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La publicación de un paquete normativo sobre la dolarización ha generado tanta expectativa como interrogantes. En primer lugar, hay que entender el decreto-ley y las tres resoluciones que lo componen como las “reglas del juego” para las transacciones en divisas en la economía cubana.
Segundo, las transacciones internas en divisas no son nuevas, ni lo es la política de dolarización parcial. Este proceso comenzó en 2019 con las primeras tiendas en moneda libremente convertible (MLC) para la venta de artículos de “gama media y alta”. Desde entonces, tanto empresas del Estado como del sector privado operan cuentas en MLC para transacciones en divisas. Entonces, ¿qué es lo nuevo ahora?
Las nuevas medidas expanden la política de dolarización parcial.
En ese sentido, hay dos elementos “nuevos”:
1) la aparición de cuentas reales en divisas, que aparentemente reemplazan a las de MLC, aunque esto no se establece en las normas ni las autoridades lo han confirmado, y
2) se adoptan dichas cuentas (reales en divisas) como el instrumento para todas las operaciones en moneda extranjera que realizan las empresas en Cuba.
Esto último es importante porque las empresas estatales y privadas tienen cuentas bancarias similares para operar en pesos cubanos, pero en moneda extranjera han usado cuentas de naturaleza diferente hasta ahora.
Mientras los privados operan cuentas en MLC, las empresas del Estado tienen las denominadas cuentas de capacidad de liquidez (CL). La CL no es una moneda, sino un “derecho” de compra de divisas.
Por ejemplo, si el Ministerio de Economía y Planificación asignaba 10 mil dólares a la cuenta de CL, la empresa podía adquirirlos en el banco. Pero al no ser cuentas reales, si se asigna más CL que la divisa que realmente circula en la economía, la convertibilidad se pierde.
La MLC, que tampoco es una moneda, parece haber corrido por el mismo camino, perdiendo convertibilidad, lo que significa que los dólares que aparecen en los saldos de las cuentas no son equivalentes a los dólares reales. Ahora todas las empresas operarán el mismo tipo de cuenta bancaria: en divisas.
¿Cuál es la garantía de que este problema no ocurra otra vez con las cuentas en divisas? Esto debe responderlo el Banco Central de Cuba (BCC).
Los párrafos anteriores reflejan la complejidad del sistema bancario y financiero del país. Partiendo de estos elementos, comprender las nuevas medidas y su impacto pasa por analizar sus pilares: quién puede abrir y operar una cuenta en divisas, cuáles pueden ser sus fuentes, cuáles son los coeficientes de retención y qué operaciones pueden hacerse.
¿Quién puede abrir una cuenta en divisas?
Todos los actores de la economía quedan habilitados para abrir cuentas en divisas. Empresas estatales, privadas, cooperativas, trabajadores por cuenta propia, los negocios de inversión extranjera, entre otros, podrán solicitar a los bancos comerciales su apertura.
Una de las grandes preguntas de las nuevas medidas es qué pasará con la MLC. La Resolución 222/2021 del BCC, que regulaba la operatoria de estas cuentas, ha sido derogada por el paquete normativo de la semana pasada. Lo cierto es que las últimas medidas de dolarización han ido barriendo la utilidad de la MLC en el mercado: nuevas tiendas estatales que solo aceptan Tarjeta Clásica o efectivo, compra de combustible en dólares, y ahora la aparición de cuentas en divisas.
Las fuentes de las cuentas reales
Una vez abiertas, ¿cómo se alimentan las cuentas reales en divisas? Las fuentes de divisas pueden ser externas o internas. Las externas representan ingresos provenientes desde el exterior por concepto de: exportaciones, cobros por comercio electrónico, así como transferencias, financiamiento o donativos recibidos.
En cambio, las fuentes internas abarcan fundamentalmente conceptos de ventas dentro del territorio nacional a: la Zona Especial de Desarrollo Mariel, las entidades autorizadas a comercializar al por mayor y al por menor en divisas (por ejemplo, Tiendas Caribe), o a un negocio de inversión extranjera (por ejemplo, una empresa mixta). Otras fuentes internas reconocen: la compra de divisas en el mercado cambiario (aún por implementar) y las asignaciones que realiza de manera centralizada el Ministerio de Economía, destinadas mayormente son entidades estatales.
¿Y qué es la ACAD?
La Asignación de Capacidad de Acceso a la Divisa (ACAD) es otra fuente de divisas, pero no es nueva. Puede considerarse como una reminiscencia de las cuentas de Capacidad de Liquidez (CL) antes mencionadas. Es un mecanismo de asignación centralizada utilizada por el Ministerio de Economía para decidir dónde colocar el dinero, generalmente de entidades del Estado que no generan divisas. Por ejemplo, como CUPET no genera los dólares suficientes para importar todo el combustible que demanda la economía, el MEP puede asignarle 70 millones de dólares para comprar un barco de petróleo.
Por tanto, aunque la ACAD puede aplicar a “cualquier otra persona natural o jurídica que se autorice”, como establece la resolución respectiva, su uso está pensado en primera instancia para el sector estatal. No es realista ver la ACAD como una fuente de divisas para el sector privado.
El problema de este mecanismo es que distribuye divisa generada por otros. Por lo que es clave mantener la correspondencia entre la divisa asignada vía ACAD con la divisa real que la respalde. De lo contrario, ocurriría la misma situación de pérdida de convertibilidad del MLC, el CUC y la CL.
Cuánto retengo y cuánto aporto
Ahora bien, no todos los ingresos en divisas se retienen al 100 % en las cuentas. Una parte va a la cuenta central del Estado. Esta proporción se llama coeficiente de retención. Por ejemplo, un coeficiente de 80 % significa que por cada 100 USD que entran a la cuenta de una empresa, esta se queda con 80 USD y entrega al Estado 20 USD.
En la práctica, el coeficiente es un impuesto del Estado a los ingresos en divisas. Aunque en cierto grado es desestimulante para la empresa que genera los dólares, es una solución intermedia para que la cuenta central del Estado obtenga divisas en el contexto de escasez crónica de la economía cubana.
Esto es lógico, considerando que la cuenta central es la que financia necesidades generales de la economía y la sociedad, como la compra de combustibles para la generación eléctrica, la importación de medicamentos o el financiamiento de proyectos sociales que requieren moneda extranjera. Los coeficientes fijados se muestran en la tabla siguiente.
Tabla 1. Fuentes de divisas y coeficientes de retención y aporte según la Resolución 140/2025 del MEP.

Los coeficientes de retención y aporte tampoco son mecanismos nuevos en la economía cubana. Funcionan esencialmente para empresas del Estado y están diseñados para cada sector: la industria biotecnológica tiene el suyo, la exportación de servicios médicos otro, la industria del níquel otro, y así sucesivamente. Su objetivo es descentralizar los ingresos por exportaciones de los actores involucrados para garantizar su reaprovisionamiento. Así los libera de solicitar asignaciones de divisas al MEP, un mecanismo administrativo que entorpece la agilidad de la cadena de valor.
Estrategias empresariales
Aunque todos los actores económicos pueden abrir una cuenta real en divisas y alimentarla con las diversas fuentes, otro tema son los cobros y pagos que pueden hacer. Las operaciones que no clasifican en las nuevas regulaciones están prohibidas. Por ejemplo, ninguna mipyme podrá vender directamente a la población en dólares, ni ninguna empresa estatal sin la autorización correspondiente.
Por lo tanto, las estrategias del sector empresarial para ingresar divisas pueden armarse para dos escenarios:
- Generar divisas por sí mismas. Esto puede ser a través de la exportación, que no es una actividad nada sencilla. La mercancía debe ser competitiva en precio y calidad para vender en el mercado internacional. Por otro lado, la regulación cubana tiene incentivos mínimos para exportar.
- Encadenarse con entidades que generan divisas. La empresa puede obtener divisas según los coeficientes de retención al vender a una empresa mixta, a un negocio en la zona especial del Mariel, o a una tienda estatal que vende en dólares. Esto tampoco es sencillo, dado que la demanda de ese sector es relativamente pequeña, por lo que solo los negocios más competitivos tendrán éxito.
Nada nuevo: las personas observadoras habrán notado que en las tiendas en MLC se venden desde hace años bienes de producción nacional como helados, conservas y vinagres, fabricados por mipymes y otros privados, y comprobable en las etiquetas de las mercancías. La venta de estos retorna a la mipyme como un ingreso en MLC, lo que pone de manifiesto el uso de la segunda estrategia desde hace años.
Pros y contras
Las nuevas medidas sobre las transacciones en divisas profundizan la dolarización de la economía cubana, pero no son novedosas en absoluto. Mantienen la dolarización en las transacciones empresa-empresa. Como puntos positivos:
- Mantiene un sistema descentralizado en el uso de divisas. El Estado no realiza la gestión, control y asignación de los dólares por métodos administrativos y burocráticos que entorpecen los procesos productivos. En su lugar, se mantiene un sistema donde la entidad que genera divisa puede retenerla, invertirla y multiplicarla.
- Beneficia a actores de la exportación. Relacionado con el punto anterior, toda la cadena de producción, industrialización y comercio de bienes y servicios exportables se beneficia con la posibilidad de usar, recuperar y generar divisas. El beneficio abarca a todas las empresas con potencial exportador, incluido el sector privado.
- Pone en igualdad de condiciones a estatales y privados en el uso de cuentas reales. En términos operativos, se homogeniza la clasificación y funcionamiento de las cuentas bancarias para operaciones en divisas, estableciendo el mismo tipo de cuenta para todos los actores económicos. Esto puede contribuir a mayor agilidad operativa en las asociaciones entre privados y estatales.
- Puente para otras medidas. Sirve como una de las medidas que anticipan la implementación del futuro mercado cambiario oficial, un mecanismo clave para las operaciones de compraventa de divisas.
En cambio, los problemas de estas medidas están alrededor de su enfoque, posibles riesgos y la imprescindible complementariedad con otras políticas:
- Segmentación excesiva. Existe demasiada división entre fuentes, actores y sectores económicos, creando circuitos dolarizados internos en la economía cubana que pueden quedar desconectados de aquellos que operan solo en pesos y que no disponen de divisas. Además, tantas especificaciones pueden inducir a malinterpretaciones de las normas.
- Puede anticipar riesgos en la cadena de suministros del comercio privado. En Cuba, los privados importan todos los bienes a través de empresas importadoras del Estado. Hasta ahora, por las distorsiones del sistema financiero, las autoridades habían permitido que los privados pagaran a sus proveedores extranjeros desde cuentas en terceros países. Si uno de los objetivos de las nuevas medidas es “ordenar” esto, las autoridades podrían determinar que los privados paguen desde sus cuentas en divisas en Cuba a las importadoras estatales, que pagarían al proveedor para realizar las operaciones comerciales e importar los contenedores de mercancías. Esto, aunque lógico, rompería la forma en que ha funcionado hasta ahora la cadena de suministros, por donde entran pollo, aceite, leche, productos de aseo y todo tipo de mercancías para el comercio minorista. Este no es un tema menor. Si, por el contrario, nada de esto ocurre, las operaciones internacionales de los privados continuarán por fuera del sistema financiero cubano, como hasta ahora.
- Más demanda de divisas y alza en el tipo de cambio. La expansión de la dolarización aumentará la demanda de divisas de empresas y hogares. Es previsible una presión al aumento del tipo de cambio informal mientras ese mercado siga imponiendo el precio del dólar en la economía cubana. Esto lleva a otro asunto: el previsible establecimiento del mercado cambiario oficial, anunciado reiteradamente en las últimas semanas.
- Posible discrecionalidad. Aunque de inicio ningún negocio privado puede vender en dólares a la población, la Resolución 140 del MEP introduce la excepción para “casos autorizados”. Esto es un error de política que tiene su base, otra vez, en la discrecionalidad. ¿Bajo qué criterio un grupo pequeño de mipymes podría vender en divisas?
- Desigualdades económicas y sociales. Profundizar la dolarización agrava la brecha entre quienes tienen mucho y quienes no. Así como se segmenta el sector empresarial, se segmenta la sociedad entre los que acceden a dólares y los que accede solo a pesos. En consecuencia, es una medida con costos sociales (y políticos) que deben gestionarse con otras estrategias.
Este paquete normativo, por sí mismo, no va a generar un dólar adicional mañana, ni incrementará la producción de las empresas. En una simplificación excesiva, podemos afirmar sin miedo al error que estas leyes apenas regulan el uso de la divisa que ya existe, sin estimular necesariamente su multiplicación.
La dolarización debe considerarse en el marco más amplio de los objetivos de la política económica del país. Puede funcionar como un trampolín para reactivar la caída estrepitosa de una parte de la producción, pero el país necesita una política de transformación productiva con pilares en la diversificación, el impulso a sectores de mayor valor agregado y el fomento de la innovación y el conocimiento. Y ello requiere un patrón de inversión que no priorice la infraestructura hotelera en el momento más crítico del turismo cubano, por ejemplo. Este asunto no se aborda en el Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía, que analicé recientemente.
La dolarización se ha asumido como un paso “inevitable” en el plan gubernamental para salir de la crisis, pero no puede ser el último paso. Hay que reconocer que prever los plazos es difícil en esta cuestión. Pero la misma política de dolarización debe definir cuándo y cómo desdolarizar, para reintegrar de todas sus funciones al peso cubano.












