La larga espera llegó a su fin. Una de las calabazas gigantes finalmente cayó. Menos mal que no había nadie debajo de la mata.
Hace unas semanas supimos de las calabazas gigantes en un patio en el Cotorro y cuando llegamos nos explicaron que en unas semanas estas habrían crecido más. Hace unas horas el vecino de Lilian, la dueña de las calabazas, nos contactó para que participáramos en el espectáculo final: cortarían la calabaza.
Sus dimensiones finales fueron; 58 libras, 87 centímetros de alto, 1,14 metros de su tallo a su copa, tallo de 60 centímetros de diámetro, mientras que por la cintura alcanzaba 50 centímetros y por la parte más gruesa frisó los 97 centímetros. El peso final es de 58 libras y no de 85 como se dijo anteriormente, pues aquel se efectuó sosteniendo la calabaza desde el tallo que colgaba y no era oficial. El pesaje se realizó en dos básculas para mayor veracidad y arrojó las mismas libras.
Pero todo no quedó ahí. Lilia dueña de la calabaza con gran destreza procedió a cortarla. Su interior goza de un amarillo intenso y la cantidad de semillas sobrepasan las centenas. Así de simple se nos muestra esta calabaza en todo su esplendor.
Durante la primera visita observamos que esta tenía otra hermana gigante y una tercera que se empinaba a emularlas. Ahora, dos semanas después nos encontramos con otras dos que casi alcanzan el tamaño de una calabaza común. Lilia nos asegura que la tierra de su patio nunca ha recibido la ayuda de fertilizantes y abonos. Entonces. ¿Qué tiene el patio de Lilia?