Savielly Tartakower fue un hombre marcado por la guerra. De origen ruso, se mudó al estado austro-húngaro hasta el final de la Primera Guerra Mundial. Tras el conflicto emigró a Polonia, y por último terminó su vida jugando bajo bandera francesa. Un solo hombre, cuatro nacionalidades y una existencia errante que no bastó para deprimir su inagotable amor por el juego de ajedrez.
Reconocido como una de las más grandes personalidades ajedrecísticas de su tiempo, mereció un montón de elogios entre los que descuellan los de Harry Golombek y José Raúl Capablanca. En la introducción al libro de Tartakower sobre sus mejores juegos, Golombek escribió:
“El Dr. Tartakower es por mucho el más culto e ingenioso de todos los maestros ajedrecistas que he conocido. Su muy centrada mentalidad y su natural ingenio hacen de su conversación un constante placer. Tanto es así que considero que Tartakower es una de las más brillantes atracciones que un torneo internacional puede depararme. Su charla y pensamiento se asemejan a una modernizada mezcla de Spinoza y Voltaire; y con esta, todo un toque de paradójica originalidad que es esencialmente Tartakower”.
Mientras, el genio cubano –pese a aventajar holgadamente al europeo ante el tablero- no se ocultó para sostener lo siguiente ante la prensa, durante la Olimpiada de Buenos Aires 1939:
“El equipo polaco es capitaneado y liderado por el Dr. S. Tartakower, un maestro con profundo conocimiento y gran imaginación, cualidades que lo hacen un formidable adversario. Afortunadamente para los otros, el equipo polaco dispone de un solo Tartakower”.
De inteligencia inestimable, el hombre al que Miguel Najdorf siempre se refirió como “mi maestro” fue ampliamente celebrado por sus incontables aforismos (“tartakoverismos” del tipo “es siempre mejor sacrificar las piezas de tu oponente” o “un peón aislado dispersa tristeza por todo el tablero”). Existe una de las variaciones de la Defensa Danesa que lleva su apellido, y suya es también la invención de la Apertura Orangután (1. b4), llamada así luego de que Tartakower quedó encantado con un gran simio del zoológico de Nueva York, en una visita durante el gran torneo de 1924.
Su estilo era típico de la escuela hipermoderna, por lo que rompía con los dogmas clásicos del juego posicional e intentaba rematar sus partidas con algún sacrificio de pieza. Entre sus múltiples creaciones de lujo se cuenta la que acompaña esta sección, firmada en el torneo de Moscú 1925.
Blancas: S. Tartakower.Negras: A. Rubinstein.
1.e4 e5 2.Cc3 Cc6 3.Ac4 Cf6 4.d3 Ac5 5.Ae3 d6 6.Axc5 dxc5 7.Cge2 Ca5 8.Ab3 Cxb3 9.axb3 0–0 [9…c6 10.Dd2 Ae6 11.Dg5 Cg4 12.Dxd8+ Rxd8 13.Ca4 Rc7 14.Cxc5 The8 15.h3 Cf6 16.Cxe6+ Txe6 17.0–0 Cd7 18.f4 exf4 19.Txf4 f6 20.Cg3 g6 21.h4 h5 22.Ce2 Ce5 23.Tf2 Td6 24.Cf4 Schoenlein,M-Attig,U/Germany 1997/1–0] 10.0–0 Cg4 11.h3 Ch6 12.f4 exf4 13.Cxf4 f6 14.Df3 Cf7 15.Tf2 Ce5 16.Dg3 c6 Cubre b5+d5 17.Ch5 De7 18.Taf1
18.Ca4!? Cd7 19.Taf1
18…Rh8 19.Cd1 Ad7 20.Ce3 Tad8 21.Cf5 la presión sobre g7 crece 21…Axf5 22.exf5
No 22.Txf5 g6 23.Txf6 Tg8
22…Dd7 23.Tf4 Tfe8 24.Rh1 Te7 25.Te4 Tde8 26.Dh4 Rg8 27.Df2 b6 28.Tfe1 Rh8 29.T1e3 Rg8 30.Tg3 Rh8??
Esto conduce a posteriores incomodidades. Mejor era 30…Tf8±
31.Txg7+- Txg7 32.Cxf6 De7 33.Cxe8 Dxe8 34.Df4 Te7 [34…Tg8 no es de mucha ayuda 35.Txe5 Df7 36.Te6+-] 35.f6 Cg6 [35…Tc7 era el camino menos espinoso] 36.Txe7 Cxe7 [36…Cxf4?? terminaría en mate con 37.Txe8#] 37.f7
37.f7 Dxf7 38.Dxf7+-; 37.fxe7?! es una alternativa más débil 37…Dxe7 38.Rg1 De1+ 39.Rh2 De7+-
1–0
LA FRASE: “El ganador de la partida es el jugador que comete el penúltimo error”. Savielly Tartakower.