Para un ejercicio de clases en la Universidad de las Artes, especialidad en Artes Visuales, Natasha Forcade se sometió a una auto entrevista. Entre las preguntas que conforman el incisivo cuestionario, tomo algunas:
¿Quién eres, Natasha?
Soy mujer, madre cubana y creadora. No sé qué más decir.
[Yo agregaría que nació en Bielorrusia, en 1984, de un matrimonio cubano; vino a La Habana con 9 meses, por lo que se considera, con todo derecho, habanera, como sus padres. En su actual familia hay cuatro niños: dos de una relación anterior suya y dos de otra de su esposo.
Cursó la carrera de Ingeniería en Sistemas de Control (2007), tiene una maestría en Gestión de la Innovación (2011) y pasó por las aulas de la Escuela de Fotografía Creativa de La Habana (EFCH, 2015-2019)].
¿Cómo describirías tu estilo artístico? ¿Qué te inspira para crear tus obras?
Me encuentro en un momento donde la experimentación, acompañada de la investigación, define mi proceder creativo. Sin querer romper con los estilos tradicionales, más bien aprendiendo de ellos y absorbiéndolos como si fueran parte integrante de mi mirada, intento cuestionar los conceptos socialmente aceptados. Con la intención de innovar constantemente, me propongo situaciones incómodas que me obliguen a proyectar un modo de expresión ajeno a mi capacidad de pensamiento.
Mi mayor inspiración está en mi necesidad de instruir a la sociedad en contextos que la separen del consumismo y la intolerancia, me propongo servir de mediadora en la inspiración de emociones y reflexiones que conlleven a un bienestar social y un bien hacer para con nuestra existencia.
¿Cuáles son las emociones o ideas que intentas transmitir con tus obras?
Partiendo siempre de la feminidad, de mi visión como mujer, intento que los espectadores en su área cognitiva y afectiva activen la empatía hacia la sexualidad, el sufrimiento ajeno, la implicación de ser madre, los miedos inculcados por el proceder de una sociedad que hereda caprichos y malas costumbres occidentales llenos de sistemas de poder, egoísmo, intolerancia y odios. El micromundo que conozco y en el que llevo un proceso de catarsis, de aceptación y perdón; tengo la intención de llegar a las personas que puedan identificarse, ya sea por vivir experiencias similares, por ser agentes pasivos de ellas o por encontrarse en el papel de culpables; son ellos los que intento que encuentren en mis obras recursos o herramientas de superación, maneras de dialogar y cuestionamiento de los límites pautados por cada ser.
Pienso que la mirada de Natasha es tan abarcadora, tan desprejuiciada en cuanto a temas, géneros y estilos, que uno tiene la impresión de hallarse ante varios fotógrafos, ligados, eso sí, por la empatía que muestran sus obras para con los sujetos que pone ante el lente, que uno identifica como fragmentos de su propio ser complejo de mujer cubana de esta hora.
Natasha selecciona su objetivo, dispone los parámetros técnicos, decide la angulación y corre a entrar en el cuadro para luego accionar el disparador remoto. ¿Usted no la ve? Pues ahí está.
Echémosle un vistazo al puñado de imágenes escogido por ella. Atendamos a sus comentarios.
“El caguairán de mi familia, mi casa”, La Habana, 2015
Era el año 2015 y me reencontraba con la fotografía. Un taller de la EFCH me impulsaba a hacer mi primer fotorreportaje consciente sobre el hombre que más admiro, y que poco tiempo después el Alzheimer desintegraría. Al defender las fotos ante mis compañeros, las lágrimas salieron. El sentimiento intenso que experimenté me hizo decidirme por la fotografía. Había encontrado mi propósito.
“Lo siento”, Minas de Matahambre, Pinar del Río, 2017
Nena, la abuela de mi esposo, fue una mujer de la clandestinidad, llena de dicharachos, ocurrencias y voluntad. Vivo orgullosa de este retrato porque lo puso en su sala, porque me regaló su energía, la abuela.
S/t, de la serie “Pinchando”, calle Neptuno, La Habana, 2019
Tengo la suerte de vivir de lo que amo hacer. Mientras trabajo hago pausas y observo mi entorno. Capto momentos que cuentan la historia de un lugar, una esquina, un hueco, una gente que deja el tiempo pasar. Reviso esas fotos y me pregunto cómo hacemos para sanar.
S/t, de la serie “Pinchando”, calle Empedrado, La Habana, 2020
Esta foto es lo que veo cada día en mi trabajo. Los contrastes de mi sociedad, los mayores malviviendo al duro sol. Me duelen los viejos cubanos, por eso están presentes en mi producción, por eso fueron parte del International Photo Project (2021).
“Bodega 117”, Centro Habana, La Habana, 2021
¿Será posible que encontremos ese espacio donde no necesitamos escondernos de nuestra realidad? ¿Será posible que mostremos desenfado sin censura? ¿Será posible?
“Autorretrato”, La Habana, 2021
En 2021 hacía 11 años que era madre y que ocultaba en una sonrisa y ojos dulces el terror a fallar; hacía 11 años que conocía el miedo a no entender. Apropiándose de la fotografía “Migrant Mother”, de Dorothea Lange, intentaba expresar mi terror de sentirse sin techo, sin protección, sin recursos.
Los autorretratos son una catarsis existencial del camino recorrido por mi cuerpo, desde la aceptación, el perdón y el respeto a quien soy. Sin la capacidad de desconectarme escojo ser responsable de mi camino y lo transito sin pasos impuestos, sin dejar que la sociedad cubana me mal defina.
“Entre paredes de adobe”, Topes de Collantes, Sancti Spíritus, Cuba, 2021
Le pido a Mercedes y a Nengoa que se miren, y es cuando veo el amor que se tienen. Comienzo a temblar, les suplico que no se muevan. No importaba si la foto salía movida o el ruido la embellecía, había una historia retratada. Un recuerdo de que sólo necesitamos nada para ser felices. Para mi sorpresa, la fotografía fue Gran Premio del evento de fotografía de Topes de Collantes en su IX edición.
S/t, Habana Vieja, La Habana, 2022
Una señal es suficiente para que desaparezcan los problemas y solo quede espacio para la risa, esa que te deja sin aire, esa que viene de llevar tu cuerpo al extremo. Los niños saben que en lo intenso está el goce.
“Cosas mías”, serie “Límites”, La Habana, 2022
El consentimiento puede hacernos dialogar sobre la violencia y el placer, la humillación y el deseo, la verdad y la belleza. Busco en la expresividad y fuerza de la sombra, el morbo, la fantasía sexual y lo erótico la vía de atrapar el oculto espacio interior del ser humano en su esencia salvaje y animal.
Apropiación y reinterpretación de una pieza del fotógrafo René Peña.
Glory Hole, serie “Límites”, La Habana, 2022
Crear lleva consigo miedos, inseguridad, placer, vida y responsabilidad. Con Glory Hole represento la simplificación del cuerpo humano, y me interesa normalizar temas tabúes para reflexionar sobre realidades alternativas.
El primer premio Germán Puig del Salón de Fotografía del Cuerpo en su sexta edición, en la galería de la Villa Panamericana, fue para esta obra.
“17”, serie “María Luisa”, Playa, La Habana, 2022
Mi abuela es un ser mágico. Ya no puedo abrazarla, pero no ha dejado de acompañarme. Fue lindo reunir a los Arcia que vamos quedando. Recordar a mi tata es volver a creer que soy princesa que vuela con mariposas, volver a ganar todas las partidas porque compartir es lo bonito, oler café con leche y viajar en el tiempo, sonreír sin razón porque el abrazo te traspasa, cantar y actuar para el mejor público. María Luisa era una mujer buena, de corazón inmenso, bella, y era mi abuela.
S/t, serie “Pinchando”, Prado, La Habana, 2023
Si un día después de los grises llegaran los colores, empezaría con el abrazo amarillo girasol, con el azul del cielo que me quitan, el rosa que alimenta, el verde loco, el rojo que aterriza. Si un día llegaran, correría la voz, pintaría sonrisas y, cual mariposa, volaría.
“No quiero irme de Cuba”, calle Cuba, La Habana, 2023
Quizás el deseo me quite la pena que siento por ti. Quizás ver el cielo y mis ojos defectuosos me hagan amarte así. Pero solo quizás.
Feliz de que esta foto sea portada del libro “No quiero irme de Cuba”, de mi amigo Ángel Álvarez. Un libro para enlazar culturas, realidades, puntos de vista y despertares.
“Felicidad = VBBV”, La Habana, 2023
Vivimos en una sociedad donde la empatía se hace necesaria, donde el bienestar humano se dificulta, donde la utilidad del ser se precisa y donde existen personas capaces de decidir que los momentos importan, las buenas acciones transforman y la simple postura humana armoniza.
Con Felicidad pretendo visibilizar un ser humano empático, creador de una realidad mejor de la que respiramos, con un actuar tolerante y que hace suyo el buen vivir como ética de su forma de vida.
“12/36”, perteneciente a la serie “Manifiesto 36”, La Habana, 2024
Una de las fotografías intervenidas de mi proyecto “Manifiesto 36”. Pertenece a la serie de realidades desplazadas, en la que me interesa reflexionar sobre el binomio limpieza-suciedad y el adoctrinamiento en la sociedad.
En la foto original, se ve lo que fuera un edificio de la calle Lamparilla que, sin estar apuntalado, se derrumbó parcialmente el pasado octubre, con pérdida de vidas humanas.
Fue seleccionada para la muestra Lumen de Prisma 7, en la galería Artemorfosis de la Habana.