Queridos On-Cubatientes,
saludos desde La Habana,
en un nueva semana
de sucesos estridentes.
Hoy, no contaré incidentes,
nada de acontecimientos.
Estoy en estos momentos
en la puerta de un solar
intentando entrevistar
a Pepito el de los cuentos.
Les contaré que Pepito
en Miami o en La Habana,
es la versión antillana
del tan castizo “Jaimito”.
También es niño chiquito,
mal hablado, mal pensado,
y un poquito descarado,
y un poco mal estudiante.
Un niño…desternillante.
Por allá viene, cuidado.
[bajando la voz]
Pepito para acceder
a esta entrevista me dijo
primero que no era hijo
de una única mujer,
y que debía traer
blúmeres para tres madres,
zapatos para seis padres,
dulces para cien parientes
(seguro que inexistentes)
y ron para diez compadres.
-Muy buenas tardes, Pepito.
Toma, aquí están los regalos.
Pregunta: ¿Por qué son “malos”
tú y tu pariente Jaimito?
—Yo no sé ese galleguito,
pero yo tengo razones.
Viviendo en las condiciones
en que vivo de momento
tengo que vivir del cuento,
bromear sin contemplaciones.
—Pregunta dos. ¿No es verdad
que esos chistes, esos cuentos,
son demasiado violentos
para un niño de tu edad?
—¡Vaya con la castidad!
¡Que soy de Guanabacoa!
¡Que yo crecí, aunque nos roa,
oyendo cómo mi prima
se hacía mujer encima
de mi cuarto en barbacoa!
Yo a ser chistoso aprendí
muchos antes que el tal Jaimito,
Asere, yo soy Pepito
de San Antonio a Maisí.
Desde el día que nací
ni en mi propia sombra creo.
Aprendo de lo que veo
y a nadie la caigo mal.
¿Mi religión personal
sabes cuál es?: el choteo.
Y la escuela, ¿para qué?
¿Para qué tanto trabajo?
Tú piensas que soy guanajo,
Yo ya todo me lo sé.
Yo aprendí a orinar de pie
cuando diez meses tenía.
Yo a los dos años ya hacía
más chistes que Chivichana.
Todo el humor de La Habana
es plagio de la obra mía.
Bueno, a veces yo les vendo
los chistes y ya no es plagio.
Ese es mi negocio, asere,
los chistes de contrabando.
Te lo diré en un romance,
porque en décimas no alcanzo.
Yo tengo una clientela
más grande que cualquier narco.
Le vendo a Ulises Toirac
(por cierto, paga al contado)
Al Bacán. A Robertico.
A Alexis Valdés. A Carlos.
Al propio Boncó Quiñongo
(¡los mellizos gastan tanto!)
A Virulo. A Mentepollo.
A Pipe y a Papo. A Pánfilo
Por supuesto, a Doimeadiós
(siempre hay que darle fiao)
y a Estervina con rebaja
(que Mario está jubilado).
A Otto Ortiz. A Gustavito.
A Mustellier. A Omar Franco.
Y por supuesto, a Antolín
(que pide los más baratos).
Y a los Robertos. Y al Gordo
y a Carluncho (los más caros).
Yo le mando a Punto y Coma
ideas de vez en cuando.
Iván Camejo es más listo:
me los cambia por zapatos.
Pero mis chistes más grandes
los compra José el Enano.
Los más ligeros, el Gordo,
y los más gordos, El Flaco.
Ayer le vendí a dos negros
catorce chistes de blancos.
Y Muñi y Cuqui la Mora
me llamaron hace un rato
para ver si me quedaba
algún chiste poco usado.
En fin, este es mi negocio,
bróder, y no doy abasto.
—Pregunta tres. ¿Hay censura?
¿Por qué no se han publicado
tus cuentos? ¿Te han censurado?
¿No lo creen literatura?
—¿Qué dices, nagüe? ¿Cultura?
Ay, tú estás crazy, mijito.
Oye, ¡que yo soy Pepito
en Regla y en Cayo Hueso!
Conmigo sí no va eso
de la UNEAC y del librito.
Fui yo el que le dijo a Obama
(aunque admitirlo les joda):
“el Pánfilo está de moda,
tienes que ir a su programa”.
Hasta el más guapo me llama
porque quiere ser mi amigo.
Y los niños, ni te digo.
Sin trucos ni abracadabras
todas las malas palabras
se las aprenden conmigo.
—Pregunta cuatro. ¿Y si digo
que una Agente catalana
quiere venir a La Habana
para negociar contigo
y puedes ganarte, amigo,
la pasta que no calculas?
—¿Qué dices? ¿Euros calculas?
Dile a la gallega esa
que la invito a una cerveza:
The bussines is bussines. ¡Fulas!
Eso sí: dile clarito
que conmigo no hay inventos.
Que sí, le vendo los cuentos,
pero el que cobra es Pepito.
No creas que el tal Jaimito
ese va a ser “mi editor”,
ni mi agente o mi asesor…
¡Nananina, nananina!
Tráeme pa’ca a esa gallina…
(Y si está buena, mejor).
—Quinta y última pregunta.
¿Por qué nunca has emigrado?
Porque te habrías forrado
en cualquier parte… —¡Mi yunta,
tú no entiendes! Se te junta
la tontera con el ego.
Si me voy, ¿qué gano luego?,
¿de dónde saco los cuentos,
las mentiras, los inventos,
el “material”?, ¿tú estás ciego?
¿Irme de aquí? ¡Tú estás loco!
Oye, a mí no se me nota,
pero yo soy un patriota
comprobado…¿me equivoco?
Mira: aquí se pincha poco,
lo que quieras se consigue,
es gratis que se fumigue
y hasta a la del Comité
le vendes un chiste y sé
que se calla… —¡Sigue, sigue!
—Yo soy Pepito, mi hermano,
patriota como el primero,
un cuentista o un cuentero
que es cien por ciento cubano.
¿Irme de aquí? ¿Y yo qué gano
en una ciudad lejana?
Yo soy Pepito en La Habana,
primer Gerente que existe
de la Fábrica de Chistes
que es la realidad cubana.
Y diciendo esto, se fue
por dos ángeles guiado:
Álvarez Guedez a un lado
y en el otro, Bernabé.
Ahí va Pepito, pensé,
un traficante de risas.
Un mercader de sonrisas
que viaja cada mañaña
entre Miami y La Habana
sin necesidad de visas.
Solo te falto aclarar que es Pepito “El de los chistes”… porque “El de los cuentos” es otro…
Pesao!
Genial como siempre, gracias Alexis.
Bravo!!. Ya sabía yo que Churrisco no era cliente de Pepito.
Buenisimo
La ultima estrofa me saco las lagrimas…..