17D

Sonó el teléfono a las 6:58 de la mañana (nunca apago el timbre del teléfono temiendo alguna emergencia familiar). Me asusté. Reacciono y contesto sin mirar quién llama. Una voz conocida, agitada, nerviosa, me dice: “Today is the Day”.

Tal vez si hubiera sido para anunciarme que era un día célebre, o recordarme una reunión importante, un turno médico, o el tiempo de un viaje, es posible que hubiera tenido que rogar unos minutos y respirar profundo para estimular la memoria. Pero llevo más de veinte años esperando este momento, y esa voz es parte del proceso; esa voz y yo en los últimos doce meses habíamos viajado mucho, dicho mucho, trabajado mucho, para no saber en aquel preciso instante de qué se trataba, a qué se refería: “The President is going to Speak at 12:00”, me dijo, y colgó sin darme tiempo a contestar.

Apenas unos minutos después comienzan a llegarme las alertas al móvil: “The Cuban Government has freed Alan Gross”. Hago una breve llamada a Washington y me confirman que también los tres cubanos que aún cumplían condenas en Estados Unidos, habían sido liberados. Me llevo las manos a la cabeza y suspiro…

Lo que vimos después por televisión, en trasmisión simultánea en Estados Unidos y en Cuba, nos sorprendió a todos… Así no más, el Presidente Obama y el Presidente Raúl Castro conversaron y decidieron poner en marcha el proceso de normalización de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos. Un momento histórico, comenzaba una nueva era…

El camino hacia el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre nuestro país de origen y nuestro país adoptivo es largo y pedregoso, depende de dos gobiernos recelosos, de la voluntad de sus gobernantes, y también de nosotros. Hemos de esperar que prevalezcan en los negociadores la sabiduría y las buenas intenciones. Pero el camino hacia la reconciliación de la nación no depende de poderes naturales ni sobrenaturales, es mucho más íntimo, pasa por cada uno de nosotros y somos libres de elegirlo o desecharlo.

Así que ahora nos toca a los cubanos, a los de dentro y a los de fuera de Cuba, despojarnos de los demonios del pasado para poder comenzar un proceso de reconciliación. La normalización, la paz, el bienestar, la prosperidad, la felicidad y el futuro de Cuba (nuestro país) no dependen solo de los políticos, sino también de la buena fe, las aspiraciones, la unidad y la autodeterminación de cada cubano. “Today is the Day”.

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