Un estudio, presentado esta semana en Viena en la United European Gastroenterology Week –una reunión anual de especialistas en salud digestiva– sirve como punto de partida para futuras investigaciones. Según sus conclusiones, los humanos consumen pequeñas partículas de plástico y se han encontrado diminutos trozos de plástico degradado en sus desechos.
La nueva investigación proporciona evidencia de algo que los científicos han sospechado desde que los microplásticos se detectaron en mariscos y agua embotellada: la gente come partículas de plástico y excreta al menos algunas de ellas.
¿Se acuerdan del plástico que llevamos años desechando?
Volvió.
En forma de microplástico
En nuestros estómagos 😱😵😩 pic.twitter.com/W2TEmvZLeO— pictoline (@pictoline) 24 de octubre de 2018
Los microplásticos encontrados incluyen fragmentos de menos de cinco milímetros (el diámetro de un grano de arroz) que resultan de la descomposición de desechos más grandes, como botellas, en el ambiente. También se componen de fibras desprendidas por telas sintéticas y diminutos desechos plásticos de algunos cosméticos.
Han aparecido en todas partes, desde el lecho marino hasta en los suelos de las granja o el aire. Ahora en humanos: los retretes fueron “el lugar más prometedor para investigar la presencia de microplásticos en humanos por primera vez”, dijo una coautora del estudio Bettina Liebmann, de la Agencia de Medio Ambiente de Austria.
Sin embargo, la detección de microplásticos en las heces es complicada. Liebmann junto a Philipp Schwabl, de la Universidad Médica de Viena, pasó semanas desarrollando un método que descomponía la materia orgánica presente en las heces.
“Nos sorprendió bastante que encontráramos microplásticos en cada muestra”, dijo Liebmann.
Además, detectaron nueve de los 10 tipos comunes de polímeros plásticos que buscaron, especialmente polipropileno (usado, por ejemplo, en tapas de botellas), tereftalato de etileno (usado en botellas de bebidas) y poliestireno (usado en contenedores de alimentos). Aunque no pudieron identificar la fuente exacta de cada partícula, los hallazgos “confirman que estamos rodeados de plásticos en nuestra vida cotidiana y en nuestro aparato digestivo”.
Liebmann y Schwabl esperan lanzar un estudio más amplio para buscar vínculos entre las cantidades, tipos y tamaños de partículas de plástico, junto con el lugar donde vive la gente, lo que comen y otros factores del estilo de vida. También esperan buscar tamaños más pequeños de plástico, que son los que tienen más probabilidades de poder penetrar en el revestimiento intestinal y entrar en el sistema circulatorio y otros órganos.
La nueva investigación sugiere que al menos algunos microplásticos están siendo excretados por el cuerpo, lo que Liebmann llama “una buena señal”. Sin embargo, aún no está claro cómo se compara lo que está saliendo con lo que aún podría quedarse en el cuerpo.
“Simplemente nos falta un marco de referencia más”, dijo Martin Wagner, un ecotoxicólogo de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología.
Los científicos aún no saben cómo los microplásticos podrían ser diferentes de cualquiera de las otras partículas no digeribles a las que los humanos están expuestos. “Necesitamos saber, ¿es realmente tóxico?”, se preguntó Wagner. “Aún no lo sabemos”.
“Lo que sí sabemos es cómo abordar el problema y tenemos las herramientas a mano” para comenzar a analizar los microplásticos en los seres humanos más allá de las suposiciones que se han hecho antes, según Liebmann.