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¿Qué pasó con las cooperativas en Cuba? Un recuento después de más de una década de “actualización”

En lugar de la consolidación y expansión del sector cooperativo cubano, lo que hemos visto es una disminución en el número total de cooperativas y de sus miembros o asociados.

por
  • Camila Piñeiro Harnecker
    Camila Piñeiro Harnecker
agosto 26, 2025
en Soy porque somos
1
Vivienda campesina en Los Palacios, Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.

Vivienda campesina en Los Palacios, Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.

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¿Recuerdan la nueva economía cubana con una mayor participación de las cooperativas que fue prometida como parte de la “actualización” iniciada hace más de una década? Los principales documentos que guían este proceso de reforma, los Lineamientos y la Conceptualización, y la nueva Constitución de 2019, establecen que las cooperativas deben ser la segunda forma empresarial en importancia después de las empresas estatales, que deben contribuir a la solución de problemas locales y que deben recibir atención especial del Estado.

Pues, en lugar de la consolidación y expansión del sector cooperativo cubano, lo que hemos visto es una disminución en el número total de cooperativas y de sus miembros o asociados (“socios”). La moda de las cooperativas pasó bien rápido: apenas un par de años. De hecho, la palabra “cooperativas” parece haber casi desaparecido del vocabulario de los funcionarios públicos, e incluso de los medios oficiales de comunicación. 

¿Cómo se encuentran las cooperativas cubanas más de una década después de la promesa de una economía más social y solidaria? ¿Qué explica esta situación actual en la que las cooperativas parecen haber desaparecido de las políticas públicas e incluso del discurso de funcionarios públicos, y las empresas privadas reciben más atención gubernamental y un entorno más propicio (o menos desfavorable) que las cooperativas? ¿Será que la pausa a las cooperativas nunca va a terminar?

Evolución en la última década

Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), al cierre de 2024 existían 5107 cooperativas en Cuba, de las cuales 481 eran cooperativas no agropecuarias (CNA) y el resto (4626), agropecuarias: 2429 CCS, 837 CPA y 1360 UBPC.1

Como se puede ver en el Gráfico 1, esto representa una disminución neta con respecto a 2023, con 25 cooperativas menos, debido a una reducción de las cooperativas agropecuarias, casi todas UBPCs, mientras que el total de CNA se mantuvo.

Gráfico 1. Empresas no estatales cubanas, según tipo de propiedad (2012-2024)

Fuente: Elaborado por la autora, basado en “Organización Institucional. Principales Entidades. Marzo de 2025”, ONEI, 2025.

Lo más alarmante es que el número de cooperativas agropecuarias ha disminuido a un ritmo mucho mayor que en décadas anteriores. Si bien hasta 2011 se disolvían anualmente, en promedio, 24 UBPC y 3 CPA, entre 2012 y 2024, estas cifras aumentaron a más de 60 UBPC y 15 CPA disueltas anualmente.

Así, al cierre de 2024, había un total de 1367 cooperativas agropecuarias menos, equivalente al 77 %, de las que había en 2012: 67 %, 83 % y 82 % de las UBPC, CCS y CPA, respectivamente. Es importante notar que, a diferencia de las décadas anteriores, cuando el número de CCS presentaba ligeras fluctuaciones, estas también han disminuido en esta última década.2 

En cuanto a las CNA, se registró un crecimiento de más de 400 de estas entre 2012 y 2017. Este crecimiento, en comparación con otros países y considerando el carácter experimental de la legislación y el limitado plazo de aprobación de dos años, fue impresionante. 

Antes de la aprobación de las nuevas normas a finales de 2020, se habían creado alrededor de 439 CNA, de las cuales 421 aún existían a finales de 2020; lo que significa que solo 18 se disolvieron después de 3 a 5 años. 

Desde entonces, se ha registrado un crecimiento neto de tan solo 60 CNA, lo que evidencia una desaceleración considerable de su crecimiento y sugiere que se han disuelto otras CNA, algunas debido a su conversión en mipymes privadas, mientras que otras no han sobrevivido a todos los choques analizados más adelante.

El Gráfico 2 muestra que la membresía cooperativa ha disminuido desde 2012 hasta 20233 en 88 400 personas, lo que representa el 85 % de entonces. Dentro del sector no estatal, el sector privado ha alcanzado una mayor participación en el empleo productivo (26,2 %) que el sector cooperativo (11,4 %), con todas las implicaciones económicas, sociales y culturales que ello conlleva. 

Gráfico 2. Empleo no estatal en Cuba, según tipo de empresa (2012-2023; en miles de personas)

Fuente: Elaborado por la autora, basado en “Empleo y Salarios” en Anuario Estadístico de Cuba 2023, ONEI, 2024.

Principales choques y desafíos 

Durante la última década ha ocurrido una “tormenta perfecta” que ha afectado incluso a aquellas cooperativas cubanas con una gobernanza sólida y una gestión empresarial eficiente. Han enfrentado enormes desafíos resultantes de un entorno legal desfavorable y una serie de choques externos nacionales e internacionales:

  • La redistribución de tierras ociosas que priorizó al agricultor privado sobre las cooperativas.
  • Las barreras para que las cooperativas desarrollen sus propios canales de aprovisionamiento y comercialización, y que puedan satisfacer las necesidades de sus miembros.
  • El impedimento —hasta recientemente— de crear cooperativas de segundo grado.
  • El Ordenamiento, que desató hiperinflación, dolarización de facto y recentralización, y afectó más a las cooperativas por su mayor relacionamiento (para compras, ventas y alquiler de locales) con empresas estatales y su mayor transparencia.
  • Los cambios normativos que impusieron algunos graves límites a sus operaciones e incluso a su autonomía de gestión, anularon las ventajas de que disponían las cooperativas en cuanto a un llamado “trato preferencial”, y abrieron la puerta a la desmutualización.
  • La ausencia de una política pública, legislación e institucionalidad necesaria para el desarrollo de las cooperativas.

Redistribución de tierras ociosas

Un gran shock que han sufrido las cooperativas agropecuarias desde el inicio de la última década ha sido la política de redistribución de tierras ociosas iniciada en 2008, que ha priorizado a los agricultores privados (individuales o familiares) sobre estas. 

Esto incentivó a miembros de cooperativas a abandonarlas para obtener tierra propia y mejores ingresos. Al mismo tiempo, debilitó especialmente a las CCS, pues ellas se vieron desbordadas con la obligación de capacitar y dar servicios a los nuevos usufructuarios aun sin que fuesen sus miembros. 

Entre 2007 y 2018, se transfirió la gestión del 20 % de las tierras agrícolas desde las cooperativas, sobre todo de las UBPCs, hacia agricultores privados, mientras que la cantidad de tierras bajo gestión estatal se mantuvo casi intacta. 

Si bien era absolutamente necesario poner las tierras ociosas a trabajar, el diseño e implementación de esta medida reflejó un contradictorio cambio de política hacia las cooperativas agropecuarias. 

Reveló el abandono de décadas de reconocimiento al modelo cooperativo como el mejor aliado del agricultor individual o familiar, y el desconocimiento del papel central que han jugado las cooperativas históricamente, no solo en la seguridad alimentaria de la nación, sino también en el desarrollo económico, social y cultural de las comunidades rurales.

Foto: Kaloian.

Acceso a insumos

La redistribución de tierras en más manos privadas intensificó la presión sobre los insumos (semillas, fertilizantes, combustibles, etc.) y servicios (arado, cosecha, transporte, etc.), controlados por monopolios estatales, y redujo el acceso de las cooperativas a estos. 

En los últimos años, esta escasez de insumos agropecuarios ha sido crítica: las cooperativas agropecuarias actualmente acceden, en el mejor de los casos, al 30 % de los insumos a los que accedían en 2019. 

Tanto para las cooperativas agropecuarias como para las no agropecuarias persisten barreras para que desarrollen sus propios canales de aprovisionamiento y comercialización, y que puedan satisfacer las necesidades de sus miembros. 

Mientras el sector privado ha podido ser “creativo” en su aprovisionamiento e incluso se reconoce públicamente que accede al mercado negro, las cooperativas encuentran límites para crear cuentas en MLC, importar y exportar, y les es imposible nutrir sus cuentas en MLC como no sea mediante la exportación.

Incluso cuando pueden exportar y ganar divisas (MLC), no pueden usarlas porque las empresas estatales importadoras que los venden en MLC carecen de suministros. 

Cooperativas de segundo grado

A las cooperativas agropecuarias se les ha impedido hasta hace poco crear cooperativas de segundo grado. 

Resulta insólito que el fomento de estas cooperativas de cooperativas, que permitirían solucionar problemas de abastecimiento y muchos otros, y que internacionalmente han demostrado su validez y grandes potencialidades, no esté al centro de los empeños para aumentar la producción agropecuaria.

El Ordenamiento

Las cooperativas, como todas las formas empresariales cubanas, fueron golpeadas a partir de 2020 por la llamada Tarea Ordenamiento, pues esta generó hiperinflación y dolarización de facto acompañada de una mayor recentralización en el sector estatal. 

Pero el Ordenamiento tuvo tres golpes adicionales que afectaron mucho más a las cooperativas, debido a su mayor relacionamiento con —o dependencia de— empresas estatales para su aprovisionamiento, ventas y alquiler de locales.

Los precios de los insumos que adquirían de empresas estatales se multiplicaron, superando lo que las cooperativas podían cobrar por sus productos. 

Muchos de los clientes de las cooperativas eran empresas o instituciones estatales, las cuales fijaron precios desproporcionalmente bajos, paralizaron sus compras por muchos meses y posteriormente hicieron ajustes a la baja. 

Las CNA también sufrieron aumentos desproporcionados en los alquileres de locales estatales y restricciones operativas asociadas al Ordenamiento. 

La hiperinflación y la necesidad de divisas para acceder a insumos limitaron aún a las cooperativas. A diferencia de las empresas privadas, la gobernanza de las cooperativas les impide operar eficazmente en el mercado informal de dólares e insumos productivos. 

A las cooperativas les es más difícil acceder al mercado negro porque deben ser transparentes hacia sus miembros, y un secreto entre muchos ya no es secreto.

Foto: Kaloian.

Cambios normativos

Por otro lado, los cambios normativos de 2018-19 y 2023 (para las agropecuarias) y de 2019, 2021 y 2024 (para las no agropecuarias), si bien tuvieron pasos de avance, han resultado en tres afectaciones para las cooperativas. 

Por un lado, —sobre todo los de 2018-19—, impusieron algunos graves límites a sus operaciones e incluso a su autonomía de gestión, los cuales han sido solo en parte superados.4

Las normas más recientes finalmente reconocieron la autonomía cooperativa, pero al mismo tiempo —bajo el nuevo dogma (neoliberal) de “igualdad de condiciones para todas las empresas”— anularon las ventajas de que disponían las cooperativas en cuanto a un llamado “trato preferencial”.5 

En la actualidad, estas ventajas han sido reducidas a una menor carga tributaria, la cual, en la práctica, también ha sido anulada por los efectos del Ordenamiento y las barreras operativas ya analizadas. 

Aun más, estas normas abrieron las puertas para la desmutualización o conversión de cooperativas a mipymes, al tiempo que ni siquiera se menciona cómo una mipyme que alcanza el máximo de 100 empleados podría ser convertida a una CNA.

Sin política pública de promoción

Finalmente, aunque no es menos importante, las cooperativas se han visto afectadas porque se ha mantenido la lamentable ausencia de una política pública de promoción de las cooperativas, de una legislación que unifique y libere de trabas a todo el sector cooperativo, y de una institucionalidad especializada que realmente entienda y aproveche las particularidades del modelo cooperativo. 

Para tener un sector cooperativo sano, es imprescindible contar con instituciones que cumplan las funciones básicas necesarias de promoción, representación, supervisión pedagógica; para no hablar de la necesidad de coordinación de políticas públicas, financiamiento, educación, investigación y desarrollo.

Todas las crisis

Aunque sea obvio, no debe dejar de mencionarse que a partir de 2019 las cooperativas —como todas las formas empresariales cubanas— se han visto afectadas por una severa crisis económica nacional. 

No se es honesto si no se reconoce que esta crisis ha resultado en gran medida del recrudecimiento del bloqueo y de la guerra económica de las administraciones de Trump y Biden, que han logrado estrangular las principales fuentes de divisas del país: turismo, misiones médicas, remesas. 

Obviamente, la pandemia de covid-19 devastó aún más una economía dependiente en gran medida del turismo, y que no escatimó gastos para el desarrollo de vacunas y la implementación de campañas de vacunación.

Pero también debe reconocerse que la crisis actual es en parte producto de la incapacidad de las reformas implementadas en la última década para lograr los resultados esperados.

Entre estos fracasos, aunque no se le da la importancia que requiere, está el fracaso hacia el sector cooperativo. 

No hacer nada ha sido un grave error

La reducción del sector cooperativo cubano ha sido resultado de graves errores que se han cometido y se continúan cometiendo en materia de promoción y desarrollo de cooperativas. Continuamos siendo uno de los poquísimos países de la región que no cuentan con una ley general para todos los tipos de cooperativas, a pesar de haberla anunciado hace más de una década. 

No hay que esperar a tener una ley cooperativa, como tampoco a tener el tan anhelado mercado cambiario, para levantar las muchas barreras operativas que enfrentan las cooperativas cada día que en muchos casos no dependen de otra cosa que de al menos dejarles hacer.

Foto: Kaloian.

¿Una pausa que no termina?

El experimento con las cooperativas no agropecuarias en Cuba fue suspendido oficialmente en 2016; de facto desde 2015, cuando el Estado dejó de contratarlas y aumentó su fiscalización. 

La justificación gubernamental, basada en una evaluación presentada en 2017, citaba desviaciones del objetivo original, falta de control, tendencia al alza de precios y uso indebido de créditos. 

Es significativo que la mayoría de estos problemas —como la supervisión inadecuada y la opacidad en los procesos de contratación estatal— fueran fallos institucionales externos a las cooperativas, aunque la responsabilidad recayó sobre estas. 

A pesar de reconocerse que los casos problemáticos fueron minoritarios y se concentraron en sectores específicos como la construcción, la respuesta no fue fortalecer el modelo, sino detenerlo indefinidamente.

Con el sector privado no hubo tal escarmiento, sino todo lo contrario. La evaluación que ocurrió simultáneamente del trabajo por cuenta propia detectó irregularidades más graves y generalizadas, como evasión fiscal y contratación encubierta de trabajadores. 

Sin embargo, en ese caso, las soluciones se orientaron hacia una mejor supervisión y capacitación, con solo una corta paralización de la entrega de licencias.

Como demuestra la evolución del número y la membresía de las cooperativas cubanas durante los últimos 12 años y el análisis de los factores que están detrás de este declive aquí analizados, la pausa para las cooperativas decretada hace una década aún persiste y se ha convertido en un abandono del modelo en la política pública, tanto en las normas como en los hechos. 

Si un grupo propone la creación de una cooperativa, no es inusual que le pregunten por qué no crean una mipyme. No se conocen conversiones de unidades empresariales estatales a gestión cooperativa posteriores al 2015. 

Se ha dificultado el acceso de cooperativas a rentar locales estatales, privilegiando abiertamente al sector privado. A muchas de las CNA que rentan locales se les ha intentado subir los precios desproporcionadamente.

Las cooperativas agropecuarias parecen no tener ningún apoyo, ni central ni local, para poder solucionar su falta de insumos básicos para la producción de alimentos. Los gobiernos locales de zonas rurales con presencia de varias cooperativas interesadas en asociarse no parecen haber facilitado el surgimiento de ni una sola cooperativa de segundo grado.

Todo esto evidencia una clara preferencia de funcionarios públicos por otras formas no estatales como las mipymes privadas, los TCP y los productores agropecuarios privados.

¿Será que se ha decidido que las cooperativas han dejado de ser útiles para el nuevo modelo de desarrollo cubano y no nos hemos enterado?


Notas:

  1. Los diferentes tipos de cooperativas en Cuba son: 1) Cooperativas de Crédito y Servicios (CCS, que son cooperativas de productores de agricultores privados) desde 1960; 2) Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA, que son cooperativas de trabajadores de agricultores y personal administrativo) desde 1975; 3) Unidades Básicas de Producción Agropecuaria (UBPC; que son cooperativas de trabajadores de agricultores y personal administrativo que arriendan tierras del estado en usufructo gratuito) desde 1993; y 4) Cooperativas No Agropecuarias (CNA; que son generalmente cooperativas de trabajadores, pero también podrían ser cooperativas de productores, en cualquier caso en actividades que no son en la agricultura) desde 2013.

  2. La reducción del número de cooperativas agropecuarias y de sus socios es una tendencia mundial que se debe principalmente a la consolidación (fusión de cooperativas) y a la disminución del número de agricultores como resultado de la migración a las zonas urbanas y la reducción de la actividad agrícola. En Cuba, otros factores han también incidido y son analizados más adelante.

  3. La ONEI aún no ha publicado los datos sobre el empleo al cierre de 2024.

  4. En particular, el Decreto Ley 366 de 2019 estableció que las CNA no podían comercializar fuera de la provincia donde estaban registradas, limitó el crecimiento de sus membresías a menos del 10 % con respecto al tamaño del momento en que se aprobó esa normativa y restringió —como se mencionó antes— su acceso a cuentas bancarias que les permitieran operar en las monedas existentes (CUC en aquel entonces, MLC después del ordenamiento), sus ventas a empresas estatales y la posibilidad de que las cooperativas exportadoras tuvieran cuentas en divisas. El Decreto Ley 365/2018 para las agropecuarias finalmente unificó sus normas, pero continuó limitando su consecución de los principios cooperativos.

  5. Las CNA inicialmente contaban con tiempo de gracia para el pago de impuestos, prioridad en acceso a las ventas de insumos estatales, al alquiler de locales estatales y a los créditos y servicios bancarios, y preferencia como modelo para la conversión de unidades empresariales estatales a gestión no estatal.


Fuentes para la elaboración de las gráficas:

  • “Empleo y Salarios” in Anuario Estadístico de Cuba 2023, ONEI, 2024.
  • “Organización Institucional. Principales Entidades. Marzo de 2025”, ONEI, 2025. 

 

Etiquetas: cooperativasPortada
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Camila Piñeiro Harnecker

Camila Piñeiro Harnecker

Doctora en Economía por la Universidad de La Habana (2018). Fue profesora, investigadora y consultora del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la UH (2009-2018) y profesora de la Maestría en Desarrollo y Gestión de Cooperativas de FLACSO-UH (2011-2020). Ha escrito cuatro libros y más de 40 artículos académicos y capítulos de libros con énfasis en las cooperativas y políticas públicas para el sector cooperativo y empresarial, economía social y solidaria, desarrollo local comunitario, desarrollo sustentable, y planificación democrática.

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Comentarios 1

  1. Preocupado Colorado says:
    Hace 2 horas

    1-Excelente y serio artículo. Se nota en el talento de la autora la herencia intelectual de los pasres unida a un sello y ángulo propio. Creo que On Cuba se prestigia de que ella publique aquí. Algunas modestas ideas, que no alcanzan “ni la chancleta” de la autora:
    1-Las cooperativas originales nunca fueron autónomas. Las formaba, dirigia y manejaba en la práctica el PCC, el MINAGRIC o MINAG, las FAR o quien mandara en la zona. Es famoso e cuento de “ustedes deben elegir a su presidente de cooperativa y debe ser, nosotros les traemos para que valoren, porque es el que en opinión del partido tiene los mayores méritos, al compañero fulano”. Sus planes y tipos de cultivo eran accesorios y auxiliares de los del MINAG, sin la obligatoriedad de dotarlas de ninguno de los equipos adquiridos con créditos del CAME. Pero las fiestas y banquetes de visitas de alto nivel en cooperativas (sacrificando chivos, cerdos y vacas) fueron lezamianas y frecuentes. El Estado administraba las cooperativas casi como una empresa estatal más sin la responsabilidad que tenía ante las empresas agrícolas estatales. Hasta Buena Fe, en su canción ” Melecio tenía razón” habla de este fenómeno. A muchas (e incluso a muchos campesinos) privados, les orientaban sembrar una parte de sus tierras de caña de azúcar, aunque no fuese apropiada ni hubiese in central cerca, por poner un ejemplo de Placetas que conocí bien de cerca. Por tanto, las cooperativas empezaron mal, lo que pasa es que con la miseria que existia en gran parte del campo cubano, las inversiones necesarias para una calidad digna de vida (consultorio, escuela, tractor inicial, casas, etc.) ocultaron la ineficiencia sistémica del modelo. No del modelo teórico de la cooperativa, sino de la aplicación y manejo en la Cuba post 1959.
    -La cooperativa es menos alienante y más socialista que la empresa estatal. No lo digo yo, lo dijo Marx. Y también lo han dicho varios filósofos cubanos residentes en Cuba como el autor de “La quinta rueda”, libro editado en Cuba, cuyo nombre no retengo ahora. Y el Estaso cubano no admite la expansión o desarrollo de modelos o negocios o grupos o lo que sea que compitan con sus empresas, instituciones o grupos elegidos. Un ejemplo reciente fue el cacao de Baracoa. Fue preferible eliminar la licencia a los privados que estaban procesando y comercializando el cacaco almacenado en una industria estatal paralizada y comprando cacao al contado mientras Acopio le debía dinero de cosechas exportadas a los campesinos, y luego crear una empresa mixta con Eslovaquia en la Habana, que apoyar e integrar a los privados. Igual pasó con los cines 3D, el agua purificada, la importación o exportación, se intentó con el comercio mayorista y ahora con el carbón vegetal. O con la UNAICC, donde era más rentable contratar un ingeniero que a una empresa de proyectos, y prohibieron hacer proyectos. O con la Uneac, que salía mejor que el Fondo de Bienes Culturales (intermediaria estatal) y quitaron la comercialización como autofinanciamiento de la Uneac. Y así, “el que haga sombra se va”. Por tanto, no era interés estatal en la práctica el fortalecimiento de las cooperativas, sino el de las empresas estatales. Al ser esto imposible dentro de las infladas estructuras administrativas y burocráticas actuales, en medio del bloqueo asesino, y diversos obstáculos, se pasa al actual modelo rentista donde se empodera a los privados pero sin dejarles participar, agruparse u opinar, mediante medidas impositivas y decretos.
    Hoy hay cooperativas no agropecuarias que no funcionan como cooperativas y sí se benefician de tasas tributarias menores, sobre todo en temas de construcción, gráfica, vestuario, muebles, etc.. Pero al Estado no le interesa si usted es una CPA, UBPC, CCS, CNA, TCP, MIPYME, PDL o etcétera. Quiere interactuar sólo con empresas estatales o mipymes estatales (algo raro) o “casos especiales autorizados”. A los demás los tolera y mantiene a raya por cuanto no están verticalmente administrados y no siguen todas sus órdenes. En momentos en que el mundo escoró a la derecha, y Cuna no es un formador de tendencias mundiales, sin embargo se aspira a que la empresa estatal sin competencia, ni incentivos, ni reducción del aparato o gastos administrativos centrales, evolucione mágicamente. El resultado es el fortalecimiento del papel intermediario rentista subcontratando a privados, a los que deben mantener a raya, y priorizar la acumulación de capital fuera de Cuba y no dentro de Cuba, como el ejemplo del cacao o la Ley de Tierras lo demuestran. Las cooperativas nos recuerdan cuando Fidel iba en un jeep Waz con botas y comía en bandeja con los campesinos, cuando se repartía según el esfuerzo pero dentro de rangos dignos. Deben desaparecer, molestan.
    Y los privados, excepto “casoch especialech autorizadoch” deben mantenerse en bajo perfil, no desarrollarse mucho, acatar todo lo que se decida sobre ellos, y no ir a los mismos hoteles a los que van otros. No es un problema económico ni ideológico, es algo moral.

    Responder

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