Un aroma, un sabor y un sonido pueden evocarnos inolvidables momentos de nuestra infancia. La nostalgia suele transportarnos a esos eternos recuerdos que nos acompañan a donde quiera que estemos.
Los portugueses le llaman saudade, los gallegos morriña, por estos lares también los conocemos por gorrión, lo cierto es que la añoranza por aquellos inolvidables momentos de nuestros primeros años, nos sacuden el alma cuando emergen.
Muchos compartimos esos recuerdos a los que el paso del tiempo no logra opacar. Uno de los más recurrentes son los cocidos de la abuela, las maravillas que con tanto cariño nos preparaban y cuya magia siempre llevaremos con nosotros.
Reencontrarnos con esos momentos, revivir esas únicas experiencias culinarias se hace posible en un verde remanso de paz que se erige a poco a pocos minutos del centro de la ciudad capitalina.
Pues sí, como le cuento, es increíble pero cierto, en el Conde Baraca sorprenderse inmersos en estas gratas sensaciones es posible.
Se trata de una suerte de oasis natural en el que confluyen, buen gusto, cubanía y remembranzas: un templo a la genuina cocina cubana.
Su concepto es de finca de recreo, como las de antaño. Ideal para el esparcimiento, el sosiego, eso que llaman relax, lo convierten en un estratégico enclave para compartir en familia, reunirse con amigos y celebrar eventos sociales. Cercano además al Palacio de las Convenciones y a Pabexpo, sus amplios espacios lo convierten en un lugar ideal para reuniones de negocios en tiempos de ferias.
Parrillada, bar, salón de reuniones y eventos, área infantil, para fumadores, jardín y un ranchón ecológico componen este complejo de servicios. El sitio tiene la capacidad de mutarse: en las mañanas se presenta como un paraíso para que los más pequeños de casa, acogedor y agradable. En la noche la atmósfera se torna más íntima a la luz de las velas, especial para celebrar esa ocasión romántica con su pareja.
Abierto todos los días desde bien temprano, en Conde Baraca convergen tradición y modernidad. Se ofertan platos que rescatan, como en pocos sitios en la actualidad, nuestro acervo culinario. Lo típico llega entonces de una forma distinguida, que se evidencia desde la decoración del espacioso lugar hasta el trato personalizado, como parte de un servicio de excelencia, que complementa la sensación de familiaridad.
Desde la entrada, amplia y bien iluminada a cualquier hora, diversas sensaciones emergen, hasta que llegan los platos decorados y confeccionados cuidadosamente.
Como recién salidos de los fogones de la abuela llegan entonces diversas confecciones impregnadas de ese toque tradicional. Las raciones generosas, combinadas con guarniciones sin límites de consumo, han dotado al Baraca, como muchos le llaman, de gran popularidad.
La parrilla al carbón vegetal y el horno de leña son otros de los secretos que han marcado la personalidad del restaurante. Otra de sus claves es la comida orgánica o ecológica. Producida con técnicas tradicionales, libres de aditivos, hormonas, tóxicos, transgénicos y sabores artificiales, por lo que cuida la salud de sus consumidores.
Los cultivos sólo reciben abono natural y la crianza de animales se hace mediante prácticas ancestrales. En el Conde Baraca se pueden encontrar los vegetales y animales con estas características. El tipo de comida que allí se ofrece y el compromiso con el cliente ha caracterizado la propuesta desde sus inicios. Casi todo se produce allí y se recicla, hasta las cenizas del carbón vegetal que sirve para higienizar los utensilios de cocina. Las frutas y los vegetales llegan directos de su huerta.
Disfrutar del proceso de elaboración de algunos de los platillos es otros de los encantos del restaurante. Se recomienda especialmente no perder el lechón y la rueda de pescado, asados al carbón en la Parrillada La Estancia, el arroz con pollo estilo Almora y el cordero al vino tinto. El conejo en diversas formas y los garbanzos del Conde son otras de las delicias del menú. Las frutas en almíbar con queso no pueden faltar en la selección, aunque también es posible degustar el cheescake o un pie de limón y otros postres universales como el helado casero.
Quienes por acá se aventuren, seducidos por el entorno, encontrarán también elaborados platillos internacionales en la que se inscribe una increíble comida italiana, junto a una atractiva cava de vino. Para comer de verdad, satisfacerse y saciarse está diseñado este sitio, en el que también encontramos platos exclusivos y exóticos a la par de la ancestral comida cubana.
Tenues melodías aderezan los momentos en los que la plática entre bocados complementará su degustación. Maridar los cocteles y diversos cafés con un buen puro es también posible en este lugar.
Muchos se sienten atraídos por su enigmático y un tanto aristócrata nombre mientras tratan de descifrar la leyenda. El lugar debe su denominación al sobrenombre con que muchos identifican a su propietario, el Conde Baraca, Dr. Félix Ernesto Baraquizo Ramírez (Holguín, 1925- La Habana, 2015), recientemente fallecido y que es la inspiración del lugar, sobre todo para mantener la calidad cada día.
Imirse Mesa, principal artífice del lugar y experta en cultura culinaria a la que se vincula desde hace muchos años, declaró a OnCuba que presentar la cocina cubana: abundante y deliciosamente elaborada, para saciar apetitos y añoranzas, ha sido uno de sus objetivos con este restaurante.
“Aspiramos a que nuestros clientes recuerden mediante nuestra oferta cómo comió con sus abuelos y sus padres. Que entre en una especie de máquina del tiempo degustando la cocina que extrañamos cuando estamos fuera de la isla. Proponemos los sabores reales de la tierra, las especies naturales, la comida como se hacía antes. Queremos que su experiencia con nosotros no sea la de venir a un restaurante, sino la de sentirse como en casa. La casa del Conde es la casa de todos.”
Imirse comparte con sus clientes su propia tradición familiar: cocinar en abundancia. “En mi casa se cocinaba para las que estábamos y para los que podían llegar, no existían ollas pequeñas, todo era en magnas dimensiones y con gran variedad. En épocas del capitalismo, mi madre, quien era una campesina con sexto grado y se casa con mi padre que tenía cierto status económico, se fue superando hasta convertirse en institutriz. Comienza a trabajar en casa de unos norteamericanos y un día faltó el cocinero y la pasaron a la cocina. A partir de ese momento la dejaron cocinando y nunca más fue institutriz, debido a lo delicioso que cocinó. Decían aquí en nuestro pueblo Arroyo Arenas que cocinando se distinguía y parte de su experiencia sirvió para elaborar la carta que ofertamos”, expresó.
Merecedores de varios premios y reconocimientos, los miembros de este colectivo tienen casi cinco años de trabajo y han convertido a este restaurante en un sitio de referencia. No por gusto en recientes publicaciones foráneas y encuestas, este remanso natural ha sido elogiado y seleccionado como uno de los principales lugares al que prefieren acudir muchos de los cubanos esparcidos por el mundo.
Porque en Conde Baraca se dan cita los secretos culinarios heredados de generación en generación, lo mejor de nuestra identidad. Nada gourmet, mucha idiosincrasia: un lugar único y con muchas razones para regresar siempre.
Periodista, necesito, si usted fuera tan amable de enviarme la dirección exacta del lugar, los teléfonos y el email, saludos
Todo indica que Cecilia asume la sección gastronómica de OnCuba. A tal tenor le sugiero que ofrezca información pormenorizada de cada local que visite, incluidos menú, precios, ubicación y, muy importante, su apreciación personal sobre las principales ofertas de cada cocina…