No voy a escribir acerca de los de 1994 sino sobre otros balseros, unos que habitan la que fuera primera villa, capital y obispado de Cuba y que cruzan casi todos los días el río más caudaloso del archipiélago con balsas de bambú hechas a mano y amarradas con tiras de yagua o con alambres.
Hablo de los balseros del Toa quienes cada año, durante la Fiesta de las Aguas con que la ciudad más vieja del país celebra su aniversario en agosto, se lanzan a las cuencas de los fluviales más orientales de Cuba como parte de una competencia casi ancestral.
Orley Pérez, un conocido navegante de la localidad de Quivicán, comentó para la radio local que desde los nueve años sabe manejar las “cayucas” (como se conocen estas balsas rústicas) y que no solo se usan en las festividades sino que son el medio “más económico y rápido” de transportar las cargas hasta el hogar.
Baracoa es una ciudad de leyendas donde, especialmente durante el verano, la gente se vuelve creativa para escapar al calor y al aburrimiento que a veces azota las zonas de campo. Pero no es el único municipio de la provincia de Guantánamo donde, sobre todo en julio y agosto, se dan eventos más dignos de una novela de García Márquez que de la realidad.
Del mar al semidesierto
En Caimanera, a poco menos de dos o tres kilómetros de los límites con la Base Naval Norteamericana, se celebra todos los años un Carnaval Acuático que, aún cuando es auspiciado por la dirección municipal del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación, desde el 2011 abre con cantos y bailes a Yemayá, la orisha de los mares.
Este 2014 a la diosa se le ofrendó una cesta con frutas y una corona de flores que fueron echadas al mar en tanto solicitaban sus bendiciones para la fiesta, reportó Radio Bahía. Dicen que los pescadores de esa zona, hace mucho tiempo, antes de salir a navegar siempre rendían homenaje a la deidad del panteón yoruba, y que fueron la historiadora Ofelia García Campuzano, directora del Museo, y Eulices Durand Urgellés, un artesano, quienes propusieron retomar la tradición.
En medio del semidesierto cubano ubicado en la localidad de Imías tiene lugar otra insólita tradición. Se trata de “La fiesta del verraco”, celebración tradicional patrocinada por las direcciones municipales de Cultura y Educación que consiste en cubrirle a alguien el cuerpo con hojas de guineo, pintarle la cara y los brazos con tizne de carbón, y ponerle una mandíbula de cerdo.
Esa persona será “cazada” por otro grupo de pobladores, quienes interpretarán los roles de perros, cazadores y hasta de vendedores. La tradición es como un juego, un juego de niños…. y mientras unos persiguen al disfrazado de cerdo, otros recolectan por el pueblo carne, grasa, viandas, ron y dinero… que depositarán en morrales para luego —una vez capturado el verraco— pregonar por el pueblo las partes del animal como si estuvieran a la venta.
— “Vendo patas sin nigua, cocote, culinaria y plingaso”, es más o menos lo que dicen los vendedores.
Todos los 16 de agosto, día de San Joaquín, el santo patrón de la provincia de Guantánamo, tiene lugar la fiesta del verraco. Pero dicen los que saben que empezó en 1930 y las celebraciones duraban dos o tres días Ahora el evento duran un solo día y, además de la cacería, se hacen “charlas informativas” sobre la cultura popular y se combina con otras tradiciones, especialmente musicales y culinarias.
Gracias por la informacion, fue muy interesante de leer sobre las tradiciones folcloricas cubanas. Son muy importantes en estos tiempos de computacion y cultura pop mundial. Es algo que hace cada nacion unica.