Sin dudas, este ha sido un año muy duro. Para todos, para el pueblo de Cuba todo, que ha visto aún más recortados sus ingresos y los servicios, desde el transporte hasta la electricidad y, por lo tanto, percibe que el día a día va en sentido contrario a la prosperidad.
Para el gobierno también, que ha tenido que enfrentar más restricciones derivadas de esa combinación fatal que es el bloqueo y, en parte como resultado de este, pero no solamente por ello, por el mal desempeño de la economía.
Para los “actores económicos” también ha sido un mal año: siguieron encerrados en una jaula regulatoria que cuesta trabajo entender. Sobre todo cuando se reconoce que no hace falta una ley de empresas —otra vez postergada— para que las empresas estatales puedan hacer un sinnúmero de cosas. Esto es una absoluta verdad, si se otorgara a las empresas estatales lo que desde hace tantos años necesitan.
Pero bien, pasó 2024, luego de tres desconexiones eléctricas totales e infinitas desconexiones parciales territorialmente localizadas. Y sí, siempre es bueno pasar revista a lo hecho y lo no hecho, a lo planeado y alcanzado y a lo no alcanzado, a sus causas y también, por qué no, a sus causantes; y no hablo de personas, sino de instituciones, o sea, de políticas e instrumentos, de su coherencia, de su consistencia, de su secuencia, de su oportunidad de acuerdo a estos tiempos.
No tengo ninguna duda de que el aparato de gobierno ha trabajado. Sin embargo, tal cual se afirma en el informe del primer ministro, no se alcanzan los resultados necesarios, algo que también ocurrió el año pasado y el antepasado.
Todo el esfuerzo realizado no ha permitido que el pueblo, todos nosotros, sintamos alguna mejora. El PIB, por segundo año consecutivo, volverá a estar en números rojos, y la disponibilidad y acceso a bienes y servicios fundamentales empeoró, a pesar de las decenas de programas que se han implementado.
Entonces, varias preguntas caen por su propio peso: ¿han sido eficaces —entendida eficacia como capacidad de lograr el efecto que se espera— esos programas?
Si atendemos a la evaluación de los objetivos de 2024 hecha por el propio primer ministro, entonces habría que decir que el balance es negativo y, por lo tanto, habría que responder que no, que esos programas no han sido eficaces.
La otra pregunta también cae por su propio peso, ¿y por qué seguir empeñados en hacer lo que no da resultado? ¿Acaso estos tres últimos años de “resultados” no son una prueba irrefutable de que hay mucho que cambiar y que seguir demorando algunas medidas porque no es el momento adecuado —por ejemplo, la ley de empresas— ocasiona muchos más costos que los “riesgos” de implementarla?
Es cierto que varias de las medidas necesarias y muy urgentes son complejas y exigen conocimientos técnicos para su ejecución y también tienen una lectura “política” —desde hacer swaps de deuda, muchas veces y de forma errónea identificado como “cesión de soberanía”— hasta aquella otra aprobada ahora y que tiene que ver con eliminar obstáculos que desestimulan los flujos de inversión extranjera.
Estas y otras se han demorado tanto que los costos han sido enormes y los pagamos todos, mientras la responsabilidad se diluye como una cucharada de sal en un vaso de agua.
Pero bien, pasó 2024. Sin dudas queda por hacerle la macroeconomía forense.
Pensemos mejor en 2025. La proyección del gobierno es crecer un 1 %. Significa partir desde una economía que en los últimos cinco años exhibe una tasa de crecimiento negativa; siempre una buena noticia, aun cuando ese crecimiento del PIB apenas tenga un impacto real en la situación de las familias cubanas.
Para este año, los objetivos priorizados de la economía han sido definidos como sigue:
1- Seguir avanzando en la implementación del Programa de Estabilización Macroeconómica, con acciones que aporten a la reducción paulatina de los desequilibrios existentes.
2- Incrementar los ingresos externos del país
3- Incrementar la producción nacional.
4- Asegurar los recursos para la Defensa y Orden Interior.
5- Recuperar con gradualidad el sistema electroenergético nacional (SEN), a partir de la implementación del Programa de Gobierno aprobado.
6- Atender las prioridades de las políticas sociales, Salud, Educación, con especial atención a las personas, familias, hogares y comunidades en situación de vulnerabilidad.
7- Incorporar con prioridad y oportunidad los aportes de la ciencia, la tecnología y la innovación en la recuperación de la economía.
Existe una similitud considerable entre estos objetivos y las estrategias definidas para 2024.
Todavía hoy, para una parte considerable del pueblo cubano, el Programa de Estabilización Macroeconómica sigue siendo una especie de pila de agua de la cual de vez en vez gotean algunas medidas, pero lamentablemente no se alcanza a conocer en toda su magnitud, ni cuáles serían sus metas, plazos y secuencias de sus medidas. Es complejo hacer algo así, pero ayudaría a todos.
El segundo objetivo es decisivo, pues Cuba necesita DINERO, y una parte de ese dinero tiene que venir del comercio exterior. Se ha planificado un crecimiento del 10 % (968,9 millones de dólares de incremento) de las exportaciones totales, de los cuales 658,9 millones corresponden a bienes (67,9 %) y 310 millones corresponden a servicios (33,1 %).
Las exportaciones de níquel más cobalto y las de tabaco torcido parecen liderar los incrementos en las exportaciones de bienes. En ambos casos, el reto por alcanzar los niveles de producción que garanticen dichas exportaciones es considerable si tenemos en cuenta los recortes en insumos y energía, que aún tendremos en 2025. Pero ambos son mercados establecidos y la evolución de los precios del nique ha mostrado cierta estabilidad entre los 15 400 y los 16 200 usd/ton, mientras el tabaco, al menos en su segmento premium, sigue siendo un mercado dinámico.
La sorpresa es que se planea exportar unas 30 mil toneladas de azúcar, contando con un incremento de la producción de azúcar de 299,8 mil toneladas de azúcar crudo, luego de varias zafras fallidas.
Los ingresos por la exportación de servicios médicos en 2025 crecerán menos del 1 % con respecto al estimado de 2024; el turismo se planea que lo haga en un 10,5 %, y los ingresos por servicios aeroportuarios alcanzarán un crecimiento del 17,7 % acorde a un esperado incremento de los arribos de turistas al país: 2,6 millones de visitantes, 17 % de incremento respecto al estimado de 2024.
Es bueno recordar que el turismo viene incumpliendo sistemáticamente los pronósticos de arribo de turistas, los niveles de ocupación lineal permanecen muy bajos y el ingreso por turista tampoco resulta mucho mejor que el de años anteriores, por causas archiconocidas. La próxima presidencia de Donald Trump arroja incertidumbre sobre el comportamiento del sector, lo que, combinado con las falencias en calidad e infraestructura, hace aparentemente difícil cumplir semejante pronóstico.
De esta suerte, las exportaciones de bienes serán decisivas en el cumplimiento de las expectativas de incrementos de los ingresos por exportaciones.
Quedan los posibles flujos de inversiones que pudieran llegar al país. Hemos demorado más de cinco años la transformación radical de los procedimientos para captar y facilitar negocios con capital extranjero. El miedo al riesgo ha podido más que las necesidades inobjetables de financiamiento externo de nuestra economía.
La retención de utilidades a los inversionistas y los impagos a proveedores han sido una especie de espanta inversiones e inversionistas. Terminar con estas prácticas está en las manos de los decisores y hay que hacerlo rápido. A ello habría que agregar el otro riesgo. El que proviene de la persecución de la administración norteamericana, que seguro se incrementará con esta nueva administración.
Sería un error estratégico dejar que el tiempo corra sin ofrecer incentivos a los inversionistas extranjeros —incluyendo los cubanos emigrados— y a los inversionistas nacionales.
El bloqueo es uno de los mayores obstáculos que debemos enfrentar; desconocerlo es negar una evidencia demostrada día a día. El bloqueo y las medidas de Trump y las próximas que seguro impondrá, nos hacen competir en desventaja. Convierten al mercado cubano en un destino inseguro, sujeto a las veleidades de una tercera potencia, por demás la potencia mundial, eleva los costos de transacción de cualquier operación y, por consiguiente, hace menos competitivos nuestros productos y servicios. Es imposible negarlo, excepto que se anteponga la ideología a la realidad.
Pero, aun así, podemos hacer mucho más. Hay significativos espacios de mejora. Hay gente con ganas de hacer y de correr riesgos y lo han demostrado. Juntemos esas fortalezas, busquemos multiplicarlas.
Estimado Dr Triana leo sus comentarios siempre con la sensacion de que he leido algo parecido en otro sitio, o sea tanta gente no pueden estar equivocadas, y tambien leo como trata de hacer equilibrio para no llamar a la verdad por su nombre aunque en los ultimos tres articulos he notado cierta incomodidad con como siguen estando las cosas.
Nada va acambiar pues nuestro pais necesita reformas economicas profundas que deben estar precedidas por reformas politicas y eso que lo sabe todo el mundo no va a suceder por que como ineficiente ha sido la economia , de eficaz ha sido el aparato politico para debilitar o eliminar en muchos casos la posibilidad de esos cambios.
Cuba en estos momento carece de ideologia de algun tipo, nadie cree en nada, la poblacion que queda esta agotada y es un poblacion madura que ttiene mucho que perder mas si te acusan de sedicion por solo salir a la calle.
El pais seguira deteriorandose poco a poco hasta que suceda algun evento que puede ir desde una epidemia hasta un evento meteorologico de situacion catastrofica que necesiten intervencion foranea.
Estimado Triana, cómo siempre poniendo el punto en “i” comparto sus preocupaciones que son parte de las preocupaciones de un grupo de ciudadanos que tienen algún nivel educativo y dada la experiencia política que también atesoran, las demoras en poner en marcha lo que se conoce que puede funcionar y lo que está probado que no funciona desecharlo. Con mi experiencia he escrito a varios organismos tratando de que capten la idea de promocionar LICITACIONES en todos los posibles elementos de nuestra economía por ejemplo la industria azucarera, con ello podríamos ingresar capitales a beneficio de todas las partes que se puedan involucrar.
Desgraciadamente todo indica que se seguirá haciendo lo mismo y seguirán obteniéndose los mismos resultados. No hay agentes de cambio que promuevan las reformas que se necesitan con urgencia .
Entre pausas y retrocesos la economia cubana arriba al 67 año consecutivo de malhacer.
Harta. Soy una anciana ya de 76 años. Sin futuro y sin presente. Hice lo que me “orientaron”, estudié, trabajé y trabajo.
Solo experimento desamparo y desesperanza crónicos.
Es demasiado triste.
Muy bien, profesor,seguimos en combate.
Profesor, la lentitud ante los necesarios cambios de la. economia y sociedad cubana ha sido una constante y como consecuencia las medidas llegan tarde y muchas veces se aplican en el peor momento. Por ejemplo el reordemamiento, llegó después de años de experimentos, que oficialmente se hicieron sin prisa y sin pausa hasta que el Covid y Trump le dieron el mazazo que los hizo darse cuenta que no es sostenible. Sin embargo, en contra de toda lógica, el gobierno se enfrasca en cambiar todo lo que deba ser cambiado, pero para seguir igual.