Noviembre de 1965. Ernesto Ruano es uno de los 15 estudiantes del seminario bautista de La Víbora, en La Habana, que ha sido citado con urgencia al Comité militar de la zona. En pocos minutos y sin tiempo para avisar a las familias, le indican subir a un camión y de ahí a un tren de carga, sin ventanas, custodiado por soldados con armas largas y bayonetas. Al llegar a la ciudad de Camagüey, el convoy tercia hacia el norte para frenar en el central Lugareño, hoy municipio de Sierra de Cubitas.
Cientos de jóvenes de muy diferentes orígenes han sido reunidos en el terreno de pelota del batey. Un veterano capitán, de uniforme verdeolivo, les dirige la palabra: “Han llegado aquí hoy pero no sabemos cuándo se irán”. Aprieta el frío.
En camiones, otra vez, atraviesan Ruano y sus nuevos colegas más monte, bateyes y guardarrayas, hasta que entre cañaverales aparece “el campamento”: unas barracas a medio construir, sin piso y sin letrinas, rodeadas de alambradas con postes que giran en su cúspide hacia adentro. Para Ruano aquello parece más una escena de Auschwitz que una unidad militar. Este será por tres años su contexto: ahora es un recluta de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP).
En otro tren, de estructura metálica desnuda y techo de yaguas, se han movido también hasta Camagüey cientos de soldados profesionales de las Fuerzas Armadas. Serán la oficialidad del nuevo cuerpo creado, y han sido preparados para asumir una importante tarea.
Allí, por enésima vez, Luis Manuel Castellanos Fernández le cuenta a los compañeros de armas la trágica noche en que echó su suerte con la Revolución. Era el 24 de junio de 1958 y vivía aún en el bohío de los abuelos, en el campo del municipio de San Luis, Santiago de Cuba.
Su padre y dos tíos combatían junto al Ejército Rebelde, y Manolito, con 12 años, acompañaba a los abuelos paternos y el resto de la extensa familia. En la noche, los faroles de los autos de la Guardia Rural alumbraron el cayo de monte donde estaban los Castellanos, en busca del viejo Modesto. Involucrados en la conspiración, el abuelo y otro joven tío se supieron capturados y sin tiempo a mucho intentaron escapar.
Las ráfagas fulminaron a los dos hombres en el momento, e hirieron a una de las muchachas de la casa. Para completar la “lección” los guardias prendieron fuego a los cadáveres, delante de los sobrevivientes. Con las llamas grabadas en la memoria, Luis Manuel subió a la Sierra Maestra y se unió a los rebeldes, para defender en lo adelante su propia causa.
Todavía la defiende esa noche fría de noviembre de 1965. El sargento Castellanos Fernández se dirige motivado a cumplir la orden del Mando: atender a reclutas de muy mala conducta social, vagos, hippies, marihuaneros, chulos, religiosos… La orden es ser estrictos con una tropa que necesita ser reeducada para que participe activamente en la construcción de la nueva sociedad.
La disposición en la soldadesca de comenzar una nueva misión derivó muy pronto en excesos contra los reclutados. “Fueron crueles y abusivos”, afirma sin ambages Luis Caballero Calas, un laico bautista que fue llamado desde Sagua de Tánamo, antigua provincia de Oriente, a cumplir en las UMAP su Servicio Militar. “Fui testigo del día en que a un creyente adventista lo amarraron a un caballo para llevarlo al campo a trabajar el sábado, un día sagrado para ellos”, asegura durante un intercambio de vivencias entre creyentes cristianos que transitaron igual experiencia que él.
En el Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo-Cuba (CCRD), de Cárdenas, se abrió el grifo de los recuerdos:
“Algunos guardábamos parte de nuestra comida los sábados para dársela a los adventistas, que eran obligados a permanecer de pie toda la mañana y la tarde en el centro del campamento. El jefe de unidad gritaba que si la Biblia dice que el que no trabaja no come, ya que ellos no trabajaban ese día no tenían derecho a la comida”, evoca Noel Fernández, llevado a las UMAP desde Cascorro, en Camagüey, en el segundo y último llamado, en 1966.
“Yo me sentí cobarde, porque no me planté como debía al lado de ellos”, confiesa en el diálogo Sergio Santos, pastor bautista de Jovellanos. “Cierta vez pidieron voluntarios para amarrar por la cintura a un Testigo de Jehová que se negaba a subir una soga, como parte de los entrenamientos. Yo me uní al grupo porque sospeché que le querían hacer daño. Efectivamente, una vez que estuvo alzado, el sargento dio la orden de dejarlo caer, y yo aguanté cuanto pude, para que no se golpeara tan fuerte contra el suelo”, rememora.
“Yo vi poner a testigos de Jehová en fosas sanitarias abiertas y tirarles agua por la madrugada, desnudos. También pegarlos a las cercas en las noches, desnudos, para que los mosquitos los castigaran”, agrega Ernesto Ruano, residente ahora en la cercana población de Santa Marta.
“Todo el mundo estaba asustáo y la discreción de la actuación de los oficiales era muy alta”, recuerda Caballero Calas. Miedo, temor, abusos…esas serán siempre las palabras de las UMAP para quienes las sufrieron
“Nunca se nos dijo que maltratáramos a nadie”, me asegura en muy baja voz Luis Manuel Castellanos Fernández, Manolito, el sargento que viajó entusiasmado aquella noche de noviembre de 1965. En Camagüey permaneció los tres años que duraron las UMAP, como custodio de varias decenas de los entre 15 a 20 mil hombres que se estima pasaron por allí.
Manolito prefirió no hablar en el panel del CCRD, pero acepta contar su versión de los hechos a todo el que pregunte:
“A nosotros se nos dijo que teníamos que ser estrictos con la disciplina de esa tropa. Cada cual ve las cosas desde la posición donde está. Yo estaba allí por una convicción, libre y voluntariamente, con el concepto de que estaba defendiendo mi Patria y defendiendo la Revolución”, reafirma.
“¿Que era duro el trabajo? ¡Claro que era duro! ¿Qué en ese momento había un concepto de que había que rehabilitarlos porque eran un potencial para que el imperialismo norteamericano y sus agentes internos los utilizara como caldo de cultivo para alimentar la contrarrevolución interna y la quinta columna aquí? Pues también.
“Los guardias que estábamos allí teníamos claro que estábamos haciendo algo correcto. Cuando un oficial o un soldado se excedía –¡y hubo excesos, porque la verdad es la verdad!– actuaba la Fiscalía Militar. Habían Cortes Marciales para requerir y amonestar, estaban los tribunales militares y tribunales de honor, y aquellos que se excedían abusando en su trato se les corregía e incluso se aplicaron sanciones y licenciamientos deshonrosos de oficiales que provenían del Ejército Rebelde”, defiende con argumentos dichos en baja voz, pero sedimentados.
La “tormenta perfecta”
Para el politólogo Rafael Hernández, director de la revista Temas y presente en la sesión colectiva de Cárdenas, el contexto sociopolítico entre 1965 y 1967 puede ser descrito como un caldo de cultivo de una “tormenta perfecta” como la que desembocó en las injusticias de las UMAP.
“Cuba se entendía a sí misma como una nave espacial que iba sola en el camino al comunismo, porque estábamos aislados de todo el continente, pero también muy distantes del socialismo soviético y del chino”, describe.
1965 es un año cargado de hitos. Comienzan los experimentos de los pueblos “comunistas”, donde no se utilizaba el dinero; se constituye el primer Comité Central de un Partido Comunista; el Che Guevara escribe su texto El hombre y el socialismo en Cuba, en el que aborda la necesidad de construir una conciencia revolucionaria al mismo tiempo que se producían las transformaciones en la economía y la esfera del trabajo. Esa nueva conciencia tendería al logro de un hombre nuevo, ideal, que voluntaria y conscientemente produjera un cambio en la historia, hacia el socialismo.
Al mismo tiempo, entre septiembre y noviembre de ese año se abrió el puerto de Camarioca, y unos 6000 cubanos salieron del país rumbo a Estados Unidos.
Acerca de las tensas relaciones entre las iglesias y el poder revolucionario, que forman parte del contexto inmediato de las UMAP, Hernández reflexiona: “La Revolución no se opone a los creyentes, la Revolución está preocupada por el uso que hace la contrarrevolución de las iglesias, como núcleos de conspiración”.
Usar el trabajo físico en el campo como mecanismo reformador, era parte de la cultura política de los exguerrilleros en el poder, opina Hernández quien recuerda la práctica del propio Che Guevara de enviar a dirigentes del Ministerio de Industria que se equivocaban en su ejercicio, a sembrar pinos y eucaliptos en la península de Guanahacabibes. “No se trata solo de evaluar la justicia o la eficacia de esas medidas, sino de recordar el contexto histórico en que se desarrollaron”, insiste en apuntar.
En una plaza sitiada, un proyecto que se siente vulnerable y solo, lo natural era que se intentara suprimir las amenazas internas. Pero hay mucho voluntarismo e irracionalidad en la energía desatada de una Revolución y en el pequeño mundo de las individualidades el impacto se siente más.
Perdón, pero no olvido
Casi desde el mismo principio se extendió entre los cubanos y en el extranjero la noticia de la existencia de estos gulags tropicales, cargados de métodos violentos en el trato a religiosos, homosexuales y todo tipo de personas salida del cánon revolucionario del momento.
Con el paso de los meses y un presumible aumento de la presión social e internacional, los jefes de las UMAP modificaron paulatinamente las condiciones en sus unidades. Gestos tan simples como el de bajar el tamaño de las cercas de púas y el relajamiento en el trato hacia los “reclutados” hicieron intuir a muchos que pronto todo iba a cambiar.
El entonces recluta Samuel Entenza recuerda una visita de varios oficiales ajenos a las UMAP a inicios de 1967. Con ellos, dice, logró desahogar toda la angustia acumulada: “Empecé diciéndoles que ellos estaban allí como militares y yo como menos que un preso. Les argumenté que allí no nos llevaron a ‘reeducarnos’, sino a deshumanizarnos, que tenían la razón de la fuerza pero no la fuerza de la razón y terminé diciéndoles como Hatuey a los conquistadores españoles que lo intentaron convertir al catolicismo: si ustedes son comunistas, yo no quiero ser comunista”.
Por alguna razón aún no hecha pública, antes del verano de 1967 fueron desmovilizados todos los reclutas / prisioneros en Camagüey. Pero el cierre físico de los campamentos no significó el fin del estigma que cayó sobre sus ocupantes:
“Yo sentí asco por mi país”, confiesa Moises Machado Jardines, reclutado en Santiago de Cuba. “Por haber estado en las UMAP me vi marginado de mi antiguo trabajo y otros que intenté conseguir a la salida, y hasta perdí a mi esposa, que se marchó con mis dos hijos”.
“Salimos muy traumatizados”, recuerda Raymundo García Franco, fundador del CCRD (que hoy dirige su hija): “Yo no podía comer, desayunaba y tenía el estómago lleno todo el día… algunas personas llegaron y me dijeron que no iba a ser persona más nunca, y me sugirieron que me fuera”, evoca.
“Humillación, marginación, rechazo, violación de los derechos del ser humano… eso fueron las UMAP para mí”, resume Noel Fernández, y condensa en sus palabras la opinión general de los testimoniantes. “Pero a pesar de todo las UMAP no fueron la desgracia de todas nuestras vidas”, aclara.
“Aquello no fue el non plus ultra de la agonía, fue simplemente una escuela que nos enseñó mucho”, sorprende con esa frase que, sin embargo, también sale en boca de los otros.
“Fue una etapa que me enseñó mucho del ser humano, me hizo ser más tolerante, más consciente de la complejidad de la vida y también, ¡qué ironía!, más seguro de mi fe”, explica, por ejemplo, Ernesto Ruano.
“Me parece importante hablarlo porque es historia. Es algo que ocurrió, que vivimos y que han silenciado y eso es como robarme una parte de mi vida”, expone Alberto García, otro de los asistentes y quien ha escrito un libro de siete ediciones con sus vivencias allí.
“Estoy dispuesto a comprenderlo, está bien, nos tocó, es producto de un momento histórico…pero borrar la historia no es honesto. No se puede hablar de lo feo de los demás si mis zonas feas las ignoro, o trato de justificarlas de una manera que no involucre a las personas que lo vivieron”, agrega.
“Algo de esa tesitura no puede darse más en este país”, insiste Noel Fernández: “Esta es una nación que desde sus próceres de la independencia tiene un sentimiento humanista de alcance increíble. Es muy lamentable que las generaciones actuales no conozcan de esta situación, y la culpa es nuestra, de los que estuvimos allí, por no dárselo a conocer a nuestros hijos y nietos.”
Atento a todas estas palabras se mantiene Luis Manuel Castellanos, Manolito, el sargento devenido pastor de la Iglesia Hermanos en Cristo hace más de 25 años. “El que está en Cristo, nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron…El que no tiene reconciliación y no perdona, no puede llamarse cristiano”, cita de memoria, en baja voz, en paz aparente. Haber viajado a Cárdenas, compartir allí vivencias y opiniones, ha sido una particular manera de reconocer los eventos de hace 50 años, y sanar.
Muy buen trabajo, necesario, escrito con precisión. Felicidades. Recuerdo que mi profesor de teatro en la universidad nos contaba que en esa época siempre tenía mucho miedo llegar a casa después de los ensayos. LLegaba y en cuanto abría la puerta revisaba si debajo de la puerta no estaba “el papelito” de la citación.
La umap fue una de las paginas triste que ha tenido esta revolución,realmente inadmisible esos abusos que se cometieron en esos lugares.
Buen texto, equilibrado. Ya había leído algo de un joven periodista cubano hace tiempo. Sacó el periódico que Jasán pone aquí https://yoesuarez.wordpress.com/2015/06/01/umap-husmeando-entre-papeles/
y
https://yoesuarez.wordpress.com/2015/06/01/umap-husmeando-entre-papeles/
Este es un capitulo realmente vergonsozo de nuestro pasado que enterro en muchas personas la esperanza de un pais mejor. Lo triste es que nadie siquiera ha pedido disculpas a los afectados y quienes ordenaron eso aun estan activos.
Buen trabajo, sobre todo necesario por ser una de las páginas negras de la revolución de la cual no se habla y muchos desconocen. Uu
Sr. Luis Manuel Castellanos, la historia no se puede borrar, se puede manipular, tergiversar, cambiar parcialmente, pero no totalmente. Solo el Alzheimer puede hacer que borremos todo, o la muerte. Estoy de acuerdo con el perdón. Pero mi pregunta es: Ud. perdono al gobierno cubano por tanta injusticia?
Yo me encontraba en Estados Unidos cuando se produjo Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). Me avergüenza esta triste historia que para construir una conciencia revolucionaria o reeducar a los detenidos les maltrataban y humillaban, con secuelas psicológicas para el resto de sus vidas. Me llama la atención, que Luis Manuel Castellanos, Manolito, quien fue testigo del asesinato de su abuelo y tío, no se horrorizara de lo que acontecía en la UMAP. Peor aún, ahora que es pastor pretende que estas personas vejadas perdonen por el simple hecho de ser cristiano. Yo creo en el perdón, pero no en el olvido, porque es necesario recordar y reconocer los errores del pasado. Historias como estas son parte del proceso revolucionario que forzó a muchos a salir de Cuba.
Interesante. Se limpia la historia cuando se cuenta las verdades. No puedo negar que me dio mucha tristeza conocer estas historias
En qué libro de Historia de Cuba se recogen esos pasajes….. Si le damos Historia de Cuba a los niños desde la escuela primaria por qué no se incluyen esos pasajes en los textos escolares
Treseles. Su pregunta es un poco ingénua. Hay muchisimos pasajes de la historia cubana que se han tratando de borrar. Gracias a trabajos como este se mantiene viva la memoria. Ya abra suficiente trabajo para quienes quieran escribir la real historia de Cuba.
Querían construir el hombre nuevo en una fragua y a pura mandarria, como se fabrican las herraduras de un caballo.
Jose jasan… Me has hecho llorar del dolor ajeno por estas tristes historias que he leido aqui…. por dios!!! cuanto sufrimiento en nombre de un proyecto social….. por suerte hoy eso no existe…. y no olvidar debe ser la mejor manera de hacer justicia….. gracias por regalarnos esta historia que debe servirle de experiencia a las nuevas generaciones de cubanos y cubanas que construiremos el futuro de la Patria… Saludos
Queda mucha tela todavía por develar. Y cloro por usar. Hay miles de personas vivas que se aterran de sólo insinuarles una entrevista. Tienen el miedo congelado en la sangre, y eso es un estigma aparentemente insalvable, pero puede dar idea de lo que eclosionará en el SU momento. Demasiadas grietas grises para tan contento país.
1965 yo nacía , gracias por esa historia , siempre había oído hablar ,que si Pablito ,que si Silvio .. Pero jamás había escuchado un testimonio así .Todo puede ser discutido pero Estamos avanzando cubanos ! Estamos comenzando a reconocer cosas ! Es importante para cambiar ‘ gracias
..qué pena no publican todo 🙁 hay sensura aquí ? No verdad ?
espero que no me censuren: como ex confinado de la Umap,le digo alsoldado que es una lastima haya sobrevivido.Por lo dmas: juicios,justicia…no bla,bla,bla.Como Nuremerg,pues eso fue lo mismo…o no ???Que quieren hacerle un poema a los campos de concentracion??
Noel Fernandez: para ser Cristiano no hay que ser ….encubridor de la verdad.Todos los que estubieron en las UMAP,callaron avegonzados.Se concibio para eso: para neutralizer socialmente a parte de la juventud,la parte mas rebelded,la mas creative,la mas contestataria,la diferente!!Todos vivimos con el stigma de descubrirnos,sabiamos que era una mancha,nos trtaron para que pensaramos eso,nos mezclaron con la hez de la sociedad,vaya,nos destruyeron!!Con que orgullo ibamos a decirle a nuestros hijos: yo estube en a UMAP!!!Si a ellos la historia official le hacia el cuento a su manera!! Todos fueron complices,again!!!Esto no fue un error,esto fue una leccion de terror revolucionario,como matar a toda la familia del Zar en Rusia!! Por for senor,no nos trate de endulzar!!
No estaría de más que se le dedique una Mesa Redonda a este tema al igual que se hace en este momento con “La Historia No Contada de los Estados Unidos” y que participen personas de todas las partes involucradas en este capitulo gris de la Historia de Cuba.
Realmente José Jasán Cienfuegos perdió a uno de sus periodistas de puntería que por su juventud y talento ganó rápidamente mucho prestigio en el sector y en la población, pero que ahora tiene un horizonte más amplio a nivel de país y más allá. Has sacado a la luz un tema que sería muy bueno abordar por nuestros historiadores, sociólogos y comunicadores en espacios televisivos de amplia audiencia, con transparencia y valentía para hacer más creíble la historia. Saludos y afectos.No pierdas tu sentido de la verdad.
ME GUSTARIA CONOCER MAS DE ESTA ETAPA GRIS DE NUESTRA HISTORIA. CREO QUE LAS GENERACIONES QUE NO LA VIVIERON TAMBIEN LO DESEARIAN. ESTOY CONVENCIDO QUE NO ERA LA FINALIDAD DE LA DIRECCION DE LA REVOLUCION QUE SUCEDIERAN HECHOS INDESEABLES, SINO MAS BIEN ERRORES HUMANOS DE QUIENES EJECUTARON LA “MISION”. NUESTRA REVOLUCION NO ES PERFECTA, PERO SI ES MUY HUMANA.
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Por favor, remítase a los discursos de líder en esa época; y verá que lo desmienten en todo lo que ha escrito para justificar lo injustificable. Fue una política fríamente planeada y ejecutada al pie de la letra, lo que pasa es que,como todo lo que es absurdo, al final, no pudo vencer; y la vida se ha encargado de ponerlo todo en su lugar, aunque sea poquito a poco..
GRACIAS A ALBERTO GONZALEZ, no garcia , CONOCI LA UMAP, EN SU LIBRO: DIOS NO ENTRA EN MI OFICINA, EXCELENTE SER HUMANO Y CRISTIANO , GRACIAS AMIGO POR SUS TESTIMONIOS Y FE, QUE DIOS LE BENDIGA!
Mi madre fue revolucionaria, mi padre lo es, con todo y sus 90 años, me considero revolucionario y espero ser capaz de transmitir a mis hijas los mismos principios que fundamentan mi decisión de tomar partido por la Revolución.
Ahora bien, soy de los convencido que negar u olvidar la historia es la mejor manera de repetirla y este capítulo de la UMAP y otros más recientes como aquellos “actos de repudios” que concluían con lanzamientos huevos y atropellos físicos a los que decidían formar parte de aquel colectivo que luego llamaron “Marielitos”, fueron, sin duda alguna, de los episodios que jamás se deberán repetir. Una vez dicho esto considero que es bueno aclarar también que ambos hechos ocurrieron en momentos de clímax en el enfrentamiento directo de un pueblo considerablemente menor en economía, número de población y en fuerza militar, contra la mayor potencia económica y militar que jamás la historia ha conocido. Ambas situaciones se dieron en momentos en que ese pueblo sentía, en alto grado, amenazadas las conquistas que le habían costado mucha sangre, sudor y lágrimas (con licencia del grupo musical) conquistar.
Me contaron mis padres, que en los primeros días de abril de 1961, cuando era más que cierta la posibilidad de una invasión yanqui a Cuba, la primera misión que se les dio a los recién estrenados CDRs fue la localización e inmovilización de los elementos civiles que pudiesen servir de 5ta columna a la invasión mercenaria. Para ese momento, mi padre ya se encontraba movilizado en Girón, como parte de un batallón de la policía. Mi madre, fundadora de la organización de masa, conmigo en su vientre pues nací en octubre (de cierta manera también participé), participó en la detención y traslado de las no pocos personas que en la barriada de Miramar, donde vivíamos, tenían declarada posición contrarrevolucionaria. Hoy no faltaran quienes en estas acciones vean una violación de los derechos humanos, (los mismos que no habrían la boca para hablar de las violaciones que vendrían luego de haber triunfado la invasion o de las que ocurrían antes de que esta Revolucion triunfase).
Cont..
Cont…
Hace unos años casualmente pasaba por un parque del Cerro y en unos de sus muros vi pintada, casi ilegible por el tiempo, una frase que se atribuía a Calixto Garcia Iñiguez “En plaza sitiada, la disidencia es traición”. Me volví en mis pasos y releí el cartel, no me equivoque. La primera impresión fue de impacto, la veta “democrática” que la “propaganda occidental” ha logrado penetrar en mí, me disparó la alarma, pero volví no solo en mis pasos si no en mis recuerdos. En verdad Cuba ha sido una plaza sitiada de manera continua por más de medio siglo y no es menos verdad que cada signo de “disensión” ha sido buscado desesperadamente por los gobiernos de USA para explotar en ellos la más mínima posibilidad de hacer un daño a nuestro proyecto social, nuestro si, por más que la propaganda trate de acuñar la frase de “la revolución de los Castros”, para los cubanos Isla adentro esta es Nuestra Revolución.
Como dijo el director de la revista Temas, momentos así, de tensiones llevadas a los extremos, son caldo para el resurgimiento de conductas también llevadas a los extremos. Y aunque la creación de las UMAP sin duda alguna fue un intento loable de incorporar a elementos al margen de la sociedad, me refiero a los delincuentes comunes y personas sin vínculo laboral y categóricamente excluyo de la lista a los religiosos de cualquier filiación y a los homosexuales, (habiendo sido estos dos grupos sociales las víctimas de la intolerancia de personas particulares y no del cumplimiento cabal de una orden que, según el propio Manolito declara, nunca se dio).
Por ultimo dejar claro que con ninguna de las palabras anteriormente dichas he intentado justificar los atropellos que aquellos hombres pudieron sufrir en aquellas UMAP (ni lo huevos que se tiraron cuando el Mariel).
Estoy a favor de impartir la historia con todo lo bueno y malo, que hemos y nos han hecho, en ella. En un final, y como nos dijo el apóstol, será la verdad la que nos hará libre.
El artículo me pareció bueno y la opinión de Manolito equilibra el balance del análisis de aquella situación.
Se me fue la mano en la muela. Sorry.
Ahora es muy facil justificar todo lo mal hecho durante tantos años y colar la detencion de homesexuales y religiosos dentro del grupo de “los errores cometidos” y sin embargo justificar detenciones de residentes de Miramar. Acaso tenian, existen pruebas de que esas personas cometieron actos de contrarevolucion, o sencillamente “los compañeros creian que lo eran?. No tratemos de convertir en santos a los maximos responsables de tantas aberraciones, empezando por juicios sumarisimos y que luego se repitieron con el fusilamiento de jovenes por querer llevarse una lancha o el derribo de dos avionetas civiles, o los mismos que decidieron que el azucar ya no daba nada a la economia del pais y acabaron con los centrales (errores tambien?, o el envio de guerrilleros a Bolivia, donde se sabia que no existian condiciones para la lucha armada (otro error?), o los organizadores de los actos de repudio (el pueblo enardecido?), o los que pusieron al mundo al borde de una tercera guerra mundial. Todo no se puede justificar por la presion del enemigo. Lo mas triste es que aquellos mismos culpables son los que hoy apoyan los actos contra las damas de blanco, UNPACU y otros que piensan de forma diferente, los mismos que desarrollan el nuevo apartheid a favor de los extranjeros. El sol no se puede tapar con un dedo.
La revista Temas acaba de publicar, en su espacio Catalejo, el texto de Rafael Hernández: “La hora de las UMAP: notas para un tema de investigación” (disponible en http://www.temas.cult.cu/content/la-hora-de-las-umap-notas-para-un-tema-de-investigaci-n)
UMAP… Mariel… Disidencia…
En todos los casos maltratos, golpizas, torturas fisicas, psiquicas y morales…
En todos los casos la misma dirigencia en el pais, la misma dirigencia en el ejercito…
De verdad alguien piensa que algo ha cambiado????
Llama la atención y da gusto poder leer tantos comentarios opiniones opuestas y otras más bien a modo de ampliación. No entiendo como pueden juzgar sin límites la posición de aquellos que por cosas de la vida y por circunstancia lógicas se vieron manipulados e insertados en las cosas de la mal llamada revolución si pudieran reflexionar a fondo y tratar de adentrarse en aquella época no resulta difícil entender que jóvenes como Luis Manuel Castellanos manolito eran muchos en toda Cuba ya venían con la conciencia afectada y tomada casi en su totalidad por el.sistena que se crecía y se fue adueñando de nuestra patria . Él, si manolito es mi papá durante toda su vida vivió afectado de aquellas situaciones que le tocó vivir es verdad que no sufrió directamente del maltrato y de toda la humillación pero el látigo del régimen fue lo suficientemente extensos como para maltratar a sus propios súbditos las presiones y las fuerzas que provocaron violencia y maltratos sobre los castigados también llegaron a opacar las mentes y vida de todos los implicados en general.