El manejo de las relaciones interpersonales es un tema que requerirá de nuestra atención a lo largo de toda la vida. Esta puede ser nuestra eterna asignatura pendiente, no porque no logremos aprender a tener vínculos sanos, sino por el hecho de que cada día los retos que afrontamos en ese sentido son diferentes, nuevos.
En el plano de las relaciones de pareja, los desafíos tendrán un carácter especial, debido a que las personas tienen historias de vida diferentes y su encuentro se basa en la construcción de un proyecto conjunto a corto, mediano y/o largo plazo.
¿Qué hace que las relaciones de pareja sean tan complicadas?
Partamos de que hablamos de dos sujetos distintos en cuanto a características personológicas, historias, familias y experiencias de interacción. Claro que, para funcionar positivamente, el primer objetivo de una pareja debe ser encontrar lo que tienen en común, lo que les une. En sus comienzos, las relaciones de este tipo están bastante marcadas por la atracción física, sexual y por las fantasías conscientes e inconscientes (derivadas del amor romántico) con respecto a cada uno de sus miembros; en esta etapa, es muy difícil que haya espacio para el conflicto o que ellos sean focalizados y abordados. Pero esta etapa del enamoramiento no suele sobrepasar el año de relación, así que eventualmente aparecerán, sí o sí, las divergencias.
En una relación de pareja, es esencial el consenso en temas esenciales para el futuro de los miembros; lo contrario conllevaría a que sea imposible visualizarse estando juntos. Cuando el consenso no existe, la pareja suele optar por separarse o una de las personas involucradas llega a dominar y someter a la otra; y esto obviamente puede convertirse en una fuente de constantes reclamos y desacuerdos. Si es el caso, el tema la responsabilidad de ceder no siempre es asumida y quien se replegó a los sueños del otro puede llegar a victimizarse.
Si, además, hay hijos de por medio, la situación se vuelve más compleja, porque las decisiones y los manejos que se hacen los deberán incluir, para bien o para mal.
Los patrones vinculares constituyen aprendizajes que incorporamos a medida que crecemos. Por ejemplo, si usted creció en una familia en la que el afecto se suele expresar lenguaje corporal o verbal, mediante besos, caricias, abrazos o frases de amor, es muy probable que en la adultez sea alguien que puede mostrarse afectivo/a con su pareja. Si su opinión siempre fue escuchada e, incluso, se le estimulaba a que la compartiera, a futuro no tendrá bloqueos para dar su parecer sobre determinados temas.
Sin embargo, si ha sufrido abandonos, si no estuvo rodeado de afecto o si al llorar o demandar cariño era criticado, seguramente usted será un adulto al que le cuesta reconocer cómo se siente y comunicarlo.
Ninguno de estos ejemplos es literal ni irreversible, en el sentido de que una carga pesada causada por traumas de la infancia no pueda ser resignificada. Por supuesto que tenemos la posibilidad de cambiar, de desarrollarnos y de sanar nuestras heridas del pasado. No obstante, esto no solamente se logra en espacios de terapia, a veces conocer a personas que nos aportan, que nos animan a mirarnos y deconstruirnos también ayuda.
Pero no olvidemos que existe el inconsciente y hay contenidos de la mente que nos influyen y ni siquiera somos capaces de registrar ese impacto. Es como si “no existieran”, por lo que no nos damos cuenta de que no soportamos que nos cuestionen, o no admitimos que el otro necesita un espacio y eso no significa que nos quiere menos, o desconfiamos de la nueva pareja porque la anterior nos traicionó, o normalizamos una ofensa porque vimos esas situaciones desarrollarse entre nuestros padres o de alguno de ellos hacia nosotros. Los ejemplos son muchos y variados.
Realmente, amar es una decisión. No tiene mucho que ver con el encantamiento de los primeros tiempos, porque nuestros “fantasmas” salen a la luz en algún momento (traumas, temores, ansiedades, recelos, inseguridades, etc.). Ahí es donde resulta fundamental que entendamos que el amor también tiene límites y hay cosas que no debemos tolerar.
Si deseamos tener relaciones de pareja sanas, hay cosas que no debemos tolerar bajo ningún concepto. Por eso, deseo compartirte 10 de los aspectos que me parecen primordiales para construir relaciones de pareja sanas en tu cotidianidad:
1. Las mentiras:
La confianza debe fundamentarse en la honestidad. Para lograrlo, tanto tú como tu pareja deben ser sinceros uno con el otro. Nadie es un libro abierto, pero habrá temas que serán de interés mutuo que deberán explicitar. A veces la omisión es una manera de dañar la relación.
2. Las renuncias:
En una relación sana, ninguno debería renunciar a nada para comprobar su amor. Esta es una mirada idealizada del amor romántico que plantea que hay que renunciar por amor. Evidentemente, por amor a la otra persona cambiamos determinados hábitos, tal vez aprendemos en función de aportar a la unión; pero si te sientes obligado/a a renunciar a tus amigos, familiares, estudios, un trabajo, gustos, estás viviendo un amor tóxico del cual te debes apartar.
3. Que trate de cambiarte
Cada persona tiene la responsabilidad de luchar cada día por ser su mejor versión. Este es un tema de amor propio. Por eso, hay quienes se ponen metas profesionales, modifican sus estilos de vida, incorporan hábitos saludables de alimentación y actividad física, etc. Pero, si tu pareja no te acepta y trata de cambiarte, podríamos ver esta actitud como falta de respeto y como una trasgresión de límites. Es importante que veamos este aspecto en ambas direcciones: tampoco tú debes tratar de cambiar a tu pareja.
4. La manipulación emocional
Este es un absoluto no; el chantaje emocional es muy peligroso porque somete al otro y lo lleva a aceptar algo que no quiere. A veces se relaciona con el hecho de que uno de los dos tiene miedo de perder a la pareja. Puede pedirte que hagas algo “si en verdad le amas”, decirte que “nunca se puede contar contigo”, “demuéstrame que me amas”, entre otras frases que son una señal de alerta. Inclusive, en la intimidad puede forzarte a tener relaciones sexuales porque si no accedes se puede interesar por otra persona. La verdad, es de las formas más dañinas de relacionarnos en pareja porque, poco a poco y sutilmente, vas perdiendo tu libertad.
5. Las conductas agresivas
Ninguna manifestación de violencia debe ser justificada, ni en los desacuerdos más radicales. Por eso presta atención a estas conductas y no las aceptes, ni de forma verbal. Claro, tú también debes estar al tanto de comportamientos agresivos, tanto físicos como verbales, hacia tu pareja.
6. Los desprecios
No puedes tolerar que tu pareja te invalide, minimice tus opiniones, o reste importancia a lo que para ti es importante. Tampoco es sano que emita criterios que te disminuyan en tu valía como persona. Nadie tiene derecho a anularte, pues es una muestra de falta de respeto total.
7. El exceso de control
Una pareja debe ser tu par, una relación simétrica de compañerismo, son, simplemente, dos (o más) personas que se acompañan. No son padres e hijos, no hay jerarquías. Los límites impuestos por cada uno implican un respeto hacia el espacio personal del otro, su privacidad, su derecho a tener tiempos para sí. No des claves o contraseñas de tus redes o correo personales si eso implica que la persona te desea controlar, no dejes que te pida ubicación para chequear donde estás o pruebas con fotos que implican que tu palabra no vale. No eres su propiedad y él o ella tampoco es la tuya. En lugar de pertenecerse, se eligen.
8. Los celos
Para algunos, el celo de la pareja es valorado como una muestra de amor, pero esta no es más que una visión deturpada de las relaciones. Los celos son producto de falta de confianza, ya sea por experiencias de traiciones anteriores, porque hay inseguridad como característica personal o porque eventos dentro de la relación han quebrado la confianza. En cualquier caso, es necesario trabajar en este tema, incluso en terapia de pareja si por sí mismos no logran solventar este problema; porque no es posible tener una relación sana sin la confianza.
9. Las críticas a tu imagen
Deberías sentirte a gusto contigo, la autoestima implica agradarse y cuidarse. Si tu cuerpo, peso, vestimenta, etc., es objeto de críticas por parte de tu pareja, deberás replantearte qué haces con alguien así. No niego que por gustos estéticos y de salud cuidamos nuestro aspecto, pero algo muy distinto es ser dañado o criticado constantemente por cómo lucimos.
10. Los problemas de comunicación
Sin dudas, poder conversar o ventilar asuntos de interés mutuo abiertamente, es algo esencial en la relación de pareja. Si no hay espacio para comunicarse cotidianamente o si cuando hay peleas se te priva de la palabra, estás ante un tipo de violencia solapada que opera a nivel psicológico. La única manera de poder afrontar y resolver los conflictos es hablar sobre ellos, no ponerlos debajo del tapete porque lo que se calla se transforma en resentimientos. No obstante, no debemos invadirnos, sino esperar a que la intensidad de las emociones baje y podamos ser asertivos para decir cómo nos sentimos, qué pensamos, qué proponemos para solucionar los problemas.
Ahora te invito a que valores en tu relación cada una de estas cuestiones que te he compartido. Ojalá también te animes a compartirlas con tu pareja. Cuando tenemos apertura para analizar nuestras relaciones, nos permitimos construir lazos amorosos sanos donde no caben la falta de respeto u otro tipo de violencia. Si tu pareja vale la pena, poner los límites hará que sientan plenitud con la decisión que han tomado de acompañarse en la vida.
Nota de la editora
Psicología y Bienestar es una sección pensada especialmente para los lectores de OnCuba. Déjennos sus dudas en los comentarios, y las tomaremos en cuenta para próximas entregas. Pueden seguir el trabajo de la psicóloga Yaima Águila Ribalta en cada edición quincenal de esta sección y en su canal de YouTube.
Muy intetesante,gracias