Mi vecino, un elegante señor de pocas palabras, de pautas al caminar como si cada paso fuera un atardecer, es un cubano muy perseverante. Todos los fines de semana, a muy temprana hora, reposa sus frágiles rodillas sobre su colorido jardín y trata infructuosamente de sembrar con más empeño que maña, un tipo de grama verde claro y peluda que por más que trata, no logra que prenda.
Hace cinco años que vivimos en la misma vecindad, pero solo me he limitado a saludarlo en tres ocasiones, porque es un señor muy introvertido y serio, aun así, parece ser buena persona.
Hace unas semanas, mientras hacía mis ejercicios mañaneros, me detuve frente a su jardín. Allí estaba mi vecino depurando el césped de las malas hierbas y regando semillas bajo una leve lluvia que caía insistentemente como preámbulo de un inevitable aguacero. Fue entonces cuando, más por pena que por curiosidad, decidí preguntarle por qué tanto empeño en sembrar esa grama fina y delicada que crece y desaparece a su antojo como si jugara a los escondidos.
“¿Qué tal Cancio?”, me dijo, mientras desenterraba su cabeza del abultado sombrero de yarey y me extendió su mano húmeda y cubierta de tierra en opuesto contraste a su habitual atuendo. “Gusto en saludarlo”, agregó. Quedé sorprendido, “el gusto es mío”, respondí.
“Disculpe mi atrevimiento —le interrumpí—, es que no entiendo por qué se empeña en sembrar esa hierba fina que parece no agradecer su esfuerzo, lleva usted años invertidos en esta gestión, ¿qué tiene de especial, por qué lo hace?”.
Se secó el sudor de su frente, respiró profundo y después de un angustiado suspiro me contó que hacía 48 años que se había ido de Cuba y nunca más había regresado… “Recuerdo, como si fuera en este instante, cómo me revolcaba con mis hermanos por el césped de la casa de mamá, la hierba era así como esta, fina, copiosa, como algodón, rodábamos en ella, nos pinchaba y daba picazón; aún puedo oler el aroma que despedía cuando llovía, se daba sola, era hermosa, es un recuerdo muy lindo de mi niñez que deseo recrear en mi jardín”.
“Así es, le dije, en Cuba se da sola, está por todas partes”, y agregué, “tal vez la tierra sea diferente”. Entonces con extrema cautela le pregunté: “Disculpe, pero ¿no le sería más fácil volver, regresar?” Enrojeció y demoró en responder como si buscara en su interior la respuesta adecuada.
“Ya no me queda familia en Camagüey, no tengo a nadie en Cuba”.
Al día siguiente mientras caminaba frente a su casa busqué a propósito su nombre en el buzón y puse dentro de él la edición de la revista OnCuba para el mes de abril.
Días más tarde, mientras corría y daba la vuelta a la rotonda que me lleva directo a casa, lo vi de lejos parado en la acera frente a su jardín, se había perdido el verde de su hierba de Manila Zoycia importada de las Bermudas. Me esperaba, ya no llevaba su sombrero de yarey, apenado me acerqué, se veía evidentemente emocionado, me dio un fuerte abrazo y me dijo: “Gracias, Cancio, muchas gracias por devolverme un pedacito de mi país, gracias por traerme a Cuba”
esta magnifico no deje de escribir con su pluma reconfortamos el alma…saludos gloriatclark
Realmente hermoso y conmovedor,los recuerdos q llevo d mi cuba nunca los podre olvidar y ahora q fui recorri hasta donde habia vivido hasta los tres anos en playa Baracoa y donde pasaba parte d mis vacaciones donde vive parte d mi familia en las villas,realmente maravilloso y siempre q pueda regresare porq la quiero porq es mi cuba.
Gracias por OnCuba, Cancio..Muchos más de los que te imaginas te lo agradecemos..
Muy lindo tu escrito Hugo, siempre sigo las ediciones de la Revista, la leo entera, pero entre otras cosas siempre busco tus artículos, siempre están llenos de cubanía, y siempre veo en ellos el amor que profesas por tu tierra. Mucho sentimiento en todos tus articulos, gracias por ellos. Bendiciones
Una forma muy inteligente de promover su publicación, lo felicito, pero yo me quedo sembrando el césped rodeado de flores de mariposa.
Muy bonito Cansio,buen articulo,lo unico que no me gusta de ti es cuando defiendes a los Castros y a los que lo han apoyado por decadas,pero por lo demas,se pueden leer tus articulos cuando de verdadera cubania se trata…
Que puedo decir que no sea lo mucho que me a gustado este artículo,Cuba es mi constante diario,la respiro cada día y la puedo sentir en este artículo publicado,felicidades
Hace poco fui a Cuba a ver a mi madre moribunda luego de 29 años de haber salido de allà. Recuerdo haber visto esa hierba, y la recuerdo ahora luego de leer este artìculo. Hay cosas que el desastroso desempeño de la actividad econòmica en Cuba no ha podido destruir. Son cosas de la naturaleza que hacen resistir cualquier tipo de tempestad.
Sabes hermano hoy me removisteis los recuerdos, llegastes a lo mas profundo y retrocedi muchos anos, volvi a mi infancia, a mi Cerro inolvidable gracias a tus comentarios sobre tu vecino, A veces nos damos cuenta tarde de muchas cosas; pero gracias a persona como tu que con su buena voluntad y un pequeno detalle le ragalan a una la felicidad y la sonrisa de nuevo, gracias.
MUY CUBANO GRACIAS POR SER COMO ERES REFLEJAS MI MANERA DE VER LA CUBA QUE DESEO UN SALUDO DE CANARIAS
HAY ALGUNA MANERA DE RECIBIR LA REVISTA
AQUI DONDE VIVO EN WEST PALM BEACH FL 33409
SERIA COMO RECIBIR UNA BRISA FRESCA DE CUBA, GRACIAS
Cancio , esto que contaste sobre tu vecino , me ha hecho recordar mi casa de Cuba, yo vivía en una playa que se llama Guanabo, y allí las plantas crecían solas, lo mismo grama que arboles frutales a pesar de vivir tan cerca del agua salada del mar, Ahora vivo en USA , muy lejos del mar y extraño el olor a salitre y toda la vegetación salvaje que rodeaba esa casa donde nací y viví casi toda mi vida , antes de salir de Cuba … y me esta pasando igual que tu vecino, leyendo OnCuba he vuelto a sentir ese olor … a Cuba