Toca tema peliagudo.
Polémico. Gris. Candente.
Espinoso. Turbio. Hiriente.
Tema para que hable un mudo.
Tema tabú. Lanza-escudo.
Arma de filo al revés.
Porque en mi tierra tal vez
sucede con el machismo
igual que con el racismo:
si preguntas, nadie es.
“En Cuba nadie es machista”.
Esta frase, fatalmente,
parece en la hora presente
chiste de un mal humorista,
ciencia ficción futurista,
metáfora consensuada,
hipérbole habilitada,
mentira, exageración,
ingenua provocación,
chanza octosibalizada.
“En Cuba nadie es machista”,
se podrá decir mañana
en Santiago o en La Habana,
en Mantua o en Buenavista,
cuando no esté a simple vista
esta mácula social.
Pero en nuestra Cuba actual
por desgracia hay un dilema:
el machismo es un problema
suprageneracional.
¿En Cuba nadie es machista?
No me hagas reír, compadre:
mi abuelo lo fue y mi padre
y yo y mi hijo y… ¿Pesimista?
¡No, qué va! Soy realista.
No me engaño demasiado.
¿Lo de “hetero-patriarcado”
lo has oído mencionar?
¡Estamos homos de atar!
Hasta pensarlo es pecado.
¿En Cuba? ¿Nadie es machista?
¿En Cuba? ¿Machista? ¿Nadie?
Normal que el asombro irradie
ante esta frase alarmista.
¿Soy hembrista? ¿Femininista?
¿Exagero? ¿Me equivoco?
Alguno hay que se hace el loco.
Otro no se cree aludido.
Hermano, padre, marido,
hijo… Oh, Brutus, ¿tú tampoco?
¿En Cuba nadie? ¡Es machista
hasta el gato! El perro, el gallo,
el majá, el burro, el caballo,
la fauna masculinista,
testicular, bigotista,
testosterónica, hombruna,
macha… sin duda ninguna.
Tal vez cambie, pero hoy,
mi hermano, seguro estoy…
¿En Cuba nadie? ¡La luna…!
¿En Cuba nadie es? ¿Machista?
¿En Cuba nadie qué…? Deja.
Esa frase es muy compleja.
Trampa. Lenguaje sexista.
¡En Cuba nadie es hembrista!
¡Eso sí, ni las mujeres!
¿Y tú? ¿Ya sabes qué eres?
¿Androginia conceptual?
¿Es que tienes “la moral
cogida con alfileres”?
“En Cuba nadie es machista”
parece el lema oficial
de la Escuela Nacional
del machista-leninista.
(Traducción para el turista
que llegue algo despistado:
“Lema” es “consigna”, “dictado”
y el machismo-leninismo
chiste léxico, cinismo:
“Lenin, Marx y el parxtriarcado”.
Aunque el machismo es dañino
y se nota en cada hogar
no debemos olvidar
que hay machismo femenino,
la mujer que (oh, desatino)
sin darse cuenta es machista,
o sea, que actuando dista
mucho de su propio ser
y que se sabe mujer
pero odia ser “feminista”.
Pobre la que acepta el rol
de súbdita complaciente
y que permite el hiriente
control (más bien, des-control),
de empty men (en español:
homo sapiens inmaduros).
Y seguimos en apuros.
Que daño histórico han hecho
los machos de pelo en pecho,
los Jonh Wayne, los tipos duros.
Desde niños a los varones
los educan diferente.
Ni escoba ni detergente
ni trabajo entre fogones.
Abundan las expresiones
de machismo conceptual.
Frases de impacto letal
que hacen al niño crecer
viendo solo a la mujer
como un objeto sexual.
Y ahí está el poder dañino
del clip en televisión
y la cosificación
del sujeto femenino.
Y ahí está el ser masculino
falocrático y gozoso,
ególatra y jactansioso
disfrazándose de artista
con un sustrato machista
altamente peligroso.
Ahora con el reguetón
y esos ritos decadentes
¿no seremos tele-anuentes
de esta cosificación?
¿Qué hacer cuando una canción
dice “quimba pa’ que suene”
y una joven se entretiene
sin buscar ético nexo
mientras corea que el sexo
“es lo más lindo que tiene”?
Cuidado, reguetoneros:
su estética gigoló,
su imagen de hombres-gogó,
sus videos tan altaneros,
sus modelos medio en cueros
y sus aires consumistas,
aunque piensen como artistas
terminan en otra parte:
con la máscara del arte
inducen a ser machistas.
Sea en el capitalismo
o en un país socialista
el problema del machista
y del machismo es el mismo.
Masculino despotismo,
lacra de la sociedad,
doméstica enfermedad
con solo una solución:
conciencia y educación
desde muy temprana edad.
Me pidió una buena amiga
que hablara sobre el machismo,
y me entró hasta nerviosismo,
perdonen que se los diga.
Y aquí están, no sin fatiga,
mis décimas –luz barroca–.
Y como no soy de roca
y soy cubano y varón
yo también pido perdón
por la culpa que me toca.
Coda, estribillo, estrambote
El problema del machismo
no es inherente al cubano.
Es un mal del ser humano,
una plaga, un atavismo.
El problema del machismo
no entiende de ideologías,
crece en cabezas vacías
y rellenas de egoísmo.
El problema del machismo
no se explica en las manuales
de los grandes capitales
ni en los libros de marxismo.
El problema del machismo
debe ser considerado
un caso poco estudiado
de casero terrorismo.
El problema del machismo
debería, paso a paso,
estudiarse como un caso
de doméstico integrismo,
El problema del machismo
debemos analizarlo
y luego catalogarlo
como un tipo de extremismo.
Igual que con el racismo:
la teoría está clara.
Solo falta un cara a cara
entre el hombre y el machismo.