Lázara sale temprano de su casa. Necesita hacer varios mandados. Comienza por bajar cuatro pisos que, al regreso, se convertirán en un calvario. Luego camina prudente, evitando los huecos y las roturas de la acera para no tropezar. Tiene que recorrer varias cuadras antes de llegar a la parada. Al llegar quisiera sentarse para descansar un poco, pero alguien se ha llevado los bancos.
Por fin asoma la guagua, que para a 50 metros antes de su lugar. No ve bien que ruta es. Pregunta, pero todo el mundo se manda a correr. Lázara los mira, resignada… Dos ómnibus y una hora después, renuncia. Ya será otro día. Piensa aprovechar la salida para sacar las medicinas de la farmacia, sobre todo las de la hipertensión.
El sol cae ya impenitente sobre ella, aprovechando la poda inmisericorde de los árboles, que ahora son ya solo troncos. En la farmacia la obligan como a los demás a hacer la cola afuera, en la calle. Por fin es su turno, pero solo logra hacerse con una de las cuatro medicinas que debe tomar. El resto está en falta. Al salir, encuentra un quicio donde apoyarse e intenta leer el prospecto de sus pastillas. La letra es tan minúscula que no logra ver nada.
Emprende el regreso a su casa y por el camino ve que el cajero automático está vacío. Es el momento de sacar la jubilación, piensa, pero la maquina no responde y ella no entiende que pasa. Pide ayuda a unos muchachos que no le hacen caso. Resignada, lentamente se encamina hacia su edificio. Pasa por el mercado porque el médico le ha dicho que debe comer más fruta y vegetales. Los precios la disuaden.
Ya cerca de casa, espera que el semáforo dé la señal y se lanza, lo más rápido que puede, a cruzar la calle porque sabe que nunca le da tiempo. Un bocinazo brutal la estremece antes de llegar a la otra acera. Respira hondo, saluda a una vecina que le avisa que los huevos han llegado a la bodega y, pausadamente, al llegar a su edificio, comienza a subir escalón tras escalón… cogiendo aire de vez en cuando. En el tercero, Paquita la ve y la invita a entrar a tomar un poco de agua. Aquí arriba corre la brisa y se quedan charlando un rato.
Lázara es una de las 200 mil ancianas que hoy se mueven trabajosamente por la Habana. Solas o acompañadas por otros 150 mil ancianos habaneros. Una ciudad de poco más de dos millones de habitantes, tan “maravillosa” para unos y tan poco amigable para otros… ¿Es acaso la misma para un habanero que para un oriental, para alguien del Vedado o del Cotorro, para el dueño de un restaurante o el que pedalea un bicitaxi, para el joven que trasnocha o la vieja que vende maní bajo los portales? ¿Cómo vive la ciudad un viejo?
¿Cómo es ser viejo en La Habana?
Y, ante todo, ¿qué cosa es la vejez? Juventud acumulada, adultos mayores, tercera edad… se multiplican los eufemismos para los ancianos. Pero la verdad es que, a medida que el grupo va poblándose, cada vez es más complejo definir claramente la vejez. De hecho, se trata -en la jerga sociológica- de una “construcción social”, un concepto cultural, subjetivo. En las sociedades asiáticas suele ser extremo el respeto por los mayores, mientras que en Occidente tiende a ser un handicap. Y cada historia personal construye una vejez particular.
En su masividad, es un fenómeno reciente. Es sorprendente comprobar que la esperanza de vida en Cuba no llegaba ni a los 35 años a inicios del siglo XX. No fue hasta 1919 que se alcanzaron los 40, en 1955 los 60, y hoy roza los 80 años. No quiere decir que antes no hubiera viejos, sino que la vejez, como fenómeno social masivo, es algo relativamente nuevo.
En la Habana hoy la esperanza de vida ronda los 78 años (menor que el promedio nacional, a pesar de la concentración de hospitales). Esta evolución demográfica se traduce en que, si bien en 1959 los mayores de 65 en la capital no llegaban a los 100 mil, ahora son casi 350 mil, y en once años más, en 2030, se acercarán al medio millón. En la Habana de 1953 había cinco niños por cada anciano, pronto habrá dos por cada niño. Imposible ignorarlo. Una misma ciudad no puede funcionar igual en dos situaciones tan diversas. ¿Habrá que convertir los círculos infantiles en hogares de ancianos?
La progresiva extensión de la esperanza de vida y el consecuente incremento de personas mayores tiende entonces a limitar el propio concepto de tercera edad y ya se comienza a hablar de una “cuarta edad”. Podrían fijarse los 65 años (edad de jubilación) como el inicio de aquella y los 80 (esperanza de vida) como el arranque de esta.
No es igual una etapa de la vida que suele permitir una existencia todavía activa y autónoma, que otra en la que ya es importante la vulnerabilidad y la dependencia. Estamos hablando (en 2018) de 262 mil habaneros en el primer grupo y de 81 mil en el segundo. Estos últimos van a generar onerosas cargas, tanto a nivel social (pensiones) como a nivel familiar (cuidados). En 1953 eran tan solo 12 mil, pero dentro de diez años ya serán 114 mil y en el 2050 210 mil….
¿Cómo responde la Habana a las demandas de sus ancianos? ¿Qué significa, en clave de anciano, el derecho a la ciudad? Lo primero que viene a la mente son las barreras arquitectónicas, pero no son estas las únicas ni las más graves.
Las barreras son también urbanísticas, económicas, físicas, psíquicas, culturales. La vulnerabilidad del anciano en la ciudad es multidimensional. En una encuesta realizada en 2008(1) a habaneros mayores de 60 años, destacaban como mayores dificultades el acceso al transporte, la cuantía de las pensiones y jubilaciones, el estado de la vivienda y la falta de prioridad en los servicios médicos y administrativos, entre otras.
Los estudios(2) suelen centrarse en cuatro ámbitos principales de análisis y de propuestas: el entorno físico, la situación económica, la salud y el entorno social.
Una ciudad poco amigable
Es verdad que las escaleras y los desniveles pueden constituir formidables obstáculos para los ancianos, pero también los proyectos de vivienda necesitan de una radical renovación en su concepción, no solo en su tamaño sino en distribución interna. Por otra parte, salir de casa significa enfrentarse con aceras rotas, árboles y sombras mutiladas, falta de bancos, de baños públicos, iluminación nocturna deficiente… que constituyen molestias para el habanero común, pero para los mayores se convierten en escollos a veces infranqueables. Es importante también cuidar que la información pública sea clara y legible, que la progresiva informatización de los servicios los tome en cuenta y que el acceso a los que requieran de la presencia física sea amigable (prioridad, bancos, baños, etc.). Se requieren espacios cercanos para el ejercicio y la recreación, así como para el contacto con la naturaleza. Por otra parte, hacerse mayor significa cada vez más quedarse anclado al barrio (cuando no a la vivienda…). El radio de acción se restringe radicalmente debido a la fragilidad física y a lo poco amigable del transporte urbano habanero. Hoy día hay que estar en forma para subirse a una guagua. Con ello, el derecho a la ciudad se constriñe a un derecho al barrio. Y sabemos que no todos los barrios son iguales.
La dependencia de los ancianos no solo es física, suele ser también económica. La mayoría de las pensiones no alcanzan el nivel del salario mínimo. Una encuesta de 2010 nos dice que sus fuentes de ingreso están constituidas en un 75% por la jubilación, un 25% el salario, un 12% recibe ayuda familiar y un 9% la recibe del extranjero (pueden acumularse). Ello motiva que después de la jubilación un 58% haya buscado un nuevo trabajo y un 18% haya iniciado un negocio familiar(3). Es evidente que una mejora de las pensiones es esencial para muchas personas, pero debiera facilitarse, además, a las personas de la tercera edad mayores oportunidades de incorporación a una vida activa, facilitando el trabajo en casa, horarios flexibles, así como el aprendizaje y la recalificación para mantener su curiosidad y su actividad.
La dependencia física y el debilitamiento sexual, visual, auditivo, intelectual, es progresivo. Los ancianos se convierten en una carga para la familia (más precisamente, para las mujeres) y para una generación que a menudo tiene que cuidar no solo a niños sino a viejos. Requieren de alimentación especial y de una atención de salud y farmacéutica específica, ya que las dolencias no son las mimas que en la juventud. Hay que cuidar en especial la extrema vulnerabilidad de los ancianos en momentos de desastres naturales y también, a veces, ante el maltrato familiar. Los problemas se agudizan, además, por la frecuente soledad y aislamiento debido a la creciente desaparición de familiares y amigos. Se requiere entonces de apoyo y cuidados para no quedar excluido y poder tener no solo una vejez decente, sino también una muerte digna, sin tratamientos médicos inútiles o indeseados.
El entorno psicosocial en que se mueven los mayores es tan o más importante que el físico. Al crecer la inmovilidad y el aislamiento, se incrementan las sensaciones de soledad y desamparo y con ellas aparece la depresión. El contacto con la familia, con los vecinos, con amigos, con el barrio, es cada vez más importante, así como los intercambios intergeneracionales para preservar la dignidad de esa vida ya inevitablemente dependiente. Cada vez más la mayoría de personas de edad madura e incluso mayores tienen padres vivos y cada vez más niños conocen a sus abuelos y bisabuelos. Ya no es raro que los de la tercera edad tengan que cuidar a los de la cuarta.
¿Es entonces la Habana una ciudad amigable con los mayores? Los especialistas proponen para lograrlo, las siguientes prioridades: “facilitar el movimiento por la ciudad de forma eficiente y segura, acondicionar adecuadamente la vivienda y el espacio público (calles, parques), prevenir las amenazas climáticas, estimular la participación social y generar espacios interactivos intergeneracionales”(4).
Si bien los habaneros y habaneras pueden disfrutar de un buen sistema de salud y, sobre todo, de un entorno familiar y vecinal mucho más amigable que en otras latitudes, en lo que concierne al entorno físico y la situación económica es mucho todavía lo que queda por hacer. No hay que olvidar que ese habanero que hoy entra en la cuarta edad es el mismo que tenia 20 años en Girón y la crisis de octubre, 30 en la zafra del 70, 40 cuando Angola y Etiopía, 50 en la crisis del “periodo especial”.
La ciudad debiera ayudarlos a vivir con plenitud los años conquistados de vida activa y con dignidad, al menos, el último tramo. No son cifras. Son nuestros abuelos, son nuestros padres, somos nosotros.
Notas:
(1) Oficina Nacional de Estadísticas. Centro de estudios de población y desarrollo (2008): “El estado actual y perspectivo de la población cubana: Un reto para el desarrollo territorial sostenible”.
(2) Organización Mundial de la Salud (OMS) (2007): “Ciudades globales amigables con los mayores: una guía” www.who.int/ageing
(3) Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). (2011): “Resultados de la encuesta nacional de envejecimiento poblacional”.
(4) ARUP (2019): Cities alive. Designing for ageing communities. www.arup.com
Muy buen articulo sobre algo que constituye una seria amenaza para la estabilidad de Cuba como nacion, el envejecimiento poblacional es sinonimo de logros sociales pero tambien tiene que ir acompanado de una economia socialista de verdad como la de los paises europeos sobre todos los nordicos.
Muchos de estos paises con enevejecimiento han tratado de tomar medidas para incrementar la natalidad e incluso han aceptado inmigracion, pero esa no es la situacion de Cuba con una economia qie virtualmente no permite a estos ancianos ni siquiera comer tres veces al dia.
Verlos deambular por la calle es algo triste y mucho debemos vernos en ese espejo pues vamos por el mismo camino.
Muchos paises cuentan con medidas como descuento en las tiendas para los pensionados o personas mayores, eso en Cuba ni hablar.
En fin una catastrofe, bueno … otra mas
Ya es muy tarde para corregir este problema. O las mujeres se reproducen como los panes y los peces bíblicos o tendrán que abrir la inmigración. Y quien está dispuesto a ir a Cuba hoy día?
Ante esa situación hay que oir a jovenes economistas que se formaron en Cuba y no tan jovenes que ya desde el exterior apelan sobre los ganadores y perdedores de la reforma exaltando al sector privado y a los emprendedores aventajados que con su esfuerzo especulando han logrado sublimes ganancias. Y nada dicen de los que se han sacrificado todos estos largos años trabajando para un futuro mejor y hoy forman parte de la situación tan lamentable de los ancianos en Cuba
Realmente quienes de verdad deberían ser los mayores beneficiarios y triunfadores en un proceso de tranformación revolucionaria que hace del progreso y el desarrollo una aspiración de todos los días?
Que lamentable la situación de esos economistas que en vez de llamar a la justiticia de los que han trabajado y trabajan para toda la sociedad, se dedican a dar loas y privilegiar al emergente sector privado que refugiado fundamentalmente en una gastronomia para el sector de altos ingresos (para no decir ricos) , dentro de un pais que no produce alimentos y que ademas esta bloqueado, o en los arrendedores de vivienda con altas tarifas, en un país donde más del 50% del fondo habitacional esta deteriorado o en los constructores privados que construyen en Nuevo Vedado y Miramar para los ricos de aqui y de allá
A lo mejor a esos economistas le ocurre que al estar viviendo en otros paises han suplantado las realidades de Cuba por la de lso países donde viven o de donde les pagan
Jorge coincido con usted que la mayoria de esos ancianos debian ser los que en estos momentos debian estar en una posicion comoda con pensiones decentes y acompanados por una familia que no haya migrado y los ayude, el problema radica que todos esos ancianos en sus vidas productivas y enganados for falsas promesas de un futuro luminoso apostaron por el caballo perdedor en la carrera : El Socialismo modelo sovietico.
Esos economistas que usted menciona solo estan tratando de buscar soluciones al desastre ,le repito al desastre economico que hoy impera en Cuba, donde no hay proyecto ninguno que no sea Continuidad, cual continuidad? ,la de la falta de alimentos, vivienda y cuanto se le ocurra?
Es nuestro inepto y arcaico gobierno el culpable de todo
En otras latitudes, los pensionados poseen un carnet que les otorga algunas gratuidades y descuentos. Por ejemplo, descuentos en el transporte, los medicamentos, entradas gratuita a museos, etc, etc. Creo que podrian evaluarse algunas de estas opciones para hacerle la vida mas facil a nuestros ancianos. Tambien deben existir (mas alla de un reconocimiento formal y social) ciertas concesiones para los que cuidan a tiempo completo a nuestros ancianos. Quizas el pago de un estipendio u otra gratificacion monetaria. Las medidas que atanen a la eliminacion de barreras arquitectonicas y urbanas tomaran mas tiempo, no solo de recursos, sino tambien de una sensibilizacion social que estamos aun lejos de tener hacia el adulto mayor. Y el reemplazo generacional lo veo algo lejano, porque las medidas para paliarlo estan todavia bien lejos.
Los signos vitales de la nación delatan un estado tan deplorable que revertir la insuficiencia acumulada será casi ciencia ficción.
Casi todos perdimos.
¿Quién ganó?
Ya sé: El Caballo Blanco, que ahora anda en el Hiperuranio, en su mundo ideal. Feliz. Y uno di bestia.
Acaben de entender que eso que tienen malfuncionando por 60 años NO va a resolver el problema. Va a ser la economía de mercado, la única que hasta hoy ha probado su efectividad, la que puede sacar al país del atolladero. Que sea más justa y ordenada dependerá de quienes dirijan el pais. Así que no ataquen más a los cuentapropistas sino quieren acabar con el germen del futuro también.
Si Atanasio la economia de mercado de la que hablas es la que tiene el mundo con los niveles mas grandes de desigualdades y no defienda tanto a lso cuentapropistas que han sido los complices de la especulación, el robo y que lso ancianos no puedan pagar ni un pelado en una barberia de mala muerte
Si de verdad hubiera competencia no pdrian abusar de los precios de articulos de primera necesidad
Carlos, quien comercializa los articulos de primera necesidad? Las tiendas TRD (u otras propiedad del Estado Cubano) o los bares y restaurantes privados? Quien dicta las politicas de precios para todo lo que se comercializa en esas tiendas y a donde todo el pueblo, incluyendo los jubilados, tienen que ir a comprar lo basico que ya no cubre la libreta de racionamiento? Y ya que mencionas las barberias, pues que pasa con el alquiler del local, la electricidad y otros gastos que los barberos tienen que pagar? Donde y a que precios pagan por los insumos que utilizan? Acaso son regalados o subsidiados? Y por que el Estado decidio sacarse de encima esos servicios, asi como varios otros? Tienes idea?
Muy de acuerdo Carlos con tu articulo y tu comentario. No voy a anotar esos comentarios difamatorios porque no quiero perder el tiempo. Tu articulo es para reflexionar seriamente, para concientizar que la vejez se nos esta yendo por encima. Sin dudas el estado tiene que prestar mas atención al problema del envejecimiento. Hay que hacer algo para hacer la vida mas posible para los de la tercera y cuarta edad. Un excelente articulo para el gobierno, sobre todo de las grandes ciudades. Han pensado como resuelven este problema los países latinoamericanos, si es que lo resuelven de alguna forma o, si tan siquiera, algunos se preocupan por ello?