Radio Bemba está que arde.
Todo el mundo especulando,
rumoreando, murmurando,
no se sabe… nunca es tarde…
¡Dios no quiera! ¡Marx nos guarde!
Cuánta tensión. Impaciencias.
Hipótesis. Consecuencias.
Plató de un thriller La Habana.
Se ha estrenado esta semana
“La crisis de las licencias”.
Una historia truculenta
Y con grandes personajes.
Es de esos largometrajes
densos y en cámara lenta.
Este filme representa
una apuesta inteligente
del cine ultraindependiente,
“cine del emprendedor”.
Un thriller perturbador,
un suspense diferente.
Todos los protagonistas
tienen un mismo “defecto”.
son (o eran) “un proyecto
de nuevos cuentapropistas”.
Un proyecto de modista.
Un proyecto de casero.
Otro de carretillero.
Otro de oxicortador.
Proyecto de profesor.
Proyecto de chapistero.
El film tiene un tono oscuro,
barroco, denso, soviético.
Tarkosky en sepia (poético).
Eisenstein (desde el futuro).
Pudovkin curda (seguro).
Aunque es también algo cómico.
Como de un Chaplin atómico
o un Keaton cantando pop,
o un Bernabé en hulla-hop.
En fin, un filme prodómico.
La sinopsis es sencilla.
Desde la primera escena
se ponen en cuarentena
varios oficios. Y brilla
el miedo. Y se desternilla
de risa el Señor Rumor.
Vuelven Señor Inspector
(en el papel del Villano)
y el súperheroe cubano:
el Simple Trabajador.
Y Rabio Bemba alza pulgares
(¿malas noticias? ¡Mejor!)
La voz del Señor Rumor
llega a todos los hogares.
¡Atención, particulares!
¡Ahora se acabó el relajo!
¡Reorganizaré el trabajo
por cuenta propia en la isla
porque manda quien legisla
y los demás, boca abajo!
Y hemos salido a la calle
cámara y micro en la mano
a entrevistar al cubano,
a ver qué pasa en detalle.
Ojalá el micro no falle
Y la gente sea sincera.
Esta es la única manera
de saber lo que se cuece
pues mucha gente (parece)
por la prensa no se entera.
Dispuestos a responder
hallé a cientos de afectados:
el de moteles privados
y de carros de alquiler,
el que sueña con tener
su propia cafetería,
el de mecanografía,
el humilde chapistero…
¡Luces, cámaras…! (Espero
que alcance la batería).
Aspirantes a vendedores (mayorista y minorista) de agropecuarios productos
En mi núcleo familiar
To’ el mundo es cuentapropista.
Mi padre es un mayorista.
Mi madrastra, similar.
Mis dos hermanos, un par
de minoristas tremendos.
Y todos son estupendos.
Y nos va bien en la casa.
Yo no entiendo lo que pasa.
¡Si hay ropa pa’ qué remiendos!
Yo aspiro como mi viejo
a ser un gran mayorista.
Si no, el Mayor Minorista,
sin reparo, sin complejo.
Sudo, pero no me quejo.
Tenemos cinco camiones,
dos yipis, dos almendrones,
y como quince carretas
que siempre viajan repletas
de mangos y de melones.
Y esto yo lo vengo haciendo
desde los catorce años.
A conocidos y a extraños,
sí, vendiendo y revendiendo.
Y en negro. Entonces no entiendo
que si hacerlo así está mal
ahora que al fin, al final,
quiero hacerlo con decencia
no me den una licencia.
¿Qué haré? ¡Seguir ilegal!
Aspirante a comprador de discos
Yo invertí mucho dinero.
Compré diez estanterías.
Alquilé cajas vacías.
Encargué del extranjero
muchos discos. Ay, me muero.
Esta norma es un abuso.
¿Quién la dictó, quién la puso?
¿Qué? ¿Contrabando? ¿Estraperlo?
Yo compro pa’ re-venderlo.
extras no, y perlas no uso.
¿No van a dar más licencia?
¿Seguro? No me enteré.
No, yo no tengo Interné.
No, ni radio ni paciencia.
Bueno, a usar la inteligencia,
El ingenio, las creaciones.
Si no hay por ciertas razones
licencia para disquero
me meto a chapistero
o a forrador de botones.
Aspirante a buquenque
Yo aspiraba a ser para gestor
de pasajes en piquera
(pues buquenque no es cualquiera
y yo iba a ser el mejor).
Soy joven y emprendedor.
Me metí al cuentapropismo
por talento y virtuosisismo.
Llevo meses entrenando.
¿Y ahora qué? ¿De contrabando
ejerzo mi buquenquismo?
Aspirante a permutero
¿Cómo quiere que me encuentre?
¿Qué quieres, que no discuta?
¡Yo soy gestor de permutas
desde que estaba en el vientre!
¿Cómo quiere que me centre?
Ahora me encuentro vacío.
Desde que era casi un crío
pasaba el día sentado
en la Bolsa que hay en Prado.
¡Soy permutero! ¡Es lo mío!
Y ahora, de golpe y porrazo,
ni permutar ni vender.
dicen que van a volver,
mas no sé a quién hacer caso.
Esto sí ha sido un mazazo.
Me molesta, me lastima.
Mírame: estoy que doy grima.
¿Qué pretenden, que me muera?
Estoy como si me hubiera
caído un balcón encima.
Aspirando a Gestor de Arrendamientos
Mi sueño siempre fue ser
lo que ahora llaman “gestor
de alojamiento”, o mejor
buquenque del alquiler.
Desde que empecé a tener
conciencia y aspiraciones
he trabajado millones
de horas, ¡tres meses al mes!
Mi nombre artístico es
El Rey de las Comisiones.
Y ahora que estoy preparado,
que me hice hasta tarjeticas…
Di tú, y cómo me explicas
el esfuerzo malgastado.
Hay clientes (demasiado).
Tengo mil, dos mil tarjetas.
Yo voy a hacer las maletas.
¡El Rey de las Comisiones
se pira! Si no hay aviones
me apunto a las cigarretas.
Aspirante a herrero
Me siento descolocado.
¿No hay más licencia de herrero?
He esperado el año entero
a ser mayor, lo he logrado,
En mi casa me he graduado
de herrero particular.
Y ahora, ¿tengo que esperar,
debo acumular paciencia
a ver si me dan licencia
para poder trabajar?
El nombre mío es Metal.
Metal Herrera del Hierro.
Y desde niño me encierro
entre planchas, ¡lo normal!
Puedo hacer el bien social,
forjar todo de regalo.
Ser buen herrero no es malo.
Ya lo dice el refranero.
¿Por qué en casa del Herrero
va a haber cuchillo de palo?
Mira estos músculos, mira.
Oye, que esto no se gana
de la noche a la mañana.
Aunque parezca mentira
soy un herrero que aspira
a ser el Mejor Herrero.
Lo que dice el noticiero
ni lo sé ni me interesa.
¿Tengo un yunque en la cabeza?
¡A mucha honra, compañero!
Aspirante a instructor de prácticas deportivas
Yo aspiraba a trabajar
como instructor deportivo.
Es más, hace tiempo vivo
de esto, sin testificar.
Me quería legalizar
porque eso me compromete.
Y ahora vienen con el brete
de que no darán licencia.
Bueno, que pase la ciencia.
Por debajo del tapete.
(En ese momento aparece al actor que interpresa a Señor Inspector y todos se callan; el actor saluda con gestos de famoso, y sin darse cuenta de que está en la “vida real”, como si fuera el personaje, se pone ante las cámaras y habla).
Yo no entiendo tanta alarma.
Esto es organización.
Esto es remodelación.
Tranquilos, guarden el arma.
La legalidad desarma.
La legalidad asusta.
Pero si esto no se ajusta…
Explicaré algunas normas
para ver si en estas formas
se entiende mejor y gusta.
Lo que estamos es ganando
tiempo para regular
lo que se va transformar,
a cambiar, a ir ajustando.
Por ejemplo, están tratando
de hacer cumplir, sin chistar,
que el horario de cerrar
es las 3 de la mañana
no cuando le da la gana
a quien administra el bar.
Y para los consabidos
clientes del pachangueo
que los sitios de parqueo
estén mejor definidos.
Que no se generen ruidos
que afecten las convicencias.
Que todas las diligencias
de nuestros cuentapropistas
para contratar artistas
se hagan a través de agencias.
Y poner coto a esos males
que se escurren como el humo
como la venta y consumo
de drogas en los locales.
Que las ventas ilegales
no lleguen al consumismo.
Y castigar con civismo
Y férrea persecución
la triste prostitución
y el burdo proxenetismo.
-Eeeeh, cierra la boca, asere.
Deja ya esa muela bizca.
¿O a ti nadie te confisca
el discurso cuando quiere?
¿Y por qué no se sugiere
cambiar sin paralizar?
¿Por qué mandar a frenar?
Yo, lo mismo que el herrero,
aspiro a ser chapistero
y ahora tengo que esperar.
Y alguien comentó: Señores,
yo aspiro a ser el mejor
fregador-engrasador
de equipos automotores.
Y otro: Vendedor de flores.
Y otro: No sé, vaya lastre.
Y otro: ¡Desastre, desastre!
¡Yo que dejé la Ingeniería
para vivir algún día
como un modisto o un sastre!
Y continuó el reportaje
y se exaltaron las voces
y comenzaron los roces,
los gritos, el tropelaje.
Altisonante lenguaje.
Empujones, guapería.
Mas cuando la policía
llegó a nuestro alrededor
A salvar al Inspector…
se acabó la batería.