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Los diseñadores salvajes

Si uno le entrega un libro a Eric Silva Blay para que lo diseñe pueden pasar dos cosas. Uno, que se duerma primero la mano y la use dormida —como si fuera la mano de otro— para ilustrar el texto, en una versión anarco-punk de la máxima de Rimbaud: “Je est un autre”. Dos, y esta es la más probable, que te devuelva el libro completamente cambiado. El único problema es que todo lo demás (empezando por las imágenes que te proponen otros diseñadores foráneos para el mismo ejemplar) te parece de una inconsistencia patética. Porque Eric Silva es un uno de los diez diseñadores made in Cuba que hace mucho abolieron toda la diferencia entre escribir y diseñar.

¿Quiénes son los diez Reservoir Dogs del diseño gráfico cubano? Lo que sigue es un top ten tarantinesco:

Nelson “John Travolta” Ponce: Sus carteles son inoxidables. Un cartel de Nelson ya no tiene que ver con la película sino con la promesa de la película. Porque el cine cubano, se sabe, cada vez se parece más a la política: nos pide que creamos en él, que lo votemos y luego, inevitablemente, nos defrauda. (Son muchos los que solo se sienten complacidos con la cinematografía nacional cuando Nelson Ponce la convierte en carteles.) Ha materializado un estilo de diseño gonzo, término que en el argot jazzista de New Orleans equivale a “tocar sin reglas”. Y, seguro, ya tiene que existir la tesis universitaria o el libro que lo acuse de ser un “comiKaze”. Porque, hay que decirlo: el tipo se pasea impunemente por el campo cultural cubano con una mochila llena de proyectos que pueden explotar en cualquier momento. (Los custodios de la Casa de las Américas le tienen miedo a Nelson Ponce, sí; pero más asustados deberían estar los que le otorgaron el Premio Nacional de Diseño del Libro, en 2013.)

Spoiler: Se rumorea que en vez de un Elegguá, tiene en su estudio una cabeza con poderes telekinéticos que flota dentro de un frasco lleno de fluido amniótico.

Michele “Uma Turman” Miyares Hollands: Tal vez la mejor diseñadora editorial que hay en Cuba. Sus composiciones son virósicas: no hay artista cubano que se resista a un catálogo de Hollands. Y, se sabe, La Gaceta de Cuba es como el Michele Museum. En un mundo perfecto o, por lo menos, consecuente, su póster de la Virgen de la Caridad del Cobre estaría expuesto de forma permanente en el Museo Nacional de Bellas Artes, junto a los cuadros titánicos de Raúl Martínez. De imágenes como esa están hechas las mejores religiones. (Y en alguna parte leí que un psicólogo gringo aseguraba que, desde 1959, diez mil personas sueñan en la Isla, cada noche, con la Patrona de Cuba.)

Spoiler: Se ha prometido a sí misma que, tan pronto como termine la Bitácora de Cine Cubano (el más flamante proyecto editorial de la Cinemateca de Cuba: tres tomos que ocupan más de 1500 páginas), se dará permiso para ver una telenovela coreana (o japonesa) a modo de gratificación. ¡Venga, Michele, dos tomos más, 1000 paginitas; terminas la Bitácora… y luego un Dorama!

Edel “Inglorious bastard” Rodríguez (Mola): El plan maestro de Edel Rodríguez consiste en coronarse como el capo de la ilustración en Cuba. El Mola se hace cargo de las demandas desoídas del texto y de la historia de un libro. Las detecta husmeando entre palabras, escombros. Las documenta con trazos, ilustraciones, tipografías: todo un archivo de evidencias gráficas. Porque la imaginación del Mola es como una de esas especies de arácnidos que no corren peligro de extinción. Y un detalle acaso más perturbador: sus caricaturas son el mejor exponente posible de las teorías de Cesare Lombroso, el criminólogo italiano que predijo, en pleno siglo XIX, la tendencia delincuencial de una persona observando su rostro.

Spoiler: Se enfrenta a una demanda judicial de la editorial Gente Nueva “por convertir los libros infantiles en extraños virus extraterrestres”.

Pepe Menéndez & Laura Llópiz (“Natural Born Killers”): No son como esas bandas efímeras que tienen uno o dos hits y enseguida se separan. Pepe & Laura son como The Rolling Stone, no puede afirmarse que sean “nuevos” o “jóvenes”, pero sí que es un tándem revolucionario, por siempre novedoso, y que no tiene depredadores naturales en el google.cu. Días atrás leía en I’ll Be your Mirror —una destornillante selección de 37 entrevistas a Andy Warhol— estas líneas incógnitas para Pepe & Laura: “¿Hay alguien a quien no deberían pagarle?” Respuesta: “A la gente con talento”. Y el periodista: “¿Por qué?” Y Warhol: “Porque todo les sale muy fácilmente”.

Spoiler: Si alguien me preguntara qué esperar del futuro cercano tendría que confesar, con toda naturalidad: que sus lenguas sean el símbolo del ISDI, a lo Mick Jagger.

Raúl “Hattori Hanzō” Valdés (Raupa): Domina como pocos el trabajo hercúleo del After Effects, pero es el equivalente de una navaja suiza con múltiples prestaciones. Raupa le cambió el género a la Muestra de Jóvenes Realizadores: mutó la Muestra en Monstruo, con la potencia de un satori. Es, además, el fisiculturista de la Casa de las Américas, un profesional del fitness, empeñado en lograr, como mínimo, entre 720 y 1080 píxeles de masa muscular. Y sí, todo parece indicar que piensa en Blu-ray. (La facción más fundamentalista del videoclip cubano, afirma que Lucas es un ser único que existe simultáneamente en tres personas distintas o hipóstasis: “en el nombre de Raupa, el Mola y el Nelson Ponce Santo”.)

Spoiler: Probablemente esté subcontratado por la Marvel y nada de esto conste en su declaración de impuestos.

Jorge “Aldo el Apache Raine” Rodríguez Diez (R10): Uno de nuestros mejores artistas seriales desde que Raúl Martínez multiplicó, hace poco más de cuatro décadas, los héroes cubanos como panes y peces. R10 se ha dedicado a “jugar” con el ADN del arte contemporáneo, sin por eso dejar de divertirse manipulando sus poleas y tensando engranajes. Ha creado toda una biología alien: “campesinos felices” en el sistema inmunológico de grandes ciudades; mujeres de la década del 50 a las que hay que amputarle la glándula de la alegría, etc. Y les hace participar de cosas muy extrañas. Para empezar: promocionar recargas de saldo en las oficinas de Cubacel con un gentil “Ay Papi”; repetir propaganda descabelladamente sexual como si fuera poesía de Emily Dickinson: “sin leche no somos nada”. El diseño provocando metástasis en los ganglios linfáticos del arte cubano.

Spoiler: Amenaza con tener más obra que Arturo Montoto.

Roberto “Mr. Pink” Ramos: Se sabe un tipo raro: asegura ser el producto de un experimento genético, “una suerte de ninja torero con un carácter muy `especial´”. Sus carteles —muchos de ellos se ocupan de cuerpos ambiguos, “laterales”— son inequívocamente admirables. Pero son sus diseños de vestuario —con una variedad de registros y técnicas aparentemente inagotable— los que quitan el aliento: mujeres biónicas, pioneras anarco-punk, son algunos de sus héroes. Pocas veces un vestuario cubano se pareció tanto a un videoclip de Lady Gaga. El más grande sensualista del cuerpo y la androginia del diseño gráfico cubano.

Spoiler: No quiero ni pensar lo que hubiera sido el vestuario de la delegación cubana que asistió a los pasados Juegos Centroamericanos, si en lugar de Mario Fréixas, Roberto Ramos hubiera puesto sus manos en él.

Giselle “O-Ren Ishii” Monzón: La perfecta poster-girl de diseñadora joven y exitosa. Es una cartelista patológica. Y cualquier investigador que se precie tiene pruebas irrefutables de que la imagen del cine cubano contemporáneo es, a falta de un adjetivo mejor, gisellemonzónica. Su carpeta profesional toca extremos: Giselle —como uno de esos casetes cromados TDK— pasa del Lado A de la cinematografía universal al Lado B, esto es: de Oliver Stone (South of the Border) a Juan Carlos Cremata (Contigo pan y cebolla). Porque, algo es seguro: sus carteles tienen fecha de elaboración, pero no tienen fecha de vencimiento. Giselle Monzón es de esos artistas con visión nocturna (cámara infrarroja y puerto HDMI incluidos) que nos enseñan a mirar lo que solo ellos ven y, de pronto, allí está todo eso, en todas partes.

Spoiler: El jurado del recién finalizado Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, definió su Video de la boda Giselle + Carlos 28-07-2014 como “más un culto que una película”. Y la celebérrima revista Cine Cubano no ha tardado en hacerse eco.

Idania “Elle Driver” del Rio: Sus carteles destilan una especie de autismo gráfico (sumarle a esto el aspecto de heroína de Charlotte Brontë de su autora), como si Idania anestesiara toda noción de “lo cubano”. La cubanidad en formol. Sus diseños provocan la extraña sensación de un delito porque el estilo de Idania es la subversión. Y tiene ideas poderosas, comunicadas en un idioma simple: el trazo minimal. El estilo de Idania es como si el poeta norteamericano William Carlos Williams se hubiera dedicado a hacer carteles. Un autismo benévolo.

Spoiler: Considerada casi un gurú por el ecosistema teatral cubano.

Y, de nuevo el comienzo, Eric “Django Unchained” Silva: Cuando era niño, Eric se distrajo escuchando un tema de Sex Pistols y la consecuencia de esa distracción está en su diseño gráfico: un estilo forjado en el punk rock. Porque el diseño es, además, parece querer decirnos Eric, una actitud, un procedimiento, una filosofía. Por eso sus carteles están llenos de citas: frases extirpadas de libros, canciones, poemas en los que El Silva suena como el más notorio y cínico de los maestros zen. En uno de esos carteles (el dedicado a Fernando Ortiz, creo), se lee: “Todos dormimos, menos aquellos cuya vigilia es nuestro peligro”. Y, ya es ciencia: el efecto de frases como esta en algunos funcionarios cubanos dura entre 18 y 30 días, más que el período de incubación del ébola. (Sé de un joven curador que vio el cartel expuesto en la Fábrica de Arte Cubano y dos meses más tarde, se niega a marcharse hasta que logre descifrarlo.)

Spoiler: El libro Guinness contempla dos de sus spots realizados en tiempo récord. Después de algunas Heinekens le promete a todo el mundo que lo pondrá en la portada de la revista El Cuentero.

Y mientras La Habana —cada vez más con más lifting— se hace la nueva cirugía de Octava Maravilla, este elenco de freaks —Nelson Ponce, Michele Miyares, Mola, Pepe & Laura, Raupa, R10, Roberto Ramos, Giselle Monzón, Idania del Rio y Eric Silva— amenaza con dar un golpe: liberar la sensibilidad cubana del kitsch, arrancarla del ostracismo provinciano al que parece estar condenada y, sobre todo, convertirnos en un país contemporáneo. Juntos nos amenazan con hacer de Cuba el próximo escenario de Kill Bill.

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