Pues sí, quien camine hoy por Varadero podrá constatar el esfuerzo por relanzar el primer polo turístico de sol y playa del país, el intento por darle a la ciudad que lleva su nombre —y que sus naturales llaman pueblo— atractivos que incentiven a los turistas a caminar sus calles. Que los visitantes anden su bulevar, se conviertan en comensales de los restaurantes, en su mayoría estatales, o visiten algunos de aquellos otros privados que han logrado sobrevivir a las regulaciones especiales para este polo; a las medidas generadas por la administración Trump y asumidas e incrementadas por la administración Biden, a la pandemia, que tuvo uno de sus epicentros en Matanzas; al “ordenamiento monetario” y la inflación que le ha acompañado y a ese desfase entre la tasa de cambio oficial y la tasa de cambio informal y sus repercusiones, parece un esfuerzo colectivo.
Ahora mismo, la administración de Estados Unidos ha complicado un poco más el presente y el futuro del sector turístico añadiéndole otro obstáculo a los intentos/planes/estrategia de recuperación. Habrá que pensarse muy bien hacer turismo en Cuba, si ello obliga a un ciudadano europeo a tramitar un visado para Estados Unidos. ¡Vaya desventaja!
Quién camine por el bulevar de Varadero se sorprenderá al constatar cuan pocos turistas foráneos caminan por él y cuantos turistas nacionales lo disfrutan. Cierto que aun estamos en temporada baja, cierto que septiembre nunca ha sido un buen mes para el arribo de turistas. Lo mismo ocurre en el primer polo turístico absoluto, la capital de la República.
¡Vaya disyuntiva en la que se encuentra Cuba! Condenada a no poder aprovechar el potencial del mercado de Estados Unidos, quien debiera ser su emisor natural de turismo, obligada a mirar a otros mercados más lejanos y ahora nuevamente limitada a aprovechar aquellos por una disposición de un gobierno foráneo. ¿Alguien puede argumentar seriamente sobre el poco peso de esta desventaja competitiva?
Es cierto, sin embargo, que durante todo estos años han existido otras causas internas que han lastrado el desempeño del sector, entre ellos la falta de coherencia entre el carácter estratégico del mismo y las políticas públicas y el sistema de incentivos. También otros muy conocidos, expuestos incluso en informes oficiales, débil y tardíamente corregidos en el mejor de los casos: relación calidad /precios de productos y servicios; tarifas excesivas para algunos de ellos como la renta de autos; poca capacidad de la industria y la agricultura nacional para proveer de productos de primera calidad y consecuentemente una significativa propensión importadora del sector, aeropuertos muy alejados de los estándares que existen en la propia región del Caribe, etc. etc. etc.
El reporte sobre la ejecución de las inversiones de enero a junio del 2022 vuelve a traer una ya vieja preocupación que existe entre un número para nada pequeño de economistas acerca de los destinos de la inversión y la preferencia del estado por concentrarla en el turismo. En el primer semestre del 2022, la ejecución de las inversiones en lo que se denomina “Servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler” fue un 20% mayor que en el 2021, mientras, las inversiones en “Hoteles y restaurantes” pasaron de 193 millones de pesos a 845,5 millones, para un crecimiento de 438,05% lo que indica, al menos eso dicen estos números, que el sector turístico sigue ocupando un lugar de privilegio en la asignación de recursos del Estado.
Ya en el reporte sobre los principales aspectos del plan 2022, publicado por el MEP en diciembre del 2021 se le asignaba al Turismo el 24% de toda la inversión (27 443 millones de un total de 113 676 millones). Los casi 10 700 millones ejecutados en el sector en el primer semestre constituyen el 39% de la inversión planeada para este año. Cuánto de esa suma corresponde a divisas es un dato que no es público, como tampoco lo es, cuanto de lo ejecutado hasta junio del 2022 correspondió a divisas.
Es cierto que existe una tendencia internacional a la construcción de nuevos hoteles, a pesar incluso de los efectos remanentes de la pandemia. ¿Debe Cuba seguir esa tendencia?
¿Qué entender por fortalecer el sector turístico?
¿Es la carencia de habitaciones una de las principales debilidades estratégicas del sector turístico cubano?
¿Tener más habitaciones constituye una ventaja real sobre los competidores de la región?
¿Acaso tener más habitaciones guarda alguna correlación con la mejora en el servicio, o con la falta de calidad de no pocos productos de los que se sirven en los hoteles, o con la falta de variedad de frutas naturales, o con las dificultades para rentar un auto comparable en calidad a los de otros países de la región?
¿Cuál es la certeza que existe sobre el arribo de turistas para los próximos años?
¿Se alcanzarán los niveles de ocupación planeados para que el retorno de la inversión se logre en el tiempo establecido?
¿Cuál puede ser el rendimiento de los fondos si la recuperación de la inversión duplica el tiempo establecido?
También es real que nos falta información. Es paradójico, dada la importancia que se le reconoce al sector en las aspiraciones de crecimiento del país.
No obstante, no se renuncia a la meta de crecimiento proyectada en el último año (2026) de la segunda etapa del PNDES 2030.
Este comportamiento se sustenta fundamentalmente en las proyecciones de recuperación del turismo y sus actividades encadenadas; en el progresivo desempeño de las actividades productivas y de servicios, tales como: la industria manufacturera, la agricultura, el comercio, la construcción, la salud pública y la educación, entre otras.
Principales aspectos del plan de la economía nacional 2022. MEP. Diciembre 2021.
No sabemos cuánto del dinero invertido en el sector corresponde a recursos del estado y cuánto a recursos externos. Hay poca información disponible acerca de cuántos de esos nuevos hoteles serán administrados por compañías foráneas que se comprometerán con la ocupación y cuántos corresponden a compañías mixtas.
¿Acaso comprometer más recursos del pueblo construyendo habitaciones que no es posible determinar cuando producirán el dinero invertido en construirlas, es una buena estrategia o es que en realidad se debería revisar a profundidad la estrategia de recuperación del sector y cambiar todo lo que de ella deba ser cambiado?
Que Cuba es un archipiélago turístico creo que nadie puede discutirlo. Que tenemos ventajas naturales que no tienen otras islas del Caribe tampoco, que el turismo renació a finales de los noventa compitiendo en desventaja absoluta con los destinos establecidos ya en el Gran Caribe, menos aun, que logró armar algunas cadenas productivas y permitió que una parte de nuestra industria se dinamizara es innegable, que generó empleo y permitió la reubicación de personas cuyas empresas fueron redimensionadas también es verdad, como también que la dinámica alcanzada permitió que se dinamizara un sector no estatal que contribuyó con creces a la variedad del producto turístico, especialmente en las ciudades.
Pero es verdad también que en todos estos años no alcanzó el ingreso por turistas de otros destinos del Caribe, ni los niveles de ocupación, ni la relación calidad precio de sus servicios, ni logró, por malos diseños y tardías decisiones un multiplicador del ingreso nacional comparable a otros destinos de la región.
No parece factible pensar que las restricciones de la administración norteamericana, de esta y de la que viene vayan a permitir una expansión como la que ocurrió desde el 2015. No parece posible pensar que podremos atraer una significativa cantidad de turistas de otros destinos que compensen al emisor “natural”. No he visto argumentos sólidos que prueben que poner más recursos nacionales en más habitaciones se justifique.
Crecer en la horizontal o mejorar en la eficiencia de la explotación de lo que hoy tenemos, quizás ese sea uno de los dilemas para el sector.
Lo que ud dice es compartido por el pueblo Lamentablemente los decisores no piensan igual. Las actividades primarias están colapsados. Muchas medidas que no obtienen los impactos esperados. El SEN obsoleto y en ruinas. Sin energia no hay país.
Ahora esta nueva decisión de los bloqueadores externos complican aún mas la situación.
Muy acertado. Hubiera sido preferible invertir recursos del pais en arreglar las habitaciones FO que existen. Quien le pide cuentas al GAE por esas decisiones obstinadas y erradas?. El dinero es de todos.
Cuándo alguien de los que rigen nuestra economía darán respuesta a análisis como este u otros parecidos, no solo sobre el turismo sino sobre otros aspectos de nuestra maltrecha economía?
La excesiva inversión en la construcción de nuevos hoteles contrasta con la precariedad económica y el desorden que existe y afecta a la población . La matriz de inversiones está deformada.
Hay CERO transparencia en la información sobre el turismo. La mole Melia Cohiba apagada y el engendro de 25 y K creciendo.
Es pie obvio a especular sobre la oscuridad de este tema.
Profe, como siempre, su comentario muy claro y preciso,