Jesús Delfino (Guantánamo, 1959) y yo nos conocemos desde hace muchos años, pero al iniciar los intercambios para la realización de esta entrada en la columna, no lo sabíamos. Me sorprendieron sus fotos, poderosas, muchas veces enigmáticas, y me di a la tarea de buscarlo. Nos vimos en mi casa, “hicimos tierra”, precisamos detalles, pero no fue hasta unos días después que caímos en la cuenta de que teníamos amigos comunes, y que habíamos coincidido en despedidas de año y otras fiestas. Delfino, por entonces Jesusito, agarraba la guitarra cuando parecía que la reunión iba a terminar, y ahí se estaba, hilando canciones de Serrat hasta que el sol nos expulsaba a nuestras casas.
Entonces sabía, y él me lo recuerda, que era un deportista destacado, miembro de la Selección Nacional de Kárate (1980-1984; hoy es 7mo dan de Karate-Do, estilo Wado RYU), y sacerdote de Ifá (desde 1987; su nombre de religión es Ifá Adelé). Ahora, además, me entero de que, entre mil ocupaciones más, ha sido profesor de educación física, fotógrafo de actividades sociales y productor artístico de cabarets como el Tropicana y el Habana Club.
En la Academia de Arte y Fotografía Cabrales del Valle se ha formado en técnica fotográfica y manejo de cámara, así como en composición y apreciación, géneros y estilos, retrato e iluminación, y lectura de la imagen fotográfica.
Como parte de muestras colectivas, sus obras se han visto en Cuba, El Salvador, México y España. Hasta el momento ha realizado cinco exposiciones personales, todas en La Habana: Gestos, Miradas y Expresiones, 2023 (Galería La Pared Negra, Fábrica de Arte Cubano); Proyección del trabajo fotográfico de Jesús Delfino Villa, 2023 (FAC); Expresiones esenciales, 2023 (Sala Avellaneda, Teatro Nacional de Cuba); Simplemente miradas, 2023 (Galería transitoria de la Casa Museo Simón Bolívar), y En busca de mi yo, 2024 (Galería La Pared Negra, Fábrica de Arte Cubano).
Delfino no es un fotógrafo documental porque no sale, cámara al cuello, a capturar imágenes. Él entrevé, sueña, fotografías que tendrá primero que componer en su estudio, crearles sus propios “instantes”, antes de capturarlas y luego pasarlas al papel o soporte que haya escogido para perpetuar el acto.
Sin embargo, su trabajo, aunque densamente metafórico, tiene una honda raíz documental, ya que parte de una instancia cercana y concreta que nos alude a todos. Son fotos que interpretan, elaboran y nos devuelven la cotidianidad. Su lectura es dramática, descarnada a veces; no busca la belleza por el lado de lo convencionalmente bonito, sino por el de lo terrible.
Ante sus fotos es difícil quedar impasible. Él ve y quiere que veamos con él, aunque nuestra aprehensión a posteriori del significado difiera de su propuesta. Son imágenes que motivan al diálogo; remueven nuestras limitaciones de percepción, amplían nuestra capacidad de cuestionamiento. El arte no ofrece respuestas, no puede, porque habla de lo ignoto e inefable; en cambio nos surte de las preguntas imprescindibles para recorrer nuestro plazo como seres sensitivos y pensantes.
Pero será mejor que cedamos el espacio al artista. Dejemos que él nos cuente, se cuente:
“La fotografía llegó a mi vida para llenar un espacio que llevaba mucho tiempo —yo diría casi toda mi vida— vacío. Había tenido situaciones difíciles y no sabía cómo encausar el momento, y un día una amiga me habló del Proyecto Cultural Casa del Fotógrafo Cabrales del Valle, o la Academia, como todos conocemos esa magnífica escuela. Allí pude estudiar y comprobar todas las ventajas que me ofrecía este arte como vehículo para expresarme. A partir de ese momento, la fotografía se me convirtió en centro de atención y de disfrute espiritual.
“A través de la fotografía pretendo decir cosas que tal vez nunca he dicho verbalmente. En cada una de mis fotos intento manifestar mis dolores y mis alegrías, mis aciertos y mis dudas, mis nostalgias de tiempos idos, lo cotidiano y cercano. En ellas quisiera que estuviera, expandido, el yo interior, mis sentimientos. Desde luego, como ser humano, ante todo, y como cubano al que le ha tocado vivir diversos momentos sociohistóricos, también en mi labor debe estar presente nuestra idiosincrasia, el sincretismo religioso, la sexualidad en todos sus géneros, los problemas sociales que me rodean, la psicología de los seres humanos más cercanos, desde mi familia y amigos hasta la gente del barrio; en fin, intento que sea un abanico cultural integrado por diversos géneros y estilos propios de este arte. Es por eso que muchas imágenes no tienen título; generalmente no las explico, por lo que prefiero que sean los espectadores quienes se apropien de ellas, y les busquen su propio significado.
“Precisamente por eso algunos amigos y colegas, especialistas y críticos, dicen que soy un fotógrafo muy realista, por un lado, y conceptual, por el otro. Lo del realismo es porque trabajo el tema del abandono y de la pobreza, sobre todo en retratos a través de los cuales lo que me interesa es sacar el alma del ser humano más que su fisonomía. Sé que son retratos duros, pero son los que logro hacer con acierto y emoción. Y lo de conceptual, porque aplico una serie de elementos semióticos y, sobre todo, retóricos para crear imágenes con un determinado mensaje, que se convierten en fotografías polisémicas, porque en la mayoría de los casos los receptores no coinciden con la intención original y crean su propia interpretación. Eso me satisface mucho, y por eso tengo como norma retroalimentarme de la opinión que tienen los más cercanos y el público en general, para emprender nuevas creaciones.
“Mi sistema de creación, si no fuera muy pretencioso pensar que tengo uno, es propio de mi personalidad; soy un hombre muy activo, hiperquinético, y, como buen cubano, de temperamento sanguíneo. Primero me llega la idea, y a partir de ahí pongo todo el empeño en conseguir los atrezos que necesito para crear la obra, y no ceso hasta ya verla realizada.
“Creo que la imagen no es fotografía hasta que esté impresa, y esa impresión trato de que tenga la calidad de un buen óleo, como en la pintura.
“Cuando estoy sumergido en el proceso creativo de una pieza me siento fuera de la realidad; son momentos de tensiones y, a veces, hasta de incomprensiones, pero que disfruto como la mayor felicidad que la vida me puede regalar.
“Con mi trabajo quisiera reflejar emociones, expresar algo significativo, como son los géneros, lo cultural, los problemas sociales, psicológicos…, buscar siempre algo que conduzca a la reflexión que, normalmente, las personas no expresan.
“Ejerzo la fotografía porque es el único momento en que escapo de la realidad. Me aíslo y me siento feliz.”
Excelente trabajo el de este colega!! Siempre es una alegría conocer la obra de artistas de la fotografía. Muchas gracias
Es un gran artista, conoci su obra en mi casa y me impacto ,y ahi surgio la magia de llevarlo a la Casa del Fotografo “Cabrales del Valle “para que abriera su horizonte. Todas sus obras estan bien pensadas,elaboradas y hasta impresas con una gran calidad. tienen un caracter