Algunos temas se reiteran con el tiempo. A veces la gente deja de mencionarlos y llegan a olvidarse, hasta que un buen día, no importa cuántos meses o años hayan pasado, vuelven a surgir casi por sorpresa.
Otras veces ciertos asuntos se mencionan tan frecuentemente que terminan asimilándose; se naturalizan y desaparecen ante nuestros ojos, sin que nadie los eche de menos o se acuerde de ellos.
Esos temas han sido y serán objeto de análisis para llegar a una conclusión respecto a la esencia que determina a los habitantes de esta isla, y con ellos a la isla misma.
Comparto fragmentos de artículos, o comentarios, aparecidos en la prensa escrita cubana, a través de los cuales sus autores no hicieron más que exteriorizar sus dudas sobre el contexto que vivían. Economía, política y cultura son los grandes temas que conforman en estos relatos el temperamento nacional.
1. La batalla cotidiana de la vida
“La calle es siempre inhospitalaria y hostil, porque en ella es donde comienza, con crueldades casi inhumanas, la fiera y vulgar batalla cotidiana de la vida. La batalla del pan de cada día, amasado casi siempre con la atroz levadura del egoísmo y la ambición, cuando no de la perfidia, el odio y el desquite.”
2. El drama del mundo
“Hay un drama en el mundo. El cubano quisiera penetrarlo, comprenderlo. Este drama es actual, tajante, brutal como un ultimátum o una boleta de desahucio. Pero el cubano se esfuerza banalmente en fijar los contornos de este orbe vertiginoso, porque aplica a la tragedia de hoy, flatulentas declamaciones del ayer. Comprende confusamente que las palabras que pronuncia no son voces sinceras, simples, enjutas, sino que repite consignas de papagayo”.
3. La cultura como salvación
“El mundo está lleno de técnicos, de profesionales preparados para proceder a la aplicación práctica de los conocimientos científicos, pero cada día escasean más los hombres capacitados por su cultura, para elaborar ideas políticas generales a tono con el tiempo que nos ha tocado vivir”.
4. El problema de una economía mal repartida
“…nuestra crisis económica, para ser resuelta, exige que los beneficios (…) alcancen a las masas obreras, o lo que es lo mismo, que se traduzcan en mayores salarios, de manera que el bienestar se extienda a todos, y que se mejoren las condiciones generales de vida de la clase trabajadora”.
5. Flotar como el corcho, un deporte nacional
“No importa quién esté en el poder, si el hombre que se lo ganó con una maniobra oscura, dentro o fuera de la vía democrática, o el que lo obtuvo en la limpia justa de la pugna popular. Esto, a lo sumo, es un accidente de limitada importancia que solo influye en la manera de buscarse el favor o de asegurarse su valimiento. Pero siempre tienen una fórmula, más o menos hábil, quizá si hasta supuestamente genial, para salvar el momento difícil y la presentan en bandeja de plata, en alarde de lucido patriotismo o de limpieza de conducta de que siempre han carecido por igual”.
6. La conciencia nacional: Martí
“No se nos esconde, Maestro, que te inmolaste no sólo por lograr la independencia de Cuba, sino para la creación de una república ‛con todos y para el bien de todos’, en que ningún grupo se creyera el amo de la nacionalidad ni ninguna ambición fuera superior al deber de rendir acatamiento a la voluntad del pueblo”.
7. La esperanza en los momentos límites
“¿Qué hacer? Todo menos cruzarse de brazos y fiarlo todo a los dioses. La indiferencia, el silencio o la inhibición resultan en esta hora delitos de lesa patria. Hay que hacer cuanto sea necesario para evitar que caigamos, definitivamente, en el abismo”.
Los fragmentos que compartí pertenecen a textos ganadores del Premio Justo de Lara, que a continuación detallo en cuanto a autor, título, medio en el cual fue publicado, y año del premio:
1-Luis Pichardo Lorent de Mola, “La calle, el monstruo moderno”, El Camagüeyano, 1951.
2-Miguel de Marco, “Tristeza de Cuba”, Revista de Avance, 1938.
3-Manuel Villares Vázquez, “La misión de la cultura”, Mañana, 1949.
4-Arturo Alfonso Roselló, “Una fórmula de justicia social”, El País, 1935.
5-José R. Hernández Figueroa, “Los insumergibles”, El Mundo, 1952.
6-Ernesto Ardua Pardal, “Oración en silencio”, El Mundo, 1953.
7-Raúl Roa, “¿A dónde va Cuba?”, El Mundo, 1957.
El premio fue instaurado en el año 1934 por la tienda más famosa de la isla, El Encanto, cuyo interés por temas de la cultura había encontrado espacio en su propia sede, según el libro Periodismo y Nación, editado en 2013 por la Editorial José Martí, de La Habana, de la autoría de Germán Amado-Blanco y Yasef Ananda Calderón.
Rinde homenaje a José de Armas y Cárdenas (Justo de Lara), un periodista, ensayista, crítico literario de estilo claro, transparente, fluido, musical, con un “admirable sentido de la síntesis”, como lo describiera José María Chacón y Calvo, en un elogio que incorpora este libro.
Tinta añeja: Miguel de Marcos, entre el humor y la tristeza de Cuba
El Justo de Lara se otorgó entre 1934 y 1958: dos veces lo obtuvo Raúl Roa, solo una vez el jurado no votó por unanimidad. En dos ocasiones el resultado generó una gran polémica. Una, cuando lo obtuvo Raúl Maestri, quien recién había publicado un libro al que acusaron de pro fascista; la otra, debido a Mirta Aguirre, de cuyo texto dijeron que estaba “al servicio de los soviets”. Por cierto, Aguirre fue la única mujer en ganarlo.
De estos textos, lo primero que distingo es su conexión a la hora de hilvanar una preocupación por el pasado, el presente y el futuro de un país, un hecho que, de alguna manera, encuentra explicación en su propia convocatoria: el propósito, se lee en ella, es “responder a un propósito constructivo y ennoblecedor, beneficioso a la conciencia cubana, ya sea en el orden cívico, en el de las ideas o en el de la sensibilidad….”
No es Periodismo y Nación un libro que solo hable o interese a los estudiantes de periodismo, como creyeron sus autores. A todos nos recuerda que, gracias a esas voces del ayer, comprendemos muchos temas que hoy se reiteran en el tiempo.