Se escribe simple: Boca del Yumurí es un pueblo hermoso. Nos centraremos en que Boca del Yumurí es un pueblo hermoso y que luego venga lo demás. Los gallos y las mujeres, la pesca y los turistas, y el domingo. Todo pasa y todo se explica por eso: Boca del Yumurí es un pueblo hermoso.
En Boca del Yumurí salen de pesca cuando es temporada de pesca, y si se acaba la temporada, igual salen. Lo de ellos es pescar. Les gusta eso de preparar el bote y la carnada, y escoger el anzuelo según el peso del pescado, y tirarse a mar abierto. Si es temporada de pesca, todo va bien, pero si se acaba, ellos saben arreglárselas. Son pescadores natos. Además de esto, puede que un día estés en Boca del Yumurí y te pregunten si eres inglés, si eres argentino. Les interesa cerciorarse de qué lugar del mundo surgiste.
Ellos, recuerden, son pescadores natos, y Boca del Yumurí es un pueblo hermoso.
No es abril ni marzo, ni junio ni julio, sino febrero, y por tanto, hay pocos peces que ensartar. Boca del Yumurí queda en el municipio de Baracoa, en Guantánamo. Es un pueblo costero, y como casi todos los pueblos costeros, te recuerda que estás al borde de un país.
El río Yumurí pasa por debajo de un puente, y unos metros después, desemboca despacio en el mar. De allí parten los pescadores, desamarran la cayuca, aseguran provisiones y utensilios, y se tiran al agua. Muchas veces vuelven a tierra con dos, tres pargos, una docena de roncos, algún loro, y es bueno si se encuentran una mancha de langostas. Los turistas pagan cualquier cantidad por una cola.
Tiene Boca del Yumurí alrededor de 500 personas. Todos, obviamente, se conocen mucho, como en los pueblos pequeños. Y casi todos tienen algo que ver, algo que los emparienta, como en los pueblos pequeños. Por eso si preguntas, verás que en Boca del Yumurí casi todos son de apellido Acosta. Acosta Lores, Guzmán Acosta, Acosta Acosta, Acosta Caballero. Los primeros Acosta del pueblo se encargaron de multiplicar el apellido, se revolcaron todos, los Acosta y los Guzmán, y los Acosta y los Lores, pero siempre los Acosta. Luego los Acosta con otros Acosta, en un pueblito de apenas 500 gentes, como si lo importante hubiese sido hacer perdurar tal apellido a costa de cualquier precio.
Casi todas las cosas en Boca del Yumurí suceden cerca del mar. Casi todas menos las peleas de gallo, que es otra historia. La escuela primaria Abraham Lincoln está cerca del mar, las casas de los Acosta y de los otros que no son Acosta están cerca del mar, mucha gente friega los calderos con la arena gris que no se sabe si pertenece al río o si pertenece al mar, porque las desembocaduras causan esas confusiones y esas inexactitudes.
Y todo pasa y todo se explica por eso: en Boca del Yumurí hay un río y hay un mar, y es imposible que Boca del Yumurí sea un lugar poco atrayente. Por eso los turistas se llegan a Baracoa, y pasan casi siempre por Boca del Yumurí. Ahí es cuando a los pobladores les interesa saber de qué lugar del mundo surgiste. Ahí es donde todo encaja: si no es ni abril ni marzo, ni junio ni julio, entonces el trabajo no está en el mar, sino afuera. Ellos, recuerden, son pescadores natos. Llega un HK y les caen arriba como moscas. Saben que un turista nunca llega por gusto a Boca del Yumurí, si quieren polimitas, ellos les consiguen polimitas, y si quieren comida, allí hay comida para venderles, si lo que buscan es dar un paseo por el río Yumurí, ellos los bajan del carro, chamusquean el idioma Inglés, y los hacen saltar a un bote. Pero casi siempre los turistas quieren mujeres. Polimitas y mujeres, comida y mujeres, paseo en bote con una tipa al lado. Les dicen que en Cuba hay mujeres lindas y sacan el pasaje a Cuba. Les dicen que las orientales tienen la tez quemada, y se van al Oriente, y si les dicen que hay un lugar intrincado donde todo sucede con suma discreción, ellos se llegan a Boca del Yumurí.
Eso sí, jamás los hombres aceptarán decirte que las mujeres de Boca del Yumurí se van con turistas. Se ponen bravos, molestísimos, si tan siquiera insinúas que son putas esas morenazas, en todo caso damas, se incomodan porque son sus mujeres y hay que respetarlas. Ha habido ya más de un preso en el pueblo por esos líos, por trajines con mujeres, por eso tienen cuidado extremo, y por eso el mejor día para pactar con esas hembras es el domingo.
El domingo hay peleas de gallo. El único acontecimiento importante en Boca del Yumurí que no sucede cerca del mar. Se van al monte, y allá llegan los hombres con su animal, han pasado tiempo engordándolo, lo han pelado elegante y cuidadosamente, aquellos gallos son de una finura exquisita, les han dado todo tipo de atenciones para cuando fuera domingo. Todas las mañanas los dueños hacen un huevo duro y le dan de comer al gallo, es necesario que, obligatoriamente, llegue a cuatro libras. El dueño improvisa una vaya cerrada, y allí deja al animal por cinco o diez minutos. Esto es el primer día. Al cuarto día el gallo vuelve a la vaya improvisada, por 15 minutos, se van aumentando los minutos de cinco en cinco por cada día que transcurre, y cuando el gallo alcanza exactamente tres libras y doce onzas, el gallo se trajina, se corre, se hace que pelee con él mismo, hasta que llegue a un peso del cual no suba ni baje más. Todo para el domingo. Entonces llegan, el dueño y su gallo, y mientras todo comienza, y el gallo picotea la cresta de otro gallo, y se baten bajo una gritería de machos sudorosos, y una espuela se encaja en el muslo clorado del animal contrario, ya han llegado poco a poco las mujeres, todos saben a qué van esas damas a la vaya, las cosas se acuerdan muy cautelosamente, cinco pesos convertibles y todo está bien, tú eliges la que te guste, y pagas por la que te guste, y el que las acompaña, el hombre que las conduce y las vigila y acuerda el precio y el lugar, también coge su comisión. En tanto, los gallos se desangran, se revuelcan, se trituran las gargantas, hasta que uno definitivamente sale victorioso. Y por ende el dueño, que tanto lo cuidó, sale victorioso, y así terminan en el pueblo los domingos, días en que nada importante parece transcurrir. El domingo los esposos se levantan temprano, les dicen a las esposas que van a la vaya con otros amigos esposos, y les cuentan luego que la pelea estuvo fuerte, intensa, y que el próximo domingo no se la pierden por nada de este mundo.
El resto de la semana en Boca del Yumurí todo sigue sucediendo junto al mar. Lunes martes, buscan polímitas, martes miércoles, las venden a los turistas, miércoles jueves, les ofrecen agua de coco, jueves viernes, los pasean en cayuca, viernes sábado, tienen comida para ofertarles. Y el domingo…todos ustedes ya saben lo que pasa mientras los gallos se retuercen el pescuezo.
Me encanto leer esto !!!
Me transporto a vivir cada cosa ahí escrita!!
Felicidades
Exquisito. Carla, come menos y escribe más para nuestro disfrute; para el tuyo, lo otro.
Carla, cómo te he extrañado, soy un ávido lector de todo lo que escribes. Esto, como todo lo que escribes, genial.
Al comienzo pensé: ah! es una crónica bonita y eso. Pero a medida que fui avanzando dije: hey! hay más en esta historia…
una joya, querida carla. solo un comentario, siempre es mejor no generalizar, debe haber una manera sutil y elegante (que no fastidie la prosa) de decir que algunas mujeres van a los gallos, algunas, no importa cuántas, pero siempre dejar un resquicio para el otro. no vale la pena ofender generalizando, y siempre, al generalizar, le hacemos la vida fácil a quien quiere virarnos los cañones para tapar lo que uno señala, denuncia, o lo que sea. un gusto volver a leer tus crónicas. ds
Qué curioso, no sabía que existían dos ríos llamados Yumurí en Cuba. El que conocía hasta ahora es el de la ciudad de Matanzas…