Para Vani, fiel tropera
En 1967 un joven desmovilizado del Servicio Militar Obligatorio, que había incursionado en la caricatura en la revista Mella y componía canciones bastante raras, tenía un programa llamado como una de ellas, “Mientras tanto”, transmitido por la TV cubana. En una de esas tonadas, concebida ese mismo año a golpes de guitarra, emprendía la defensa de su poética ante la incomprensión e incluso la risa:
Hay un grupo que dice
que lo haga reír,
dice que mi canción
no es así, juvenil;
que yo no me debiera
poner a cantar
porque siempre estoy triste,
muy triste.
Miren que decir eso
con tanto motivo
para no reírse como hay.
Hay un grupo que dice
que una canción
tiene que ser muy fácil
para la razón,
que las cosas que digo
solo las sé yo.
No han abierto los ojos al mundo.
Miren que decir eso
con tanto motivo
para preocuparse como hay.
Hay un grupo que dice
que lo haga feliz,
que me vira la espalda
y se pone a reír.
Yo no puedo vivir
fácilmente sin ver
que suceden mil cosas tan tristes.
Miren que decir eso
con tanto motivo
para no reírse como hay.
El eterno problema –tradición vs. renovación, disonancia vs. gusto establecido–, pero atravesado por la marca generacional y la herejía, no solo por las igualmente raras maneras de vestir de aquel muchacho de San Antonio de los Baños.
En efecto, una alusión a Los Beatles sirvió para que el alto mando del Instituto Cubano de Radiodifusión (ICR) le suspendiera a Silvio Rodríguez su programa. También le echaron en cara un beso que había salido al aire (una expresión de puritanismo) y reunirse con gente incorrecta en la heladería Coppelia. El joven discutió y se plantó, como se dice, en siete y media. No se hizo ningún harakiri. “¡Pues desde ahora Ud. no puede trabajar en nada de la Revolución! –fue la respuesta. ¡Largo de aquí!”
Esos funcionarios estaban ahí para ejecutar el espíritu de la época. Y ese dictaminaba que la música “americana” se percibiera como penetración cultural, código en el que ciertamente resonaba el machismo acumulado y que ubicaba a los fans de Los Beatles –y por extensión de toda aquella música que ya estaba entrando en la Isla– en el lado femenino de la posición del misionero.
Ello no hace sino revelar el impacto del conflicto con los Estados Unidos en sitios donde no tenía que estar, resultado de las limitaciones propias de los generadores de esas políticas, aplicadas también contra la nueva canción cubana –la Nueva Trova, como se le conocería después– prácticamente desde sus orígenes hasta que dos instituciones culturales, la Casa de las Américas y el ICAIC, dirigidas por Haydée Santamaría y Alfredo Guevara, respectivamente, se movieron en sentido contrario.
Del 27 de julio al 8 de agosto de 1967 se celebró en la Casa el Primer Encuentro Internacional de la Canción Protesta. Un afiche de Alfredo Rostgaard (1943-2004) sobre el evento pondría muy en alto el nombre de la cartelística cubana, en la que despuntaban los diseñadores gráficos del ICAIC y la OSPAAL, quienes competían y a veces aventajaban a los polacos.
El encuentro congregó a 50 cantores de 18 países, entre ellos los chilenos Ángel Parra (1943-2017) e Isabel Parra (1939), los uruguayos Alfredo Zitarrosa (1936-1989) y Daniel Viglietti (1939-2017), las norteamericanas Barbara Dane (1927) y Peggy Seeger (1935), el argentino Armando Tejada Gómez (1929-1992) y la haitiana Martha Jean Claude (1910-2001). Fue una oportunidad para reconocerse, intercambiar experiencias y darse cuenta de que entre ellos lo común era mucho más que lo diverso. A escasos seis meses de la celebración del Congreso del 68, la Casa volvía a poner a La Habana en el centro del colimador.
Esta fue la plataforma para que poco después, en febrero de 1968, la propia Casa convocara a cantar en uno de sus salones, por primera vez, a tres jóvenes con distintos backgrounds –Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola–, pero con propósitos y preocupaciones compartidos. Testimonia Silvio:
[…] se nos etiquetó como “protesteros” por aparecer convocados por el Centro de la Canción Protesta de la Casa de las Américas –conste que gracias a Haydée Santamaría. En verdad, en ese momento nuestras canciones consideradas de “protesta” se movían más o menos en las temáticas reconocidas: la guerra contra Vietnam, la discriminación racial y el antimperialismo. Pero a nosotros nunca nos gustó el término […] porque era muy estrecho, porque no reflejaba, en un amplio y más profundo sentido, lo que queríamos, lo que intentábamos y, por supuesto, lo que creíamos hacer. Y esto no era otra cosa que seguir la tradición trovadoresca cubana en su diversidad de formas y contenidos. El término cantores de protesta nos parecía chato, incluso hasta burdo, porque nosotros sentíamos, además, un fuerte compromiso con toda la trova, con la libertad de la poesía y la belleza, y nos parecía que esa aspiración no se podía encasillar, que no tenía límites, que estaba mucho más allá de un eslogan circunstancial. Por otra parte, la Casa de las Américas, durante un tiempo, fue casi el único lugar donde podíamos exponer los fuegos iniciales. Allí tuvimos lo que necesita un joven: comprensión y respeto, sentirse atendido y apoyado.
La Casa publicó inmediatamente un extended play con cinco canciones: “La era está pariendo un corazón”, de Silvio, “Por qué (Yo vi la sangre de un niño brotar)” de Pablo, “Su nombre puede ponerse en verso”, texto de Félix Pita Rodríguez musicalizado por Pablo, “Por la vida, juntos”, de Noel y “Fusil contra fusil”, de Silvio. En la contraportada se decía lo siguiente:
Este nuevo disco, editado por el Centro de la Canción Protesta —Casa de las Américas— de La Habana, Cuba, está especialmente dedicado a la obra de jóvenes compositores cubanos, quienes interpretan en él sus propias creaciones. El movimiento de la canción revolucionaria y de protesta antiimperialista en Cuba se ha desarrollado impetuosamente en el seno de la Revolución en los últimos años, como una expresión más, por cierto, muy rica en matices, de la conciencia revolucionaria e internacionalista de nuestra juventud. En este disco se incluyen canciones de SILVIO RODRÍGUEZ (1946, San Antonio de los Baños), PABLO MILANÉS (1943, Bayamo) y NOEL NICOLA (1947, Habana).
Continuará…
A pesar de los pesares, los tropiezos y malestar q provocaron algunos funcionarios extremistas no pudieron vencer al amor ,la poesía ,la música militante ,en fin, a la Revolución!!!!!
La situación con los jóvenes de la nueva trova y los conflictos de la cultura en general NO fue provocado por el conflicto Cuba/ EEUU. Este sigue hasta hoy. Fue el resultado de la más alta dirección política del país, que veía un enemigo del pueblo a cualquiera que tuviera un punto de vista diferente. No veía; sigue viendo.
el lio de silvio con el icrt aun esta en penunbras y no parece haber sido decision de la direccion del organismo. ver una excelente y muy enjundiosa entrevista hecha a papito serguera y otra asilvio rodriguez en el libro del sargento pimienta en la habana. no se por que jamas se menciona que lo de cancion social no comenzó en la Isla. pete seeger; peter, paul y mary; joan baez, bob dylan y algunos mas ya lo hacian en los Estados Unidos.
ja,ja !!! Protesta contra quienes…contra el imperio yanky ?? Donde esta la cancion contra la invasion a checoeslovaquia, contra la dictadura cubana ?? contra los fusilados y expropiados ?? O eso no vale la pena ??
Parece que Noel Nicola no había muerto cuando se escribió esto.
Cómo les gusta a los cubanos dorar la píldora! El nombre de canción protesta se eliminó no porque a Fulanito (trovador) no le satisficiera el término. C’mon! Se quitó ese término porque después del 59 en Cuba, se acabó la protestadera, como nos dijo un capitán rebelde en el año 67 en una escuela de becados en la finca La Cachanga en Bayamo, cuando hicimos una huelga contra el dictador, digo, director.