Como parte del 500 aniversario de la ciudad, los camagüeyanos realizaron un sinnúmero de proyectos arquitectónicos entre los que se encuentra este paseo temático por el universo del Séptimo Arte mundial y nacional
La Calle de los Cines se extiende desde la Plaza de los Trabajadores hasta la Iglesia de La Soledad. Y aunque tal vez para los ojos citadinos de los camagüeyanos sea solo una avenida más por la que circular temprano en la mañana y de regreso a la casa, en la que diariamente habrá que tropezarse con molestos observadores que escudriñan cada rincón de este centro histórico… para muchos de los que por estos días visitamos la ciudad, quizás haya resultado una aventura descubrir qué hay tras cada una de las puertas que integran este paseo temático.
¿Desde cuándo llaman así a esta avenida? ¿Quién lo sabe? En la memoria de muchos a quienes pregunté solo pervive el recuerdo de que sus padres y abuelos ya la conocían por este nombre. Desde siempre ha sido un destino obligado para los cinéfilos de la ciudad. Y ahora además compite con las calles que desembocan en el Coppelia camagüeyano, porque la Isla del Tesoro, una pequeña heladería que señorea entre la sala Nuevo Mundo y el Multicine Casa Blanca, se ha granjeado los afectos —y yo diría que merecidamente— de los oriundos de esta tierra de los tinajones.
Y es que si la Calle de los Cines ha mudado a la categoría de paseo temático se debe a que cada uno de los espacios que la componen ahora se relaciona con el universo del Séptimo Arte mundial y nacional. Así en poco tiempo, las barberías y peluquerías del área reciclarán las modas de un Marlon Brandon o de una Claudia Cardinale. Y según entusiastas nativos, tal vez hasta se impongan estos viejos y cinematográficos estilos en toda la nación. ¿Quién sabe y así suceda? Por lo pronto conservan sus espacios los diversos pelados que desde hace unos meses campean en el país.
Custodiando a la Isla del Tesoro, se eleva el Complejo Cultural Nuevo Mundo. Con él, Sergio Corrieri en esa entrañable escena de Memorias del Subdesarrollo en la que Sergio —el personaje— nos permite descubrir La Habana a través de su telescopio. Esta vez la invitación es a adentrarnos en cada una de las ventanas que se abren en la Calle de los Cines.
Justo en el medio del paseo temático se encuentra el Callejón de los Milagros que para nada echa en falta a una Salma Hayek, porque es frecuentado por auténticos y variopintos personajes. De vez en cuando pasan por allí de pura casualidad —o milagro— y rezan uno que otro piropo o frase anacrónica cuando menos lo esperamos. ¡Qué más da que sea durante la presentación de un libro o en medio de la clausura televisada de un evento!
Es posible que pasen en busca del bar Casa Blanca que queda al final del callejón y que dentro de poco abrirá sus puertas. Quién sabe si dentro de unos años, este bar, diseñado a semejanza del Café de Rick de la película de Michael Curtiz, no inspire a uno que otro de estos personajes trasnochados y se conviertan en advenedizos Humphrey Bogart al decir: “siempre nos quedará Camagüey”…
Allende al Callejón de los Milagros se encuentra el Multicine Casa Blanca. Cuenta con varias salas climatizadas, cómodamente amuebladas para el estreno de filmes del acontecer internacional y nacional. Resulta interesante una galería dedicada al cine 3D que conecta las salas de proyección. No importa si hay función o no, a toda hora este local estará lleno de entretenidos espectadores que ensayan los más diversos ángulos y distancias para ver fotogramas de largometrajes de animación y ficción. Se agradece este proyecto por lo novedoso y sobre todo, por la impetuosidad y contagioso entusiasmo de la guía.
Casi al extremo del Multicine se encuentra La Isabella. Para los amantes de la buena comida italiana, La Isabella no solo se convertirá en la segura ruina de su bolsillo; sino también en el espacio en el que jugará a ser director de cine. La suerte decidirá por usted y ya sea Fernando Pérez, Ingmar Bergman o Luchino Visconti, podrá comer a la misma altura desde la que dirigen estos artistas sus películas y, todo ello, gracias al diseño ambiental y la mueblería del restaurante.
El bar Esperanza se agiganta en la vuelta de la esquina y pone fin al paseo. Pero se asegura en el camino de seducirnos durante la noche y la madrugada con la promesa de ser el “el último que cierra”. Nos regala de paso muchos fotogramas de nuestro cine, el de nuestra casa; tal vez con el anhelo, con la esperanza de que siempre que nos topemos con La bella de la Alhambra, Casa Vieja, Fresa y chocolate … recordemos que en Camagüey hay una Calle de los Cines que espera ser visitada.
Muy buen articulo, pero sugiero se haga incapie en la calidad de las obras, por ejemplo, que pueden decir de las aceras?