Milán, la capital de la moda italiana, tiene un color predominantemente gris, no sólo por los bloques de edificios neoclásicos distintivos de la ciudad, sino también por su cielo con frecuencia nublado, que atrapa la contaminación.
Sin embargo, ahora esta ciudad quiere cambiar ese color a verde. Milán tiene ambiciosos planes para plantar 3 millones de árboles nuevos para el 2030, una medida que los expertos afirman que aliviaría el bochornoso y a veces tropical clima.
Algunos proyectos similares han ayudado al medio ambiente. Las impactantes torres residenciales Bosco Verticale (Bosque Vertical) del arquitecto Stefano Boeri, terminadas en 2014 cerca de la estación de tren Garibaldi, tienen el objetivo no sólo de mejorar la calidad del aire, sino también la calidad de vida de los milaneses.
Boeri creó otra isla verde en el corazón de Milán, con dos rascacielos saturados en cada balcón de arbustos y árboles que pueden absorber dióxido de carbono y partículas PM10, un contaminante ligado a padecimientos respiratorios y al cáncer.
“Creo que el tema de la forestación es uno de los desafíos más grandes de hoy en día. Es una de las formas más efectivas de combatir el cambio climático, porque es como luchar contra un enemigo en su propio campo”, dijo Boeri. “Es efectivo y también es democrático, porque todos pueden plantar árboles”.
La cumbre climática de la ONU que se desarrolla en Polonia ya ha exhortado a las ciudades y regiones a lograr sus objetivos del acuerdo de París de 2015 para contener el calentamiento global, que incluye limitar el aumento de la temperatura del planeta a 2 grados Celsius en este siglo.
La agenda del consejo del Foro Económico Mundial ha puesto entre sus principales iniciativas urbanas la extensión de copas de los árboles, reconociendo que los cambios a pequeña escala tienen un mayor impacto en áreas urbanas, como ayudar a disminuir las temperaturas de la ciudad, crear microclimas más cómodos y mitigar la contaminación del aire.
Las autoridades de Milán calculan que el programa, que aumentará el número de árboles en 30% en la más extensa área metropolitana, absorberá 5 millones de toneladas de dióxido de carbono adicionales al año –cuatro quintas partes del total producido por Milán– y reducirá las pequeñas y dañinas partículas PM10 en 3.000 toneladas a lo largo de una década.
De forma significativa, también reducirá las temperaturas de la ciudad en 2 grados Celsius, dijeron.