El próximo viaje oficial a Cuba de Pedro Sánchez, el primero de un presidente de gobierno de España desde 1986, ha sido acogido en la comunidad española de la Isla con un unánime “ya era hora” y la esperanza de que mejore una relación bilateral en ascenso, pero jalonada de altibajos.
La visita, pendiente de fecha, fue anunciada este martes tras una reunión entre Sánchez y su homólogo cubano, Miguel Díaz-Canel, en Nueva York, durante la 73 Asamblea General de la ONU.
En la amplia comunidad española la noticia provocó un optimismo que desplaza la decepción al no cuajar la invitación que La Habana cursó en 2017 a los reyes de España, pese a que –como ahora con Sánchez– se dijo entonces que ocurriría “lo antes posible”.
“Ya era hora, era incomprensible la ausencia del Estado español en Cuba, un país con el que tenemos tantos vínculos. Nos parecía absurda esta especie de soledad institucional que hemos venido padeciendo hace más de 30 años”, afirmó a Efe el presidente de la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba (AECC), Xulio Fontecha.
La activa AECC agrupa a las más de 300 empresas presentes en la Isla –sobre todo en alimentación, infraestructuras y turismo–, cuyo principal problema actual son los impagos de unos 300 millones de euros que acumula por parte del Estado cubano debido a falta de liquidez.
Aunque una visita de alto nivel no mejorará la situación de liquidez de Cuba, “lo que se genera es un buen ambiente bilateral”, aseguró el empresario, quien sostuvo que estos viajes ayudan a “acelerar” procesos.
España es el país con más empresas sucursales y mixtas en Cuba y su tercer socio comercial, con un intercambio de 1,300 millones de dólares en 2016, solo detrás de China y Venezuela.
Con la Ley de Memoria Histórica se ha otorgado además la nacionalidad española a casi 200,000 cubanos hijos y nietos de españoles.
“Hace años España tenía una presencia institucional permanente y aquí venía todo el mundo. Esa comunicación hace varios años que se interrumpió, lamentablemente. Ocupamos un espacio importantísimo en la economía cubana en materia de comercio, inversiones, turismo, y no tenemos el apoyo que en otros países España brinda a su red empresarial”, agregó.
Esa interrupción tiene nombre y motivo: el entonces presidente del gobierno español, el conservador José María Aznar, impulsó en 1986 en la Unión Europea la “posición común”, vigente hasta 2016, que condicionó las relaciones entre Cuba y el bloque a los avances en democracia y derechos humanos en la Isla.
La Habana nunca perdonó que fuera precisamente un gobierno español quien impulsó esta restrictiva política, que dejó la relación bilateral a niveles incluso más bajos que durante la dictadura franquista.
Las relaciones mejoraron con el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2012) y han ido “in crescendo” con pasos importantes como la condonación de la deuda cubana con España, pero también con altibajos cada vez que desde Madrid se ha cuestionado el sistema político de la Isla.
“No ha habido en relación con Cuba una política consensuada, ha sido un tema más de política interna que exterior y lamentablemente se ha utilizado como un elemento de enfrentamiento entre partidos y sectores de la sociedad española. No hemos sabido traducir la cercanía en consenso y es el momento de cambiar eso”, dijo a Efe una fuente diplomática de España.
La diplomacia de los gestos es fundamental en Cuba, por donde desde que se anunció la reconciliación con Estados Unidos han pasado mandatarios de medio mundo: la visita del entonces presidente francés François Hollande en 2015 –el primero en ir a la Isla tras el “deshielo”– se ha traducido en un apabullante desembarco de empresas galas en la nación caribeña.
La ausencia de una visita al máximo nivel no ha deteriorado las relaciones, pero ha supuesto para España “lucro cesante, porque ha habido otros países que se han aprovechado más”, pese a las “numerosas visitas de nivel ministerial y un continuo ir y venir de altos cargos” españoles a la Isla, indicó la fuente.
“Pero no es lo mismo eso que una visita de un jefe de Gobierno o de Estado”, que “mejora mucho el nivel de interlocución y es clave para la relación entre dos países” admitió.
Por ello, consideró comprensible esa reacción de “ya era hora” por parte de los españoles en Cuba, pues “lo que quiere aquí la gente es un incremento de la relación acorde con el nivel de los vínculos que ya existen en todos los ámbitos”.
Pedro Sánchez será el tercer jefe del Gobierno español que visite oficialmente Cuba tras Adolfo Suárez (1978) y Felipe González (1986), ya que la visita de Aznar en 1999 se debió a una Cumbre Iberoamericana.