Lo que nunca logró Anatoli Karpov, lo que no pudo hacer Viswanathan Anand, el milagro que jamás le había sido concedido a ajedrecista alguno, lo consiguió Vladimir Kramnik.
Derrotar a Garri Kasparov en un match parecía una misión inconcebible. Con asesina frialdad, el Ogro siempre se las ingeniaba para aniquilar la oposición del adversario, lo mismo con movimientos tácticos que golpes sicológicos. Pero Kramnik era (y es) rocosamente frío.
Fue en el año 2000. Kasparov, que desde 1993 había fundado la PCA (Professional Chess Asociation), seleccionó a Kramnik como su retador, y el larguirucho jovenzuelo de casi dos metros –a la sazón con 25 abriles- lo derrotó tras 16 cotejos efectuados en Londres, felizmente aferrado a la Defensa Berlín de la Ruy López. Nunca antes (como no fuera en la victoria de Capablanca sobre Lasker) el desafiante había destronado al rey sin perder una sola partida.
Sin embargo, la FIDE no reconoció al nuevo monarca hasta el año 2006, cuando Kramnik enfrentó al búlgaro Veselin Topalov en Kalmikia. El empate final en el score debió ser resuelto en partidas semirrápidas –antes hubo una larga controversia por el uso indiscriminado de los urinarios-, y el ruso se llevó la parte del león, reunificando el trono del imperio.
Kramnik ha sido un grande. Se defiende con una técnica exquisita, y domina el ajedrez posicional con la solvencia que antes lo enarbolaron tipos como Capablanca, Smyslov y Karpov. Arma edificios sólidos, indestructibles, y desde allí contragolpea con poderío y clase. Derrotarlo es casi un sueño, admiten muchos.
A estas alturas, su expediente está sobrado de excelencias. Ha triunfado más que nadie en Dortmund, conoce la gloria de Linares, se ha batido de tú a tú contra la máquina. Para dar una idea cabal de su linaje, baste decir que exhibe un palmarés positivo (+5-4=40) ante el propio Kasparov, al que muchos consideran el mejor jugador de cualquier época.
La partida de hoy, justamente, opone a Kramnik contra el genio de Bakú. Se jugó en 1996 en Dos Hermanas, y le dio la vuelta al universo gracias a su trepidante desarrollo, marcado por los duros exámenes a que fue sometido (y que desaprobó) el magnífico Kasparov, que condujo piezas blancas. “Yo solo quería divertirme un poco, explicó Kramnik después. No podía calcular todas las variantes posibles”.
Blancas: G. Kasparov. Negras: V. Kramnik.
Gambito de Dama, variante Merano
1.d4 d5 2.c4 c6 3.Cc3 Cf6 4.Cf3 e6 5.e3 Cbd7 6.Ad3 dxc4 7.Axc4 b5 8.Ad3 Ab7 9.0–0 a6 10.e4 c5 11.d5 c4 12.Ac2 Dc7 13.Cd4 Cc5 14.b4 cxb3 15.axb3 b4 16.Ca4 Ccxe4 17.Axe4 Cxe4 18.dxe6 Ad6 19.exf7+ [19.g3 0–0 20.f3 Axg3 21.De2 Ae5 22.Ae3 Cc3 23.Cxc3 bxc3 24.Ta4 De7 25.f4 Af6 26.Dg4 fxe6 27.Cxe6 Tfe8 28.f5 Ad5 29.Ac5 Df7 30.Cg5 Dc7 31.Ad4 c2 32.Tc1 Te1+ 0–1 Khatov,A – Beshukov,S /Novgorod 1997] 19…Dxf7 20.f3 Dh5 21.g3
Las negras tienen una posición activa [21.fxe4 Dxh2+ 22.Rf2 0–0+ 23.Re3 Dxg2–+]
21…0–0? [21…Cxg3 permitiría al negro seguir jugando 22.hxg3 0–0] 22.fxe4+- Dh3 23.Cf3??
Debilitando la posición [con 23.De2 la ventaja es para el blanco por 23…Txf1+ 24.Dxf1 Dxf1+ 25.Rxf1 Axe4 26.Af4+-]
23…Axg3 24.Cc5 [24.De2!? es interesante debido a 24…Ad6 25.Ab2=] 24…Txf3 Las negras amenazan mate 25.Txf3? [25.Ta2!? y el Blanco puede mantenerse con vida: 25…Txf1+ 26.Dxf1 Dxf1+ 27.Rxf1] 25…Dxh2 26.Rf1 Ac6 27.Ag5??
El blanco se desmorona al enfrentarse a su situación. Mejor era 27.Ta5 Ac7 28.Dd4 Axa5 29.Ab2 Dh1+ 30.Rf2. Kasparov, que nunca fue un defensor a la altura de su capacidad atacante –acaso por la falta de costumbre de asumir dicho papel, según algunos-, ha cometido errores caros, pero ello no hace sino aumentar el mérito de la presión ejercida sobre él por Kramnik.
27…Ab5 28.Cd3 Te8 29.Ta2 [29.Tc1 Dh1+ 30.Re2 Txe4+ 31.Rd2 Dg2+ 32.Tf2 Axf2 33.Tc8+ Ae8 34.Cxf2 Td4+ 35.Re2 Txd1 36.Txe8+ Rf7 37.Te7+ Rf8 38.Rxd1 Dxf2 39.Te3 Dg1+ 40.Re2 Dxg5 41.Tf3+ Re7 42.Rd3–+] 29…Dh1+ [29…Axd3+ 30.Txd3 Dh1+ 31.Re2 Dg2+ 32.Re3 Txe4#] 30.Re2 Txe4+ 31.Rd2 Dg2+ 32.Rc1 Dxa2
33.Txg3 Da1+ 34.Rc2 Dc3+ 35.Rb1 Td4
Después de esto, solo queda rendirse: 36.Ra2 Axd3–+ (36…Txd3?! 37.Txd3 Axd3 38.Ad2–+).
0–1
LA FRASE: “El ajedrez es pura matemática, eso es todo”. Vladimir Kramnik.