangos” en la Finca de Morejón, famosa por aquella época en mi pueblo. Lo hacíamos menos para comer y mucho más por la aventura. Acopio nos acompaña para nuestro bien o para mal desde aquella época remota.
Parto de la presunción de que todas y todos, los trabajadores de Acopio son buenas personas, conscientes de su trabajo e imbuidos del valor social del mismo y lo hago extensivo a todas y todos los trabajadores de la agricultura, incluyendo al Ministerio. No es un problema de mujeres y hombres, aunque los involucre. Es un problema de conceptos.
Acopio ha sido la fórmula, el mecanismo, la organización que se ha dado el MINAGRI y los decisores para “garantizar”, entre otras cosas, control sobre la producción y los productores, sobre la distribución y los consumidores y porque quizás no encuentran una alternativa mejor. Acopio es el monopolio de la contratación, del acopio y distribución de los productos agropecuarios a lo largo, ancho y profundo del país.
Tiene en su haber infinidad de artículos en periódicos nacionales y provinciales, una buena parte de ellos poniendo de manifiesto su dificultad para “servir” bien a sus clientes, ya sea, porque deja “colgados” a los campesinos y los productos se pudren en el campo, o porque luego de recoger sus productos los deja en los camiones por días (recuerdo aquel reportaje de hace muchos años de los plátanos echados a perder por toneladas) o porque paga precios al productor que nada tienen que ver con los costos de producción en una época en que un jornalero que trabaja media sesión puede cobrar más de cincuenta pesos diarios, más el almuerzo, más una jaba de productos a la semana. O porque sencillamente demora el pago al campesino, quien no recibe tampoco compensación por esa demora. Acopio hoy es una OSDE (Organización Superior de Dirección Empresarial), un grupo empresarial subordinado al Consejo de Ministros y “atendido” por el Ministerio de la Agricultura. Pero Acopio es solo la punta del iceberg.
Una serie de tres artículos bajo el título: ¿Producir todos los alimentos que necesitamos con la misma economía, con las mismas estructuras y haciendo lo mismo? publicados los días 18, 22 y 26 de junio, de la autoría de dos colegas, nos ponen a pensar en los que hay debajo de la superficie. Claro que quizás lo que más avivó nuestras neuronas fue la mesa redonda donde comparecieron tres de las organizaciones protagonistas en la producción de alimentos en Cuba: MINAGRI, AZCUBA y el MINAL. Luego vendría un reportaje esperanzador sobre la reunión de los más altos dirigentes del país con los compañeros que trabajan /dirigen los centros de investigación asociados a la producción de alimentos.
Buscando debajo del iceberg
Es cierto que nos apura que se llenen las tarimas, pero es conveniente entender lo esencial: la economía política de la agricultura en Cuba, la relación entre los que participan en el entramado que es la producción agropecuaria e industrial de alimentos en Cuba. El Estado (representando al dueño, que es el pueblo) usufructúa a través de sus empresas la mayor cantidad de tierra en Cuba, y aun tiene sin cultivar una buena parte de ellas, cultiva con niveles de productividad muy bajos otra parte, prioriza en la asignación de recursos a sus empresas y produce una parte minoritaria de los alimentos. Los campesinos privados que, con una parte minoritaria de la tierra, soportando precios de compra de sus productos que muchas veces no compensan los costos, produce la parte mayoritaria de los alimentos. ¿Queremos acaso mayor contradicción que esta? Quien maneja y, de hecho, posee la mayor cantidad de tierras es quien menos la hace producir y quien menos rendimiento obtiene y además mantiene una buena cantidad de ella sin cultivar y demora la entrega de tierra a quien quiere y necesita trabajarla. Tampoco hay una política pública adecuada que incentive a aquellos que ya la recibieron y ocupan unos dos millones de hectáreas, muchas veces sin los recursos que necesitan.
Si calculamos diez hectáreas por persona de las solicitudes que faltan por procesar serían 102 150 hectáreas de tierra que ahora no producen nada. ¡Cuánto producto dejado de producir en un año! Pongámosle números:
¡Tener tierras sin cultivar cuando no hay suficientes alimentos! No es un problema surgido con la COVID-19, llevamos arrastrándolo muchos años. Multipliquemos esas cantidades de productos no producidos por los últimos cinco años. En 1959, en apenas unos meses se entregaron miles y miles de hectáreas de tierra a más de 100 000 campesinos.
En 2018 Cuba importó 812 333 toneladas de maíz, con un costo de 273 247 000 dólares; 496 120 toneladas de arroz y pagó 198 843 000 dólares y 329 529 toneladas de torta de soya gastando en ello 152 385 000 dólares. También se puede sacar la cuenta de cuanto se hubiera podido ahorrar en cualquiera de esos productos, digamos maíz, si las hectáreas solicitadas y aún no entregadas hubiesen sido cultivadas. Entonces se habrían importado solo 568 194 toneladas de maíz y se habría podido ahorrar 191 125 000 dólares ¡solo en un año! Tener tierras ociosas no es para reír.
Las estructuras que tienen que ver con la producción de alimentos en Cuba y que, en mi opinión no es únicamente el MINAGRI1, concentran y centralizan la comercialización de los productos en un monopolio estatal, centralizan y monopolizan también la comercialización de los insumos, administran los precios, muchas veces divorciados de los costos, demoran la entrega de tierras no cultivadas, han convertido a las cooperativas de crédito y servicios en intermediarios, intermedia con empresas de poca eficiencia y también monopólicas entre los productores y los mercados externos y no logran cambiar radicalmente esa situación, manteniendo estructuras que reproducen modos de hacer arcaicos y divorciados de la realidad.
Esas estructuras, además, disponen de uno de los más poderosos sistemas de ciencia y tecnología con propósito agropecuarios de América Latina, de la fuerza de trabajo mejor calificada probablemente de la región, capaz de colocar sistemas de producción, tecnologías y servicios en otros países del mundo que lamentablemente no son aprovechadas plenamente en el nuestro. No es por falta de ciencia y de investigadores que seguimos empantanados intentando producir alimentos.
Vayamos por pasos; quitemos los burós de encima de los campesinos, entreguémosle toda la tierra que necesiten, apalanquémoslos con créditos blandos, dejémosles usar su sabiduría, ganada día a día en el surco. Juntémoslos con los científicos, permitamos que se acerquen a los consumidores finales, cubanos y extranjeros, mejoremos y actualicemos los incentivos. Hagamos menos dependientes a los territorios, impulsemos la creación de cadenas cortas de suministros y promovamos alianzas entre el sector público y el sector privado que reduzcan los costos de transacción de esos procesos.
En nuestro país hubo una Revolución que empezó por la agricultura, que se fajó con los americanos por haber nacionalizado la tierra, que le entregó parte de la tierra a los campesinos, que les enseñó a leer y escribir y posibilitó que sus hijos e hijas fueran médicos e ingenieros, que les permitió acceder a hospitales y para aquella época modernizó el campo cubano, llegando a tener más tractores por hectárea que muchos países de Europa, que ha formado miles de ingenieros en especialidades agropecuarias. Utilicemos las fortalezas no le pongamos más obstáculos.
***
A finales de 1987, mi hijo tenía pocos meses de nacido, yo montaba mi bicicleta china, una Flying Pigeon a prueba de sacos y me iba hasta el casi cercano poblado de Alquízar (a más de 25 km de mi pueblo) y sus fincas colindantes a buscar malanga para la criatura. En el recorrido me acompañaba la idea de que cuando nacieran los hijos de él (mis nietos), mi hijo no tendría ya que hacer ese trayecto. Camila, su hija, nació hace una semana, el detalle es que parece que la malanga sigue arisca, pero también que cuesta trabajo encontrarla, incluso en Alquízar, que ya no tengo bicicleta y que ha transcurrido la friolera de 32 años. Ah, y está más cara también.
***
1 Tampoco aquí es un problema de los hombres y las mujeres que trabajan en esta organización
Parece que ésta es a sección del humor.
Esperando lo mejor por todos.
Y
Otra de las autopsias del Dr Triana. Ya que hablamos de entrega de títulos de tierras, ahora el trabajo es más fácil. En 1959 quitamos y entregamos. Ahora sólo debemos entregar. Tenemos tanto miedo, que nos asusta una 3ra o 4ta Reforma Agraria. Profe Triana, este debate es tan viejo que todavía le echamos la culpa a Colón. Sólo espero que no tengan que pasar 528 años para ver florecer los campos de Cuba
Profesor Triana cuando mi hermano nació 1966 mi padre me cuenta que mi madre se preocupaba porque ya se veía ciertas carencias y problemas de suministros como por ejemplo de leche, entre otras cosas, y mi padre le dijo no te preocupes que todo va a ir bien y nuestros nietos iban a disfrutar de la leche por la libre, en ese prospero país del discurso oficial de siempre, bueno, sus nietos es decir mis hijos, nacieron en la década del 90 así que ya usted sabe yogur de soya por leche, pollo por pescado y salir igual que usted en bicicletas para Habana campo a buscar lo que apareciera. Después un día allá por el 2002 ya con dos hijos logre irme de Cuba en esa siempre carrera de prueba y error que representa emigrar de la tierra que te vio nacer.
Y no hace mucho, medido en “tiempo revolucionario” que usted sabe que entes con el CAME se media en quinquenios y ahora con la “CAMANCOLA” en decenio, todo será para el 2030, planes, resultados y claro esta sabernos engañados, pues hace 12 años que el general presidente Raúl Castro en su discurso del 26 de julio de 2007, señaló “Hay que borrarse de la mente eso de los siete años, llevamos cincuenta años diciendo que hasta los siete años; hay que producir leche para que se la tome todo el que quiera tomarse un vaso de leche, y hay tierra para producirla aquí”, y me dije coño que bien alguien con power se dio cuenta, en el 2010 cambiaron al ministro de la agricultura organismo en el que trabajaba y conocía bastante, pero lo que nunca ha cambiado es el Ministerio de la Agricultura, sus métodos y formas de administrar lo que ha de producir la comida del pueblo.
Respetado profesor, la cuenta de los 191 125 000 dólares, ahorrados no tiene en cuenta el costo de producción de ese maíz en Cuba, de verdad nos ahorraríamos tanto?.
Otro detalle, las bicicletas Flying Pigeon comenzaron a llegar a Cuba en 1991. Y en el 87, la malanga no era tan escasa.
Sería bueno que aportará los números de lo que produce en el campo el estado y los campesinos, porque no creo que sea tan literal que el estado produzca menos (en toneladas)
La expresión Trabajar para acopio, no es para nada fortuita o carente de sentido,sino todo lo contrario.
Sus explicaciones siempre llenas de luz sobre cada asunto al que se refiere, y sin hacer leña del árbol caído, cada sector de la vida econòmica del país presenta situaciones similares, yo creo que Cuba necesita reingeniería para sus instituciones, y la necesita ya, porque la presente crisis nos brinda la posibilidad de reinventarnos y salir victoriosos o por el contrario, bajar varios escalones en cuanto a situación economico-social respecta, y no estamos para darnos ese lujo. Espero sepamos sacar lo bueno de lo “malo”.
Lo cierto es que aunque el costo sea el mismo , no dependeriamos del barco , ni del bloqueo. Lo triste del problema, es que en 61 años no hemos sido capaces de resolver los frijoles ni el arroz que necesita nuestro pueblo
Las bicicletas Flying Pigeon no entraron a Cuba sino hasta el año 1992. Como es que ya usaba una a finales de 1987, justo el año de mayor prosperidad y donde los suministros y alimentos abarrotaban los comercios sin necesidad de pedalear 25 kilometros para encontrarlos? Algo aqui no encaja.
Que haya que producir ok. Que podemos dejar de importar ok, tambien. Pero hay que ver quien trabaja las 110 mil ha pq a la mayoria de los que pueden no le gusta estar al sol y menos la tierra, lo cual es durisimo. Lo haria usted?
Estamos!
Una clase magistral más del profesor Triana, amén de que los números estadísticos difieran (un poco), la realidad reside es que el Estado (o el Gobierno) tiene que decidir en estos momentos de ‘agudización severa’ de la crisis económica que debe sopesar más Control vs. Productividad. Ese control estatal avalado por disímiles regulaciones: Acuerdos, Resoluciones ministeriales, Decretos, Decretos-Leyes y Leyes. Una vez un colega jurista me comentaba que Cuba era una de las naciones latinoamericanas con más regulaciones jurídicas (y que casi ninguna se cumplían o coludían unas con otras). Al final lo que debe primar es el alimento y es esencial producirlo en Cuba.
Claras palabras que estimulan al razonamiento. Demostrado está que tenemos que cambiar, de forma tal, que se pudiera equilibrar un poco la oferta y la demanda. Existen hoy varios segmentos de mercado, el mayor, el cuentapropista, que se lleva la rapidez en la rotación de mercancías en todas las cadenas minoristas, logrando el desabastecimiento en el mercado generalmente. Se necesita urgente se creen almacenes mayoristas para cubrir esta demanda, y liberar la tensión en el nuestros mercados, hasta el momento se han nutrido de las ventas minoristas, entonces sí se puede.
La agricultura, es otro tema, se conoce del tema pésimo de la logística en nuestro país. Por lo tanto hay está el camionero cuentapropista, transportando los productos agrícolas a nuestros agros, estatales y particulares. El campesino da la mercancía a un precio de costo inferior, el transportista un porciento superior al arribo en el agro, luego los vendedores un porciento mas elevado. Tenemos el caso de malanga, que donde mas barata la vi fue a $ 8.00 la libra, una piña no muy grande, sino de aquellas que costaban $5.00 cup, hoy valen $ 1.00 cuc o 25 pesos. Entonces el pueblo no debe culpas, debemos poder standarizar precios. Al final el campesino bajo sol y lluvia siembra y cosecha y sus precios son asequibles, entonces muchas personas viven de su sacrificio, y nosotros casi sin poder obtener muchos productos agrícolas necesarios.
En fin que las importaciones deben disminuir, y mas en productos que hoy el país pudiera producir y exportar, pero para ver los resultados de la producción interna, hay que chapear bien bajito.
Otro Problema de Cuba, es la gran estructura estatal, El Ministerio de la Agricultura tiene muchas empresas y Unidades basicas de producción, por ejemplo en AZCUBA existe una que se llama Atención a productores(APA) ahi esta toda la maquinaria moderna tractores y combinadas, para darle servicios a los agricultores llamase UBPC, CPA, o CCS, pero este servicio es carisimo, que se debe hacer desaparecer todos estos intermediarios y darles la maquinaria a los productores, igual pasa con los camiones que tiran la caña al central, desaparezcan esa UEB que es parasita y darles esos camiones a las unidades productoras, En general muchos enlaces en el Ministerio de la Agricultura, todo son parasitos y hacen mas caro el costo y al final quien paga es el campesino, lo mismo pasa con Acopio, a nadie le duele que se pudra un camión de platano o Frutabomba, esta pasando nadie ve eso, quiten acopio que esta de mas. Gracias