Harvard parece inalcanzable. Es una marca poderosa. Representa una tradición no solo por haber sido la primera universidad fundada en Estados Unidos o por administrar una de las mayores dotaciones financieras entre las universidades del mundo. Harvard ha sido la casa formadora de líderes políticos, empresariales, científicos y artistas de escala global. Harvard es un sueño, a veces tan fantástico, que muchos ni siquiera se permiten soñarlo.
A principios del siglo XX, un grupo de más de mil maestros cubanos cursaron allí una escuela de verano y, aunque su historia no ha sido muy conocida en ninguno de los dos países, ellos marcaron fuertemente la relación entre esa universidad y Cuba. Una relación que nunca desapareció del todo, aún en las décadas de mayor distanciamiento entre Cuba y Estados Unidos.
Hace pocos días se firmó en La Habana un memorando de entendimiento entre Harvard y el Ministerio de Educación Superior de Cuba para relanzar y ampliar formas de cooperación mutua. El vicerrector de Harvard Mark C. Elliott, quien fuera el encargado de la firma en esta capital, concedió a OnCuba una entrevista sobre este nuevo momento.
El memorándum de entendimiento recientemente firmado entre la Universidad de Harvard y el Ministerio de Educación Superior de Cuba, prevé acciones de capacitación de postgrado y de investigación científica conjunta. ¿En qué áreas o disciplinas específicas se busca este incremento de colaboración? ¿Cuáles son las mayores oportunidades que se han identificado hasta ahora?
El Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos (DRCLAS), y el Programa de Estudios sobre Cuba en particular, tienen una larga historia de colaboraciones académicas con individuos e instituciones cubanas. Los registros de la Universidad muestran evidencia de proyectos en conjunto entre académicos cubanos y de Harvard que data de mediados del siglo XIX. El actual Programa de Estudios sobre Cuba fue fundado en 1999. Entre sus actividades se encuentran una serie de seminarios; un programa para traer a académicos cubanos a Harvard por un mes; varios talleres académicos colaborativos; eventos especiales como presentaciones de documentales y películas, conciertos, y exposiciones de arte. También mantenemos una colaboración a largo plazo con la Biblioteca Nacional de Cuba “José Martí”. En los últimos años hemos publicado seis volúmenes editados por académicos de Harvard y de instituciones cubanas, así como varios artículos a través de la principal revista académica sobre Cuba, Cuban Studies.
Este acuerdo está abierto a todas las disciplinas. En el pasado, los estudiantes de posgrado y profesores de Harvard han viajado a Cuba para investigar en diversas áreas: economía, ciencias políticas, biomedicina, salud pública, sociología, antropología, historia, educación, y arte, entre otros. Igualmente han venido cubanos a Harvard a hacer investigaciones en esos campos y en otros.
Este acuerdo nos permite considerar formas de colaboración mutuamente beneficiosas; por ejemplo, digitalizar material bibliográfico y archivístico, o compartir recursos del aprendizaje en línea. El acuerdo también señala nuestro compromiso de dar la bienvenida a los cubanos en Harvard ya sea como académicos visitantes o como estudiantes normales.
A partir de estos acuerdos ¿se incrementará la movilidad de estudiantes y profesores en ambos sentidos? ¿Se prevé la apertura de algún programa especial de becas o estancias de investigación en ambos países?
Nosotros pretendemos que los estudiantes y profesores continúen viajando a Cuba para realizar investigaciones académicas, y que este acuerdo facilite dicha tarea. Desde hace muchos años contamos con el apoyo de la Fundación Ford para facilitar intercambios académicos de corta duración en DRCLAS a través de campos específicos, y talleres.
Desafortunadamente, estamos limitados actualmente por la situación de las visas. En este momento, no es nuestra intención establecer ningún programa nuevo de becas, pero esperamos que continúen las oportunidades actuales para la investigación colaborativa con respecto a la economía y las políticas sociales, las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, la historia, el arte, y la cultura, por ejemplo.
Durante la ceremonia de la firma de este memorando en La Habana usted mencionaba que Harvard y las instituciones académicas cubanas comparten valores esenciales como el amor al conocimiento, la búsqueda de la verdad científica y de los ideales de justicia. ¿Cómo valora usted la acogida en Cuba de este acuerdo? ¿Son receptivas las autoridades cubanas al incremento de estos vínculos con la Universidad de Harvard?
Nuestra delegación fue muy bien recibida en La Habana. En la ceremonia estuvieron presentes varios funcionarios cubanos importantes, entre ellos el Ministro de Educación Superior, José Ramón Saborido Loidi, la Viceministra de Educación Superior, Aurora Fernández, y Josefina Vidal, Directora General para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores. La ceremonia fue ampliamente cubierta por los medios de prensa cubanos e internacionales.
Este acuerdo puede haber desagradado en algunos despachos en Washington. De alguna forma contradice el discurso del gobierno de EEUU y específicamente del presidente Trump que en este momento está revirtiendo los avances entre los dos países en todos los aspectos y también en el plano de la colaboración científica. Así lo han documentado numerosas publicaciones, incluida la revista Science. ¿Pueden las principales universidades de Estados Unidos convertirse en un factor de cambio hacia Cuba? ¿Es ese el propósito de Harvard al incrementar su cercanía a Cuba en este momento?
Creemos que las instituciones académicas desempeñan un papel importante en las relaciones internacionales, en cualquier disciplina. Harvard se fundó hace casi 400 años, y la Universidad de La Habana hace 290 años; las colaboraciones entre las dos universidades, como he dicho, datan de principios del siglo pasado. Este acuerdo extiende la colaboración a otras instituciones cubanas más allá de la Universidad de La Habana. El acuerdo cumple plenamente con las leyes y regulaciones de los Estados Unidos y de Cuba.
No son pocos los obstáculos legales y operacionales que tendrán que afrontar ambas partes para conseguir unos niveles altos de intercambio académico: dificultades para los cubanos para obtener visas americanas; también para los estadounidenses se han incrementado los controles para viajar a Cuba; habrá dificultades con la movilidad de fondos financieros, el pago de servicios, etc. Las leyes actuales del bloqueo son sumamente rigurosas en esto. ¿Existen brechas que permitan sobrevolar estas barreras?
Harvard ha dirigido un pequeño programa en La Habana para sus estudiantes de pregrado desde 2007, así como varios talleres académicos colaborativos. Hasta ahora hemos podido superar los desafíos logísticos. Seguiremos cumpliendo con todas las normas cubanas y estadounidenses al realizar cualquier actividad.
El Programa de Estudios sobre Cuba del Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos ha apoyado investigaciones y estudios relacionados con Cuba desde 1999. El programa recibe académicos visitantes de Cuba y organiza seminarios regulares en Cambridge. Desde 2007 el centro ha llevado a cabo un programa de estudios en Cuba durante un semestre en otoño en colaboración con la Universidad de La Habana. En todos estos esfuerzos ha tenido mucha importancia la participación y el impulso de académicos de origen cubano como Jorge I. Domínguez y Alejandro de la Fuente, entre otros. ¿Son más fuertes estos vínculos en los que sectores académicos de origen cubano actúan como interfaces en el diálogo entre las instituciones de Estados Unidos y Cuba?
Los profesores Jorge I. Domínguez y Alejandro de la Fuente han sido fundamentales para la fundación y la expansión, respectivamente, del programa de estudios sobre Cuba. Sin embargo, muchos otros profesores de Harvard han participado en proyectos y talleres colaborativos a lo largo de los años, la mayoría de los cuales no han sido de origen cubano.
Traducción al español: Erin Goodman.