Si a uno le preguntan cuál es el barrio más famoso de La Habana, seguramente no dudará en responder. Avenidas, jardines, mansiones, cines, teatros, comercios y hoteles, lo convierten en escenario fundamental de la vida económica, social y cultural de la ciudad. La investigadra de arte cubano Llilian Llanes (*), fascinada también por ese encanto, rescató un viejo proyecto que ahora se ha convertido en su libro “El Vedado de los generales y doctores”.
Llanes aborda los valores arquitectónicos y urbanísticos, la historia y dimensión simbólica de esta zona residencial. En palabras del crítico y curador Nelson Herrera Ysla, quien tuvo a su cargo la presentación del volumen, el Vedado constituye un ejemplo impar del eclecticismo típico de los ambientes citadinos en el país.
Esa “sucesión de pórticos y enrejados, columnas, balaustradas, escaleras, pilares de piedra o porcelana, torres laterales y miradores, techos a dos aguas, tejas criollas, hace de él un rico muestrario de nuestra diversidad cultural, nuestra pluralidad de gustos y vocaciones, nuestra actitud cosmopolita y universal”.
El diseño gráfico de Jorge Rodríguez, la edición realizada por Deborah de la Paz y la fotografía de Pedro Abascal, completan este trabajo, que incluye una selección de viñetas, imágenes y documentos de archivo. En este sentido fue de gran ayuda la Oficina del Historiador de la Ciudad.
“Luego de leer el texto y montarme en esa suerte de máquina del tiempo –comenta Abascal-, decidí tratar que las casas hablaran por la gente que las hizo”. La autora cuenta que resultó muy agradable y divertido recorrer de nuevo las calles junto a ellos, como parte del proceso de realización, que duró solo tres meses.
Pero la idea viene de mucho antes, desde 1968. Comenzó siendo un trabajo de curso para el profesor de Historia del Arte Roberto Segre, quien inició a sus alumnos en el estudio del período de la República, A él está dedicado este bello ejemplar publicado por Ediciones Selvi.
El Vedado debe su nombre a un bando dictado por el Cabildo de La Habana, a mediados del siglo XVI. Tal documento, precisamente, vedaba el pastoreo, asentamiento y construcción de caminos que pudieran facilitar los ataques de piratas, como aquellos ocurridos años atrás. Aunque alcanzó pleno auge en las primeras décadas del siglo XX, sus inicios se remontan hacia 1858, y poco a poco desplazó a la barriada del Cerro y la Habana Vieja como hábitat preferido por las altas clases criollas.
(*) Graduada de Historia del Arte en la Escuela de Letras de la Universidad de La Habana en 1970. Fue profesora de Historia del Arte de la UH de 1970 a 1977 y Vicerrectora de Investigaciones del Instituto Superior de Arte hasta 1984, año en que fundó el Centro Wifredo Lam. Desde allí llevó a cabo las bienales de La Habana, hasta la sexta edición en 1997. Actualmente es Directora de Arte de la Revista ArtOnCuba.
Excelente! soy ecuatoriana y he estado por dos ocasiones en el Vedado, hermoso el barrio y hermosa su gente. Mi esposo es cubano y su casa por siempre estará allí en ese terruño.