Rolando Díaz es un hombre de Islas. Es un hombre de caminos. Es un hombre de cine. En esas circunstancias se ha sumergido, de muchas maneras.
La película Los pájaros tirándole a la escopeta asoma como un amuleto bajo su piel; pero la devoción por el séptimo arte, no se detuvo ahí. No lo ha detenido ningún escozor, ninguna lejanía. Desde sus propios hilos de creador, emerge el pasado, el presente….
Si realiza una ojeada a su obra como documentalista, guionista y director, a la etapa de los grupos creativos constituidos en el cine cubano, ¿con qué obras y con qué compañeros de creación se quedaría?
Fueron años contradictorios, pero de mucha ilusión creativa. Mi acercamiento a Tomás Gutiérrez Alea, enriqueció sobremanera mi forma de ver el cine y la vida. El Grupo Rocinante es algo que nunca olvido, sobre todo mi vínculo más profundo con Juan Carlos Tabío y Rapi Diego —mis preferidos dentro del Grupo de Creación―, sin dejar nunca a mis hermanos de siempre en el cine cubano; Daniel Díaz Torres y Fernando Pérez que pertenecían a otro Grupo. Quiero destacar aquí el papel importantísimo que desempeñó el entonces presidente del ICAIC, Julio García Espinosa, promotor de los Grupos de Creación. La película que caracterizó esa época fue Alicia en el Pueblo de Maravillas, que aunque no era de mi Grupo, sino de Daniel Díaz, movió los cimientos. Recibió un ataque brutal —la palabra no es exagerada― por parte de una postura oficial muy distante de la nuestra.
Fue tremendo lo que se armó alrededor de aquella ingeniosa historia, y trajo como consecuencia la unión de los cineastas y de casi todos los trabajadores del ICAIC: “¿Quién mató al Comendador? Fuenteovejuna, Señor…”. Así fue el espíritu de aquella época, aunque el rechazo oficial a la película se impuso entonces por sobre el anhelo de cineastas y trabajadores del cine…Pero el ICAIC siguió en pie. Eso fue un logro.
Un filme como Los pájaros tirándole a la escopeta (1984) más allá de su condición de comedia, resulta a mi juicio, una demostración de su capacidad para apropiarse del gracejo criollo y a partir de allí, dialogar con la sociedad. ¿Cuánto le ha dado esta cinta y cómo la mira al paso del tiempo? ¿Le ha molestado que asocien su nombre en demasía con este título?
En el mejor y el peor sentido, Los pájaros… es algo omnipresente en mi vida. No hay un día en que alguien no me la recuerde. Hasta los que en su momento la denostaron, ahora la reconocen. Fue un paseo por elementos de la identidad cubana, por eso que llamamos cubanía. Pero soy absolutamente consciente de que Los pájaros… no es una gran película. No obstante, han pasado 30 años y sigue ahí, dando lata.
En ese sentido, me duele muchísimo que otra parte de mi obra no se valore, se censure, apenas se hable de ella o se exhiba con limitaciones en Cuba. Empiezo el recorrido por Melodrama, más mordaz e irreverente que la película de marras y que ha sido ignorada por el ICAIC. El cubano de a pie desconoce su existencia. Quizás es muy tarde para darle espacio. Si en su momento se hubiera exhibido sin limitaciones, ocuparía otro lugar en la memoria colectiva del cubano, y quizás Los pájaros… hubieran tenido que compartir su referencia con este otro título.
Después está Si me comprendieras, más ignorada aún que Melodrama. Un docudrama con un fuerte impacto fuera de Cuba, pero que en La Isla se ha exhibido poquísimo. Sabemos que es raro que los documentales sean aclamados masivamente por los espectadores, pero quizás —sin que esto implique comparación artística alguna―, si hubiera tenido la oportunidad de tener una exhibición como la de Suite Habana, la excelente película de mi amigo Fernando Pérez, las cosas hubieran sido distintas.
¿De qué manera un creador de su experiencia reconstruye y siente a Cuba desde su entorno más cercano y desde sí mismo, aunque esté lejos de la Isla?
Cuba, el país como Nación, nunca se ha separado de mi. He dejado de identificarlo únicamente como una Revolución: lo veo como un país de todos los cubanos, y cuando digo todos, lo digo en su sentido más incluyente. Desde esa reflexión realicé Actrices, Actores, Exilio: recorrido por íconos de la interpretación en Cuba que viven fuera de la Isla; pero que no dejan de sentirla, porque también les pertenece. En pleno siglo XXI, es absurdo preguntar si un cubano es de adentro o de afuera.
El tema del exilio es recurrente en su obra en los últimos años. Después de esas miradas, ¿cómo marca el exilio a un creador y a un ser humano? ¿Cómo le enriquece?
La nostalgia nunca abandona a los que nos fuimos de Cuba. Ni los que profesan estar más lejos de Cuba y su realidad están en rigor tan separados de lo cubano como dicen. Lo que sucede es que siempre hay quienes pretenden identificar la Nación con ideas políticas de un solo signo y es ahí donde todo se tuerce.
Las películas que he podido realizar con tema cubano tienen una difícil inserción. Al no tener la nacionalidad cubana, por estar realizadas fuera de Cuba, son obras que no tienen país, se convierten en productos apátridas que suelen quedarse en un limbo. Inscribirlas en Festivales es complicado. Muchas veces los países de origen tienen leyes que no les permite asignarles la nacionalidad del lugar donde fueron realizadas.
Por ello, prefiero hacer películas que tocan indirectamente temas afines a todos los cubanos de la diáspora. Cercanía o el documental Actrices, Actores, Exilio, tratan historias en las que los cubanos estamos implicados directamente. ¿Qué hubiera sucedido con Cercanía si en su momento se hubiera exhibido con normalidad en Cuba? ¿Cuál podría haber sido el destino de un film que estoy seguro hubiera “sonado” en los cines de la Isla? Valdría la pena preguntarse entonces si el público cubano sólo me conocería por Los pájaros…
Sé que Cercanía anda por el país entre los famosos “paquetes” o alquilada en copias de pésima calidad. Me consta; pero me entristece que Cercanía y otras propuestas, tengan que ser vistas de esa manera, sin haber pasado nunca por salas de cine comerciales. En Cercanía los personajes van de un extremo al otro de las ideas políticas. Quienes habitan esos polos, expresan sus criterios sin cortapisas, pero los une la familia, la amistad, la tolerancia. Al final todos los personajes terminan ―mal que bien—, entendiéndose, aceptándose. No estoy dando una valoración que no me corresponde, sólo dejo claro mis propósitos.
Los caminos de Aissa es un docudrama con miradas más universales, pero que no dejan de esconder nuestras ausencias, la soledad o la presencia de las diferencias. Está representado por una africana que necesita ser europea y no estar sola, que necesita ser admitida siendo negra y bailarina de Go-Go, en una sociedad que la acepta; pero de la que ella, a pesar de todo, no forma parte. Estas experiencias se adquieren al vivir fuera del entorno habitual y nos enriquecen de cara a ser seres más universales. Es una ganancia espiritual de gran magnitud.
No es lo mismo, el Rolando Díaz de Los pájaros tirándole a la escopeta que el de Si me comprendieras, realizada en Cuba, pero ya viviendo fuera de ella. No es el mismo, el de Cercanía o La vida según Ofelia ―una película totalmente española— y el que llega a plantearse el dolor del emigrante en El largo viaje de Rústico o en Los caminos de Aissa.
Ganas y pierdes con esas experiencias… pero sinceramente pienso que he madurado, que he crecido trabajando para mi propia empresa, imaginando y saltando muchos obstáculos en el mundo real, y viviendo ―al fin y al cabo—, de lo que aprendí a hacer en Cuba.
¿Cómo recuerda su participación en el Taller de Crítica Cinematográfica de Camagüey en este propio año y hacia cuáles proyectos dirige su lente ahora mismo?
Tengo un recuerdo muy grato. Me sentí muy bien y muy respetado. Sólo estuve en desacuerdo con la manera en que la prensa nacional divulgó mi presencia en ese evento y eso no fue responsabilidad de los organizadores camagüeyanos. Me otorgaron el Premio de la Crítica, y el Noticiero Nacional de Televisión y otros medios elaboraron la noticia de manera tal que parecía que yo seguía viviendo en Cuba.
Escribí una nota aclaratoria que no ha sido divulgada por los medios oficiales. Creo que es una necesidad ampliar la polémica en este y otros temas vitales para el futuro de la nación. Juan Antonio García Borrero publicó de inmediato la nota en su reconocido blog Cine Cubano: La pupila insomne, que puede consultarse en: http://cinecubanolapupilainsomne.wordpress.com/2014/03/21/nota-aclaratoria-del-cineasta-cubano-rolando-diaz-a-los-medios-de-comunicacion-oficiales-cubanos
En estos momentos vivo en la República Dominicana. Me iba muy bien en las Islas Canarias; pero la vida dio uno de sus giros inesperados y carené en el Caribe. Acá rearmé mi vida y ya tengo dos nuevos proyectos en marcha. Vivo rodeado de cubanos, son inevitables para mí, aunque las temáticas de los proyectos futuros, al menos por ahora, no les impliquen directamente.
Asistiré al Festival de la Habana este año. Se exhibirá Los caminos de Aissa y mientras pueda, estaré presente para dialogar con mis espectadores naturales; los cubanos. Por suerte hice una vida independiente fuera de Cuba, no tengo que dar cuentas a nadie de mis decisiones, y eso me hace feliz, porque no me anima el odio, sino la cercanía.
Como ya nos va acostumbrando, Cedeño, Piel Adentro es la imbricación de una nueva voz al monologo, a veces estridente y en ocasiones a soto voces, con que los artistas e intelectuales de la diáspora pretendemos dialogar con nuestras raíces y nuestro público natural. En el caso del maestro Rolando Díaz es un paneo sucinto por su obra y la expresión de una experiencia de vida, llena de compromisos pero con las menores ataduras posibles.