“Sí, tal vez me guste más defender que atacar, ¿pero quién ha demostrado que defender es una ocupación menos riesgosa y peligrosa que atacar?”.
Así dijo una vez Tigran Petrosian, acosado por críticas sobre su naturaleza defensiva, y dejó anonadado al universo. Nadie, seguramente nadie, esperaba esa salida. Pero el armenio, cuyo único dios era la lógica, echó mano de la carta ganadora.
“Estoy convencido de que en el ajedrez –apuntó luego- nada es accidental. Ese es mi credo. Solo me gustan las partidas en que jugué de acuerdo a los requerimientos de la posición”.
Cuando hablamos de Petrosian se trata, muy posiblemente, del mejor trebejista defensivo de la historia. Del “primer defensor con D mayúscula”, según afirmó Vladimir Kramnik. Un hombre que tenía “la habilidad de ver y eliminar el peligro 20 jugadas antes de su aparición”, como apuntó el mítico Fischer, tan poco dado a la alabanza del ajedrez ajeno.
El gran armenio, cuyo talento aún minimizan los minimizadores del talento, no fue un niño prodigio, y ni siquiera conoció tempranamente el ajedrez. Pero en 1944 ganó el Campeonato Juvenil de la URSS y dio el primer aviso. Para entonces ya era un estudioso apasionado de Capablanca y Nimzowitsch, y comenzaba a armarse de un estilo que, pasados los años, le merecería apodos como La Boa Constrictora y El Tigre de Acero.
Sin embargo, tras el triunfo inicial hubo un estancamiento que solo se quebrantó definitivamente con la conquista de la corona absoluta soviética en 1959. Poco tiempo después se agenció el torneo de Candidatos de Curazao –medio punto por delante de Keres y Geller- y obtuvo el derecho de retar al monarca vigente, el gran Mijail Botvinnik.
Todos los pronósticos daban como claro favorito al veterano patriarca, considerando “manso” a Petrosian. Y el cotejo de apertura les otorgó toda la razón. Sin embargo, la derrota espoleó fuerte a Tigran, que se llenó de toda la paciencia de este mundo e inclinó el score final del lado suyo, 12,5-9,5.
Ya era rey del planeta. Y cuando defendió su trono contra Boris Spassky, que no pudo hacerle frente en los duelos teóricos, la gente pensó que “gobernaría” por tantos años como el propio Botvinnik. Mas no fue así: el propio Spassky lo destronaría en un encuentro más que disputado y Petrosian cedería el cetro para siempre, habida cuenta de que en el siguiente torneo de Candidatos acabó siendo batido en la instancia decisiva por Fischer, y más tarde, en 1974, cayó a los pies de Victor Korchnoi, su enemigo jurado.
Incomparable amante de la música –pese a tener problemas auditivos-, fotógrafo aficionado, jardinero en los ratos de ocio, el armenio inmortal no era un tipo aburrido, como suelen decir sus detractores. Mas bien fue solo un hombre que escogió un modo de jugar sin sobresaltos, aferrado a la idea de anticiparse al plan de sus contrarios mediante una efectiva y frustrante profilaxis.
Se defendía como nadie, e hizo del juego posicional su propio sello ajedrecístico: en lugar de lanzarse al ataque prefería ir sumando pequeñas ventajas que aprovechaba con precisión y –cabría decirlo- crueldad.
Pero eso no quiere decir que no fuera capaz de vestirse de táctico y mandar a sus tropas a la guerra. Para muestra, el botón de su cotejo versus Ludek Pachmann en Bled’61, donde sacrificó su dama y a seguidas liquidó las acciones con un movimiento pleno de elegancia. Casi un verso.
Blancas: T. Petrosian. Negras: L. Pachmann.
1.Cf3
Típico de Petrosian, que también gustaba de empezar con 1. d4 y 1. c4 o 1. Cf3.
1…c5 2. g3 Cc6 3. Ag2 g6 4. 0–0 Ag7 5. d3 e6 6. e4
La posición parece salida de una Siciliana. Pero con 6. e4 se arriba al Ataque Indio de Rey.
6…Cge7 7. Te1 0–0
Algunos comentaristas sugieren que esta jugada es un error. Panno propone estas líneas: a) 7…d5 y ahora 8. Cbd2 para evitar la simplificación; b) 7…d6 8.c3; y c) 7…e5. Sin embargo, en muchas partidas de alto nivel se ha jugado 7…0–0 con buenos resultados para las negras.
8. e5 d6
En este punto, varios programas informáticos señalan que lo correcto es 8…Cf5.
9. exd6 Dxd6 10. Cbd2 Dc7 11. Cb3
Atacando c5. Observe la sutileza de Petrosian al jugar 10. Cbd2 y no 10. Cc3. Eso, porque 10. Cbd2 permite Cb3 o Cc4, dependiendo de lo que hubiese jugado el negro. Por otra parte, está claro que 10…Dc7 fue una pérdida de tiempo, y que en su lugar debió optarse por 10…b6, o incluso 10…Dd8.
11…Cd4 12. Af4 Db6 13. Ce5 Cxb3
Analistas coinciden en que esto es un error. Con 13…Axe5 seguido de 14. Axe5 f6, se aguantaba la pulseada.
14. Cc4 Db5
Si 14…Dd8, entonces 15. axb3 Cf5 16. Dd2 con idea de Ta5 o Da5 y una presión enorme sobre el ala de dama que debería ganar por lo menos un peón.
15. axb3 a5 16. Ad6 Af6 17. Df3
El preludio de un electrizante final.
17…Rg7 18. Te4
Aquí, Petrosian puso adelantarlo todo con 19. Dxf6+.
18…Td8
18…Cd5 19. Axf8+ Rxf8.
19. Dxf6+!!
Sencillamente bello.
19…Rxf6 20. Ae5+ Rg5
20…Rf5 no marcaba diferencia.
21. Ag7!
El alfil se introduce en el fianchetto adversario e impide que el rey encuentre refugio. Ahora se amenaza 22. h4+ seguido de mate (23. Ah3++ y también 23. Af3++), según sea el movimiento de las negras.
1-0
LA FRASE: “Dicen que mis partidas deberían ser más interesantes. Yo podría ser más interesante y también perder”. Tigran Petrosian.
Cuando leo estas crónicas deseo fervientemente aprender a jugar ajedrez.