El 15 y 16 de junio próximos se realizará la cuarta ronda de diálogo entre Cuba y la Unión Europea, en Bruselas. La mesa de negociaciones está lista, luego de que el tema del bloqueo norteamericano a Cuba ocupara un puesto privilegiado en la agenda de la Cumbre CELAC-UE.
Días atrás, el vicecanciller cubano, Abelardo Moreno, declaró que la postura de la Unión Europea en cuanto a la isla evoluciona de manera positiva, y afirmó que ambas partes están determinadas a intentar consumar un acuerdo bilateral en el menor tiempo posible.
En ese caso, Cuba dejaría de ser el único país latinoamericano que no goza de este estatus con el bloque comunitario; un “jaque maque” a la Posición Común de 1996 que congeló parte de las relaciones. Herman Portocarero, jefe de la Delegación de la Unión Europea en La Habana, ofreció a OnCuba una panorámica de la situación actual y las perspectivas del proceso.
Existen expectativas de alcanzar este año un Acuerdo de Diálogo Político entre Cuba y la Unión Europea ¿Qué posibilidades reales usted ve para que eso se concrete?
Hay tres capítulos principales en el acuerdo futuro: cooperación, comercio y diálogo político. Estamos bastante adelantados en temas de cooperación y comercio. Ahora empezamos lo que de verdad es el asunto más difícil: el diálogo político, donde muchas veces tenemos que coincidir en no coincidir, para decirlo francamente. Sin embargo, yo soy partidario de un diálogo respetuoso: todo estará en la mesa, y tenemos que encontrar la forma de entendernos y seguir hablando.
En el capítulo de derechos humanos, que es parte del diálogo político, vamos a tener conversaciones paralelas, para empezar a hablar de manera concreta de los conceptos que compartimos al respecto, y los que no. Ese diálogo específico empieza a finales de junio en Bruselas, así que estamos avanzando por dos caminos diferentes: el acuerdo global, y el que abrimos ahora para discutir específicamente de derechos humanos.
Este es un tema que ha causado fricción en épocas anteriores ¿Cómo se ha manejado hasta el momento?
Fricción es una palabra muy pesada, digamos que hay divergencia de opinión, tanto sobre los conceptos como la forma de aplicarlos en la sociedad. Nosotros respetamos mucho lo que se ha logrado en términos de derecho social en Cuba, pero también defendemos nuestra visión sobre los derechos individuales, libertad de expresión y asociación, donde no coincidimos, por el momento, con la parte cubana.
Sin embargo, es importante para nosotros como europeos reconocer la equivalencia de los derechos sociales de los individuales, porque a fin de cuenta somos un modelo de sociedad, no socialista, en el concepto cubano, pero con rasgos muy fuertes en el derecho social.
Siempre pienso que es más nos lo que nos une que lo que nos separa. Claro, defender valores es parte de nuestro trabajo, y somos partidarios de un sistema político más abierto, una sociedad más libre en su forma de actuar, y un ciudadano que comparte plenamente el ejercicio del poder. En eso no coincidimos, pero no quiere decir que no podemos discutirlo.
Si efectivamente se alcanzara ese Acuerdo, ¿puede presumirse el fin de la Posición Común?
Eso sería una consecuencia natural, pero todavía requiere una decisión política separada. La Posición Común se mantiene porque es un conjunto de grandes principios. Los Estados miembros de la Unión desde hace casi 20 años tienen sus diplomacias bilaterales que son mucho más pragmáticas.
Lo que hemos tenido son dos caminos separados: principios y pragmatismo. Ojalá en el acuerdo puedan tener una convergencia, esa es la esperanza nuestra.
Hace poco usted comentaba que construir confianza política con la contraparte cubana es quizás el aspecto más difícil de la actual negociación…
Sí, porque hablamos de dos cosas diferentes: establecer confianza entre personas, negociando… aunque eso se hace, a veces con obstáculos o con atrasos, pero las personas empiezan a conocerse. La parte más difícil es establecer confianza entre instituciones.
Las instituciones europeas son complicadas, somos un sistema muy abierto: 28 países miembros, un Parlamento Europeo muy libre en sus expresiones… El Estado cubano es mucho más monolítico. Cuando nos sentamos cara a cara, nosotros venimos con una diversidad de opinión y de posiciones, frente a un gobierno que siempre puede mantener la misma línea.
Para nosotros es mucho más complicado mantenernos en una línea por el medio. Nosotros sabemos cómo funciona el Estado cubano; en la negociación, también la parte cubana tiene que acostumbrarse a nuestra forma de ser, que es complicada.
¿Cuáles otras dificultades ha enfrentado el proceso hasta ahora?
La parte de cooperación fue relativamente fácil, porque tenemos un trabajo desarrollándose bien desde 2008, con prioridades que se definen en acuerdos mutuos, en diálogo casi diario con el Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera.
La parte comercial fue un poco más complicada, porque Cuba perdió parte de su acceso privilegiado al mercado europeo, por definirse como país de renta media, a partir de 2014. Yo percibí cierta esperanza en la parte cubana en recuperar esos privilegios, lo cual no va a ser posible, porque es una discusión técnica: usted pertenece a tal categoría de país, y tiene tal condición de entrada al mercado europeo.
Para compensar esa pérdida de privilegios brindamos lo que llamamos facilitación de comercio, estamos ofreciendo asistencia técnica para diversificar las exportaciones, porque la vulnerabilidad del comercio exterior cubano es que depende mucho de rubros tradicionales. Tenemos una balanza comercial muy a favor de la Unión Europea. Hay muchos más productos con valor añadido que se podrían exportar a Europa si se conoce el mercado y las condiciones de acceso, y para eso estamos ofreciendo apoyo técnico.
¿Cómo han influido las negociaciones con Estados Unidos y la perspectiva de que se elimine el bloqueo a Cuba, en el ritmo y el enfoque del diálogo con la Unión Europea?
Ha sido un factor de aceleración, por varias razones, primero porque Europa no va a quedarse atrás, y el mensaje es también para Cuba: diversifiquen sus contactos. Nosotros somos socios a largo plazo, tenemos relaciones diplomáticas hace 25 años, somos el segundo socio comercial, queremos estar más presentes como inversionistas…Entonces lo que se ofrece por un lado a Estados Unidos, no puede hacer daño a la presencia de nosotros.
Al mismo tiempo pensamos que la parte cubana, al abrir un poco más las puertas a los Estados Unidos, va pensando un poco en cómo son las relaciones internacionales de manera general. Eso incluye también cómo funcionan las embajadas, hay discusión ahora sobre la conversión de las secciones de intereses en embajadas; lo cual conlleva condiciones y normas que nos tocan a todos, es una discusión interesante.
Lo más importante para mí, a largo plazo, es que nosotros somos un modelo de sociedad, con muchos problemas, pero con logros sociales similares a lo que se ha hecho en Cuba, y para que se mantenga todo eso hay que intercambiar experiencias.
Tenemos una estructura demográfica parecida, larga esperanza de vida, sistema social costoso; en Europa en estos momentos hay mucha presión sobre los sistemas sociales, crecimiento económico insuficiente… son desafíos que compartimos, y hay que ver que en el futuro Cuba pueda mantener ese modelo y no convertirse en un capitalismo salvaje. Por eso también hay que buscar equilibrio entre lo que se hace con Estados Unidos y lo que se hace con nosotros.
Europa tiene un trabajo asentado en materia de cooperación para el desarrollo en Cuba ¿Cuál es la perspectiva en este momento? ¿Podría el bloque comunitario mostrar algo de lo aprendido a instituciones norteamericanas?
Las prioridades de la cooperación están en la seguridad alimentaria, aunque el sector agrícola sigue siendo bastante complicado, porque la reforma realmente no arranca como esperamos. También está el apoyo a la actualización administrativa, tenemos un programa de intercambio de expertos en campos técnicos: sistema tributario, seguridad social, estadísticas… pues, a través de los estados miembros que antes tenían una economía centralizada, tenemos la vivencia de la transformación económica.
En los ministerios en general hay mucho interés en esas capacitaciones, porque Cuba tendrá temprano o tarde una economía mixta, con un sector público que se mantiene, obviamente, pero también con mucha más actividad privada; es un modelo más europeo que norteamericano. Esas competencias y la experiencia de la transformación gradual, la tenemos nosotros, y estamos listos para compartirlas.
Entre los 28 países miembros se manifiestan diversos grados de relación y visiones con respecto a Cuba ¿Existe consenso en cuanto al actual proceso de acercamiento?
Cada vez más. En un principio, hay tres bloques en la Unión Europea en cuanto a Cuba: los países muy positivos, los que tienen un pasado político que influye en su posición –los países ex-socialistas–, y por el medio un grupo que no tiene agenda política en cuanto a la Isla.
El papel de la diplomacia europea es mantener un camino por el medio, que haya consenso sobre las condiciones y la negociación. Eso es una lucha de cada día, porque están los que quieren ir más rápido, los que quieren frenar; y el trabajo de nosotros aquí en la Delegación y de mis colegas de Bruselas, es conservar una vía centrada, entre los más y los menos positivos.
Acaba de terminar la Cumbre CELAC-Unión Europea ¿Qué papel ocupa Cuba dentro de la proyección de la UE hacia América Latina?
Cuba ha tenido un papel muy protagónico en unir a la CELAC alrededor de ciertos temas. Para mí lo importante es que hay una relación birregional madura, no de dependencia o con todo el peso de la historia. Pienso que en los últimos 25 años habíamos perdido mucho terreno en América Latina.
Ahora se va recuperando, el hecho de la cumbre en Bruselas, es en sí mismo un símbolo político. Podemos hacer mucho más todavía, en cuanto a medio ambiente, cambio climático, educación superior.
Cuba ha comenzado a renegociar con el Club de París unos 15 mil millones de dólares, lo que era un obstáculo importante para la afluencia de capitales al país ¿Qué caminos se abren ahora?
Existen acuerdos bilaterales con varios estados miembros, hasta ahora se han firmado con Países Bajos, están muy adelantados con Francia, España ha reabierto un flujo de créditos… Los empresarios no miran la política, miran la posibilidad de hacer dinero y tener un buen negocio. Entonces si Cuba logra convencer a los empresarios para que vengan, una vez que haya créditos, van a venir.
Los asuntos de la deuda son complicados, aunque parece que ahora se van resolviendo. Obviamente, hay otro asunto que quizás no es determinante pero sí tiene su importancia, que son las consecuencias de la legislación norteamericana, porque muchos bancos europeos se autocensuran a la hora de hacer negocios con Cuba, por las medidas extraterritoriales que pertenecen al bloqueo y tienen efectos secundarios para nosotros. Supongo que también ese aspecto estará en la mesa, a medida que el bloqueo se vaya quitando.
¿Existen perspectivas dentro de la UE respecto a que, efectivamente, el bloqueo se pueda eliminar?
Pienso que sí hay una gran voluntad política del presidente Obama y de su gobierno para adelantar las cosas. No me corresponde hablar de la política de Estados Unidos, pero entramos en una campaña presidencial, que siempre es una época difícil. Es suficiente ver la cantidad de congresistas norteamericanos que vienen de visita, y realmente se mueven cosas en el Congreso también, es la impresión que tengo.
Y la gente, los legisladores norteamericanos, están enterándose cada vez más de las realidades de Cuba. Porque en eso, como siempre, había mucha propaganda por ambos lados, y lo bueno de la diplomacia, tal como se practica ahora, es que la gente empieza a conocerse de persona a persona, se quita un poco la visión unilateral que ambos lados tenían de la otra parte.
En el caso de la relación de Cuba con Estados Unidos, y de Cuba con la Unión Europea, lo que estamos viendo probablemente sea cómo se sobreponen los intereses económicos a los intereses políticos. Es decir, la relación económica posible, va a marcar la diferencia respecto a épocas anteriores, cuando había una visión un poco más ideologizada, más política…
Los lobbys con interés en Cuba cambian. Luego, el panorama se transformó, de la política pura desde los años 60 hasta que cae la Unión Soviética. Se ha dado mucha más diversidad en los campos de interés: turismo, negocios, cultura, mundo académico, artistas… y eso es importante, porque es una diplomacia de los pueblos. Realmente los contactos personales han hecho mucho para abrir los horizontes por ambos lados.
Porque Cuba también durante casi medio siglo se definió mediante su política: por oponerse a Estados Unidos, por su presencia en África, por su papel internacionalista… Ahora la personalidad del país en el campo cultural se hace mucho más importante, hay tanta riqueza que internacionalmente el país tiene que definirse un poco de otra manera. La política está, porque Cuba se puso en el mapa del mundo gracias a la política, pero ahora sale toda la personalidad cultural del país, y la enorme creatividad que se reconoce cada vez más, incluso en Estados Unidos.
¿Qué características tendría un escenario ideal de vínculos entre la Isla y el bloque europeo?
Una relación madura, de igual a igual, con respeto mutuo en la manera de coincidir en temas positivos y mantener diferencias, donde las haya; con una perspectiva de vida mejor para todos los cubanos, que se garanticen los logros, que cambie lo que de todas formas va a cambiar, y que se mantengan las cosas buenas.
Sip, ojalá la Unión Europea ayude a Cuba a cambiar su visión sobre los derechos individuales, libertad de expresión y asociación… que Cuba sea más libre… aunque, claro está que, quien debe exigir eso en primer lugar somos los cubanos. Ojalá el gobierno cubano afloje con estos cambios positivos provenientes de la cooperación internacional y nos devuelvan los derechos, aunque sea de manera gradual…