Yo nací en un feliz pueblecito verde, en medio del monte. Hace 15 años una nueva escuela me abrió las puertas de la ciudad y le dije adiós a mis gentiles vecinos con su “ey” a cada encuentro; a los árboles verdísimos; al cielo azul; a los cocuyos; a las estrellas por la noche; a las casitas de madera de palma real y techo de guano; a los conucos arados por coyundas de bueyes; a los trillos de visitar a mis primos; a las guayabas y guanábanas del patio de mi abuela; a mis amiguitos y a lo que más me gustaba a mí, el río.
En Puriales de Caujerí, que es como se llama el pueblo que me vio crecer, el río siempre fue algo singular. Su forma de infinito majá de Santamaría atravesaba varias veces el caserío y luego se extendía junto al camino, para después perderse por las lomas. Se quisiera o no, había que tenerlo en cuenta.
¿Qué niño –como yo cuando vivía allá– dejaba de ir a bañarse en sus aguas cristalinas después de la escuela; de zambullirse de cabeza en los pozos más hondos; de jugar en la orilla y cazar jaibas y pececitos; o cuál no disfrutaba saltar las piedras de la calzada mientras cruzaba a la otra orilla? ¿Quién con esa inocencia de entonces se perdía de ver las impresionantes crecidas color marrón desde el puente o la carretera, para ver pasar veloces los árboles arrancados o los puercos flotando que no pudieron escapar de la corriente?
Hoy vivo en Guantánamo. Sólo cuando casualmente he encontrado a alguno de aquellos viejos conocidos de Puriales, he sabido de la gente del barrio; de las casas que ya no son de guano y tablas; de los guajiros que ya andan menos a caballo; de la carretera recién pavimentada; de los árboles no tan verdes como antes; y del río, ese que yo conocía de memoria, por las tantas veces que lo crucé para ir primero a la escuelita primaria y a la secundaria después… por todas las veces que nadé en sus aguas para mitigar el calor.
Pero imágenes recientes me han vuelto a transportar hasta aquel pueblo en que nací. Ahora muchos de mis antiguos vecinos lloran: el río no les perdonó las casitas, ni el puente, ni los puercos, ni los sembrados, ni aquellas partes del camino más cercanas a su cauce. Arrasó con todo. Las lluvias del vendaval alimentaron su furia y le hicieron querer recuperar aquellas tierras, que según cuentan los más viejos, le pertenecieron una vez, en épocas pasadas.
Esas crueles imágenes me quitaron el sueño. A partir de ahí, ya no pude tenerle el cariño de antaño, ni añorar sus fuertes corrientes, que atravesaron mis recuerdos convertidas en sinónimo de destrucción.
Por eso no lo perdono. Porque ya Sabanalamar no es el mismo río de aquellos tiempos en que yo corría descalzo por sus márgenes. Y porque sólo en mis memorias de infancia se mantendrá apacible, bordeando interminablemente las montañas de aquel, mi lejano pueblecito verde, que hoy no es feliz.
Gracias Alexander, siento mucho lo sucedido. La primera vez que fui a Puriales de Caujerí, fue en 1996 de la mano de la Cruzada, experiencia que me cambió la vida y la percepción de Cuba: el gran corazón de sus habitantes en mi mano, la hermosura de la gente de la tierra. Una tierra que da los mejores tomates del mundo!! Fuerza, resistencia y fe.
Caramba amigo tu escrito me ha sacado lágrimas por esos mismos caminos creci y aunque vivía en Stgo de Cuba, mi más anhelado deseo era que llegaran las vacaciones para irme a Puriales,, El Palmar, El Turco. Muestras fotos donde aparece la casa de una de mis tías. De repente nos conocemos. Mil gracias por tu sentido comentario que comparto.
gracias por escribir este artículo del pueblito donde nacimos,sin duda quedará para la historia, ojalá muchos amigos nuestros puedan leerlos.
Excelente comentario, soy nacido ahí también y me ha dolido mucho todo lo que ha pasado, estuve el lunes 3 de octubre y pasé por ese puente que está en las imágenes, puriales es mi vida, allí nací, crecí, fui a la escuela, me quité los zapatos para cruzar el río en tiempo de lluvia, hoy soy un profesional vivo en Pinar del Río, pero nunca olvido a mi pueblo de vez en cuando doy alguna vuelta, allí viven mis padres, mis abuelos, mis amigos, mis maestros, mis vecinos, mis primeros pasos,
Alexander no querer ya al río pudiera interpretarse mal, la naturaleza es así de caprichosa y contra ella nada podemos hacer. Viví en Guantánamo y mis vacaciones de infancia las pasaba allá con mi familia, y en un lugar muy alto que se llama “EL MIJE” y justamente bajábamos a Puriales para disfrutar ese río que hoy encrespado ha hecho llorar a muchos que quizás como tu y yo reímos antaño. Se impone ahora el amor y la solidaridad humana. Me gustó tu escrito, volví a recordar lindos tiempos de la niñez ya hoy lejanos
ASHE ….
PRECIOSAS FOTOS …Y MUY BUENA NARRATIVA … MUY BIEN ACERTADA LA IMAGEN Y EL DISCURSO POETICA DE ELLA .. CON LA NARRATIVA.
EL EVENTO DESAFORTUNADO DE LO ACONTECIDO EN LA HISTORIA .. ES LA TRISTE REALIDAD .. QUE PERPETUARA TATUADA EN LA PUPILAS Y CORAZONES .. DE LOS TESTIGOS DE LO ACONTESIDO ANTES Y DESPUES ..
SON HECHOS COMO ESTOS LOS QUE DE UNA MANERA U OTRA NOS MARCAN LA VIDA.
..ENHORABUENA…
Un escrito que me ha trasladado a mi infancia, a mis recuerdos y a mis anhelos. Cuantos sueños perdidos de esos campesinos que han sabido mantenerse fuerte en sus lugares a pesar de la guerra industrial, tecnológica y naturales. Gracias Ale por esas palabras y descripción de nuestros paraísos destruidos.
Creo que todos recordamos el lugar de nuestra infancia, sobre todo porque la fue una época en la que se fue feliz. No critico a Matthew, pues sé que al final el pueblito de Alexander volverá a ser tan verde como siempre, volverán a jugar cerca de sus márgenes y volverán a crear recuerdos tan buenos como los del gran escritor que publicó estas líneas que acabamos de leer.
Soy nacido en la ciudad de Guantanamo, pero a pesar de la lejanía que separa a estas dos regiones – Puriales y Guantanamo – creo que visité esa zona unas dos veces. Aquí Alexander Londres ha hecho gala descriptiva de esta región. No la olvidaré nunca aunque hayan pasado más de veinte años desde la última vez que la visité. En cuanto a los destrozos del huracán; son infortunios que suceden, pero la naturaleza seguirá regenerando belleza en ese terruño añorado. Gracias Alexander Londres.
AMIGO MUY LINDA TU HISTORIA ,DE AQUEL PUEBLITO VERDE, QUE AHORA ESTA PASANDO POR UNA SITUACION DIFICIL PERO QUE SABRA LEVANTARSE AUN MAS LINDO ,SIEMPRE TAN INTELIGENTE MUCHOS EXITOS AMIGO .
Muchas gracias a todos por tener la deferencia de dedicar un poco de su tiempo a la lectura de estas letras. Les agradezco los comentarios.
Bellas fotos y bellos paisajes de esa tierra que te vio nacer, desde sus casas, sus arboledas y sus gentes humildes que con la tragedia del huracán solo ha dejado de lo q ya no queda, nada, una pena tener q vivir esa desgracia por culpa de la naturaleza, a veces lo que nos parece bello, puede ser terrible, pero con la mano de sus gentes y los que puedan ayudar, ojalá vuelva a nacer, ya no como antes, pero que pueda tener un aliento de vida