Quieren impulsar lo que han llamado “campaña de ciberalfabetización comunitaria”. Proponen que las instituciones cubanas intervengan esos escenarios donde las conexiones WiFi facilitan que comiencen a configurarse nuevas maneras de producir y consumir cultura. Para plantearse cómo hacerlo convocaron al primer Encuentro sobre Cultura Audiovisual y Tecnologías Digitales en Cuba, que sesionó en la ciudad de Camagüey hace pocos días atrás.
Los organizadores de esta cita querían generar sinergias entre los participantes; sin embargo otra vez una valiosa propuesta quedó en intención. No obstante, allí se sembraron inquietudes y con las intervenciones se llamó la atención sobre las posibilidades reales de establecer alianzas entre entidades públicas y propuestas privadas, para aprovechar las nuevas tecnologías de Información y Comunicación en función del desarrollo social.
Allí estuvo, por ejemplo, “Dreamcatchers”, la primera red social creada por cubanos que, a pesar de sus valores, pareciera que no existe.
“Nuestros servidores son máquinas de escritorio, normalitas, como las de cualquiera. No tenemos la infraestructura necesaria para la red, que ya suma más de 16 mil usuarios. Surgimos en julio del 2013, y no sé si por fatalidad geográfica o por qué otra razón, pero no hemos tenido el reconocimiento de otra que vino después, La Tendedera, que gestionan los Joven Club de Computación y Electrónica (JCCE)”, explicó Erick Machado Alvarez, CEO de Dreamcatchers, la red social montada en la Universidad de Camagüey con objetivos centrados en la integración profesional y social de sus miembros.
“La conectividad está tiesa y los accesos limitados”, describió Alfredo Fuentes Fernández, curador del Consejo Provincial de Artes Plásticas y promotor de un proyecto de arte/cómic. “Sólo en los Joven Club encontré cabida, porque en centros educativos y de salud la red está bloqueada por los administradores de los nodos de esas instituciones. Y es una lástima porque nuestro proyecto tendría más impacto y colaboración si pudiéramos aprovechar plataformas como Dreamcatchers”, aseguró.
Pero ni siquiera los clubes comunitarios de computación escaparon de señalamientos entre los participantes. Para algunos en esas instalaciones se sigue esperando a que los usuarios vayan a ellos y no se facilita lo contrario, la búsqueda de usuarios, como ocurrió durante en este primer Encuentro, cuando en los bajos del cine Casablanca facilitaron la copia de películas y libros en formato digital.
“¿Se retroalimentan con el público para saber la aceptación de Mi Mochila?”, les preguntó un participante, en referencia al sucedáneo institucional del llamado Paquete de la semana, ese mecanismo por donde acceden a la mayoría de las bondades de internet buena parte de los hogares cubanos.
Otro asistente acribilló a la plataforma de blogs Reflejos, que –aseguró- no sale de las paredes de las instituciones y promulga unas muy restrictivas y discrecionales Condiciones de Uso. La comunicadora de los Joven Club respondió que solo se podía opinar yendo en persona a los propios clubes, y destacó las ventajas de Mi Mochila (menos banal, menos colonizado) sobre las ofertas del desregulado Paquete.
“Los móviles son nuestra principal plataforma”, comentó por su parte Lianet Leandro, representante del directorio gastronómico digital AlaMesa en la provincia de Camagüey. “Nuestro producto estrella es la aplicación para celulares, y vinimos a mostrarle a las instituciones que hay proyectos serios y bien pensados de los que pueden servirse”, argumentó la también periodista, entregada a ofrecer la copia gratis de este proyecto impulsado por trabajadores por cuenta propia.
Orlando González Cento, ingeniero en Informática, dio otra muestra de la perspicacia del sector no estatal. “Llevamos poco más de un año comercializando propuestas de gestión empresarial a través de software libre y tenemos clientes tanto estatales como restaurantes privados, a quienes les brindamos herramientas para agilizar el fondo de caja”, relató el representante de Orsis, otro proyecto tan interesante como el de Conoce Cuba, una aplicación para móviles muy difundida en el país, que, sin embargo, no asistió al Encuentro.
Y si de ausencias se trata, ¿cómo no sentir la del esperado Roberto Smith, presidente del ICAIC? La anunciada Feria del Libro Electrónico y Aplicaciones vinculadas a la Cultura se circunscribió a un solo autor, Desiderio Navarro, y a un grupo de películas donadas por la sala Nuevo Mundo.
¿Cuesta demasiado sostener y perfeccionar prácticas como estas de repartir cultura gratuitamente?, se preguntó con recurrencia. Más allá de los problemas de la conectividad, las faltas de gestión y de creatividad dificultan más el acceso a la población de las tecnologías y al aumento de su cultura audiovisual, se opinó con consenso.
“La WiFi pueden extenderla a todos sus centros, hay que salirse de sus propios espacios físicos, intervenir en los espacios públicos. Estamos en la época pos PC, pos TV, pos cine; el gran centro de confluencias del público en la actualidad es el teléfono”, alertó Juan Antonio García Borrero, destacado escritor camagüeyano, cuyo entusiasmo fue el verdadero soporte del Encuentro, apoyado por la Asociación Hermanos Saíz, la dirección de Cultura y las autoridades políticas locales.
La nueva revolución cultural puede estarse gestando en los parques.
El uso de las redes Wifi debe ser extendido a todos los municipios del país. Es una forma de comunicación con familiares y amigos.