Después de varias semanas
de aumentos consecutivos
al dólar y al euro (divos)
les están saliendo canas.
¡Qué noches y qué mañanas!
La economy a todo tren.
Y, encima, para que estén
más calientes las cabezas
reanudaron las remesas
por Western Union (también).
No sé si es desgracia o suerte.
En Cuba, en ciertos momentos,
llegó a costar 400
pesos un dólar. ¡Qué fuerte!
Eslogan: “Dólar o muerte”.
Eslogan: “Sanseacabó”
Dicen que en esto influyó
técnicamente el llamado
“sentimiento del mercado”.
Algo que no entiendo yo.
Dicen que se ha conformado
tal balance de acritud
del consenso y la actitud
de los gamers del mercado,
que mucha gente ha empezado
a ver el precio suicida.
Que era tanta la subida
que los money-negociantes
optaron por vender antes
de una posible caída.
Todo en alza. Todo caro.
Más monedas que alcancías.
Todas eran como profecías
autocumplidas. Muy raro.
Oferta y demanda al paro.
Luz envasada al vacío.
De Maisí a Pinar del Río
influyó el cambio informal
en el valor habitual
de tasas de cambio. Un lío.
Que el peso se depreció
en un 40 %
y aun así, en todo momento,
hubo gente que aceptó
dar más agua al dominó
y, de forma natural,
pese a lo descomunal
de las tasas enfermizas,
siguió comprando divisas
en el mercado informal.
El aumento de la tasa
no era representativo
de estímulo o incentivo
para las ventas en masa
de divisa (siempre escasa).
Todo estaba muy enredado.
Sin embargo, el mes pasado
el panorama cambió,
la oferta se disparó
y miren donde ha llegado.
Que si el déficit fiscal.
Que si un ministro tronado.
Que si culpa del Estado.
Que si el presupuesto anual.
Que si el mercado estatal.
Que si el bloqueo… Absoluto
desmadre. A cada minuto
un diferente argumento
que glosa el “estancamiento
del Producto Interno Bruto”.
Pues, el dólar ha empezado
el miércoles con caída.
¡10 pesos menos! La vida
del dólar cuánto ha cambiado.
Hoy el valor registrado
era de 310.
¿Qué está pasando esta vez
en el mercado informal?
¿Esto es normal? ¿O anormal?
¡Qué salto! ¡Y qué rapidez!
Todos al borde del llanto.
Ahora bajas. Ahora subes.
Y los precios por las nubes.
¡Vaya locura! ¡Qué espanto!
¿El dólar bajando tanto?
¡Qué moneda saltimbanqui!
Y dice mi amigo El Juanqui:
“Qué bajada tan extraña:
debe ser otra patraña
del imperialismo yanqui”.
“Esta es una nueva criba”.
“Un cachumbambé”. “Un relajo”.
“El dólar sigue pa’ abajo,
los precios siguen pa’ arriba”.
“¿Tenemos alternativa?”.
“¿Estrenar el pasaporte!?”.
“No des ideas, consorte”.
“Que estos cambios aparezcan,
¿no será para que crezcan
las remesas desde el norte?”.
“¿No se dan cuenta, mi gente?
Mientras más bajo está el
dólar,
más cara la Coca-Cólar,
la carne y el detergente”.
¡Qué enrarecido el ambiente!
Los “grandes” echando un pulso.
Esto es espejismo insulso,
otra bursátil jugada:
“El dólar no baja nada,
se agacha a coger impulso”.
Si no ha habido crecimiento
económico ninguno.
Si uno por uno da uno
y lo demás… es invento.
Si no existe el “emulento”.
Si el ron llora y el pan gime.
Si entre mipyme y mipyme
se evapora la sonrisa:
¿Cómo se revaloriza
el peso cubano, dime?
Si el poder adquisitivo
de la gente sigue igual
y todo está mal, tan mal,
y se hace el muerto el más vivo.
Si el apagón está activo.
Si no alcanza ni arroz diario.
Si la media del salario
es de 5500,
no encuentro cuentas ni cuentos
que expliquen lo necesario.
Si el poder adquisitivo
es bajo y no todo el mundo
tiene remesas… ¡me fundo!
¿Cómo es que el peso está vivo?
Hablan de valor votivo
y de tendencias alcistas.
Dicen los economistas
que a esto se le llama “diaria
deflación inflacionaria”
(palabras de especialistas).
Al reducirse el consumo
de divisas, ganó el peso
y quizá, gracias a eso,
ahora el humo es menos humo.
Sumo. Multiplico. Sumo.
¿Cambiará por fin la vida?
La gente se autoconvida
a brindar… no hay tiempos muertos.
Sin embargo, los expertos
prevén que habrá otra subida.
Ah, el señor MLC
no ha entrado en estos excesos.
Sigue en sus 300 pesos
como un hombrecito, en pie.
¡Menos mal! ¡Qué buena fe!
¡Qué gesto tan popular!
Voy a buscar en mi hogar
a ver si tengo divisas;
aunque no sé, con las prisas
si vender o si comprar.
Postdata: al peso cubano
le ha subido la autoestima
y el dólar ahora da grima,
cabizbajo en cada mano.
El euro está más liviano.
El MLC, normal.
Y el que sigue estando mal
es el cubano de a pie.
Ni dólar ni MLC
ni euro. Todo le da igual.
El cubano de a pie espera,
sueña, aspira y se merece
trabajar y ver que crece
con su sudor, su cartera.
Y con su cartera entera
ir a comprar al mercado.
Y con todo lo comprado
comer, vivir, suspirar,
mirar atrás y pensar:
“¡Qué difícil fue el pasado!”.
En este cachumbambé
de precios el dólar sufre.
Lucifer le vende azufre
y Dios le compra café.
Qué va a pasar, no lo sé.
Observo la situación
y parodiando a Padrón,
que ni la parca lo calla:
“El Peso Valdés batalla
contra dólar e inflación”.