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Entre los ocho objetivos priorizados del plan de la economía para 2025, dos resultan decisivos tanto para mañana, o sea, para el corto plazo, como para pasado mañana, el largo plazo. Ellos son: incrementar los ingresos externos del país e incrementar la producción nacional.
Es cierto que puede existir cierta independencia entre ambos, pero es mucho mayor la condicionalidad entre ellos y, sobre todo, la dependencia del primero respecto al segundo. Es relativamente difícil incrementar los ingresos por exportaciones sin exportar más, y es todavía más difícil exportar más sin producir más.
Claro está que una coyuntura de precios favorable en el mercado internacional permitiría incrementar los ingresos por exportaciones con la misma magnitud de producto exportado.
Níquel
Podría Cuba recibir más ingresos por exportaciones si la crisis internacional y las guerras aumentasen la demanda de níquel y cobalto para producir armas. O si, convencidos los gobiernos de que el desastre climático es un peligro de corto plazo, incentivasen la producción de tecnología basada en energía solar.
Esto dispararía la demanda de baterías y ello a su vez haría crecer la demanda de níquel y cobalto, dos materias primas imprescindibles en este nuevo desarrollo, de las cuales Cuba posee una de las primeras reservas del mundo y durante un tiempo estuvo entre los primeros 7 u 8 productores mundiales.
Azúcar
Lo mismo ocurriría con el azúcar; aunque, en este caso, ahora y a corto plazo, no es mucho lo que podría lograrse de tan grande que ha sido el daño infligido al que fuera el sistema productivo más poderoso del país.
Ron y tabaco
Ron, tabaco y puros premium es otro asunto. Se trata de mercados para segmentos de altos ingresos en países de altos ingresos. Las empresas mixtas que se dedican a su producción y exportación tienen amplia experiencia y conocimiento del mercado internacional y han sobrevivido a los rigores regulatorios y de otro tipo que caracterizan el “ambiente de negocios” cubano. Son productos insertados en cadenas globales de valor, de alta exigencia por las características de la demanda.
Son productos genuinos, difícilmente imitables; aunque no es imposible.
Han sido un gran negocio para Cuba y debería cuidarse la articulación entre los productores nacionales de la materia prima fundamental (alcohol de caña producido en Cuba y tabaco producido en ciertas regiones de Cuba) y ese mercado internacional, donde existe un espacio alcanzado y relativamente consolidado.
El recorte en la producción de ambas materias primas es una amenaza que conspira contra esos dos “recursos de exportación”. Sin caña no hay alcohol, sin alcohol no hay ron; escuché esa deducción, casi un “descubrimiento”, hace un tiempo, en un reportaje de la Televisión cubana y realmente me costó recuperarme ante tanta “sabiduría”.
¿Se ha hecho todo lo que hace falta para cuidar, fomentar, incentivar esas dos articulaciones de las cuales dependen dos de nuestros principales productos de exportación?
Biotecnología
Nos queda otro sector que podría ser determinante y que años atrás generó ingresos importantes por sus exportaciones: la farmacéutica biotecnológica. Fue el sector que demostró cuán importante fue la prioridad que en la estrategia de desarrollo se le dio siempre a la formación de recursos humanos de alta calificación.
Es, sin embargo, un mercado muy competido, de altas regulaciones, con elevado factor de riesgo, con un ciclo relativamente largo —que puede alcanzar hasta doce años— para obtener un producto después de descubierto un blanco farmacéutico. Es, además, un mercado dominado casi en su totalidad por empresas transnacionales que lo monopolizan e impiden, con recursos de todo tipo y magnitud, la entrada de competidores.
Servicios médicos
Entre los servicios profesionales, los servicios médicos han sido el caballo de batalla que durante mucho tiempo permitió que nuestro país tuviera un balance positivo en cuenta corriente, algo que ha cambiado drásticamente en los últimos tres años.
El mercado de servicios médicos que disfrutamos durante una década, basado, en buena parte, en acuerdos políticos, parece que no se repetirá, al menos en aquella magnitud.
Habrá que explorar variantes, como la telemedicina. Pero habrá de hacerse compitiendo en un mercado internacional de muy alta exigencia.
Sin duda es posible y, quizá, si se hace como se debe, sirva no solo para obtener ingresos, sino además para recuperar, reincorporar a médicos y médicas que han preferido otros sectores de mejor retribución para poder dar una mejor vida a su familia.
Turismo
El turismo, nuestra nunca bien lograda nueva locomotora, no parece tener posibilidades de revertir su situación en el corto plazo. De una parte, enfrenta —y enfrentará más— medidas provenientes de la Administración Trump; de otra, competidores en la región se han adelantado en la relación precio-calidad de sus productos, en la infraestructura, en las facilidades para los inversionistas y en la atención a los clientes.
Algunos de los problemas del turismo —muy importantes varios de ellos— ni siquiera dependen del sector. Tal es el caso de la deficiente infraestructura del país, desde las terminales aeroportuarias hasta la basura acumulada en las calles de nuestras ciudades; para no andar por el interior de los hoteles y las mesas bufet débilmente surtidas.
También en el turismo es posible cambiar, aunque quizá demore más de un par de años. Una buena parte de ese proceso de cambio pasa por desterrar la centralización que caracteriza la gestión de las empresas, por dejar que los hoteles puedan operar con una tasa de cambio que les permita articularse con los diferentes actores de la economía nacional, y por unificar el sector de una buena vez, sea para un lado o para otro; a estas alturas da igual.
Comunicaciones
En el caso de las comunicaciones, que en su momento llegaron a aportar alrededor de 800 millones de dólares, la devaluación de la moneda nacional parece haber sido el tiro de gracia que redujo sus ingresos en esa moneda. Hoy estamos mejor comunicados que hace diez años, sin lugar a dudas, pero este sector en el mundo avanza por segundo y las inversiones son imprescindibles para garantizar el servicio y recuperar su capacidad de generar ingresos en dólares.
Creo que estos han sido los sectores principales en la generación de ingresos por exportaciones. Todos ellos, incluso los servicios médicos, la biotecnología y las comunicaciones, requirieron años —decenas de años en algunos casos— para consolidarse como sectores exportadores.
De ellos, el sector azucarero prácticamente lo hemos perdido; el turismo renquea bajo el peso de regulaciones y centralizaciones inexplicables; mientras los servicios médicos enfrentan la reducción de la modalidad de negocios en la que se consolidó y la necesidad de cambiar hacia otras modalidades.
Sin duda queda la posibilidad de encontrar nuevos rubros de exportación, pero será necesario revisar los incentivos y el marco regulatorio para que “entusiasmen” a los productores y a los prestadores de servicios. Al final, son ellos los que deciden el juego.
Las limitaciones a exportar están más impuestas desde dentro q desde fuera:
El q exporta recibe el 80% en MLC (luego solo puede cambiarlo según SU tipo de cambio, dígase por 24 o 120). Con eso no puede importar nada ni comprar casi nada dentro de Cuba, es una moneda sin funcionalidad real.
El otro 20% lo reciben en CUP a subtipo de cambio.
Lo q entra en MLC ni siquiera se puede pagar como salario o como distribución de utilidades.
Quien negocia precios y condiciones finales con los clientes son las empresas exportadoras intermediarias.
Ninguna de las exportadoras ofrece capacitación a los q pueden o desean exportar, al menos no lo comunican lo suficiente. No sé buscan la vida.
Y más etcéteras
Ninguna de esas limitaciones son por culpa del bloqueo