La menstruación es un proceso cíclico natural que ocurre en el organismo de personas de sexo femenino. Por ser un proceso tan peculiar y uno de los pocos procesos repetitivos comunes a este sexo se ha estigmatizado la sangre menstrual, vinculándosele históricamente con ideas distorsionadas de impureza, contaminación, peligro o vulnerabilidad.
Más allá de interesantes consideraciones históricas y antropológicas, desde el punto de vista médico la menstruación es el sangrado vaginal normal que ocurre como parte del ciclo hormonal mensual de la mujer, un proceso con características propias y que puede sufrir alteraciones.
¿Qué es el ciclo menstrual?
Antes de hablar de los trastornos menstruales se impone explicar un poco qué es el ciclo menstrual y cuáles mecanismos lo rigen. Lo primero que hay que tener claro es que la menstruación es la descamación del revestimiento interno del útero, que se acompaña de sangrado.
Por definición, el primer día de sangrado se considera el comienzo de cada ciclo menstrual (día 1). El ciclo finaliza justo antes de la siguiente menstruación.
La duración de cada ciclo es motivo de preocupación para muchas mujeres. Por eso es importante que se conozca que puede variar entre 24 y 38 días. Solo entre el 10 % y el 15 % de las mujeres tienen ciclos de 28 días exactamente. Por otro lado, el sangrado menstrual dura de 4 a 8 días.
La sangre perdida durante un ciclo menstrual oscila entre 44 y 75 cm3. Una compresa higiénica o un tampón, según el tipo, puede absorber unos 30 cm3 de sangre. Un dato significativo es que la sangre menstrual no forma coágulos, a menos que el sangrado sea muy intenso.
¿Qué mecanismos lo regulan?
El proceso, como tantos otros en el cuerpo humano, está regulado por hormonas, “mensajeros” biológicos que viajan a través de la sangre y afectan los distintos procesos que ocurren en el organismo.
El ciclo se dirige desde dos estructuras situadas en el cerebro llamadas hipotálamo e hipófisis que producen sustancias que, a su vez, estimularán a los ovarios a producir estrógenos y progesterona.
Los estrógenos se producen en el ovario durante todo el ciclo menstrual. Sin embargo, sus concentraciones varían cada día. Su función fundamental en el proceso es aumentar el grosor del endometrio, la capa más interior del útero, antes de que se produzca la ovulación.
La ovulación es el proceso mediante el cual el ovario libera un óvulo maduro. Este desciende por la trompa y permanece allí entre 12 y 24 horas, para ser fertilizado. El esperma, por su parte, puede vivir dentro del aparato reproductor femenino hasta cinco días después del coito, siempre que las condiciones sean adecuadas.
La progesterona prácticamente no se produce hasta después de la ovulación, y es la responsable de que el útero esté “maduro” para facilitar la llegada del alimento al posible embrión. Estas no son las únicas funciones de estas hormonas, pero resultan las más importantes en lo que se refiere al ciclo menstrual.
Trastornos menstruales durante la adolescencia
Los ciclos menstruales durante los dos primeros años suelen ser irregulares, tanto en duración como en intervalo de aparición. Se debe a la inmadurez del sistema que controla la producción de hormonas por el ovario. Lo que en términos médicos se conoce como “eje hipotálamo-hipófisis-gonadal”.
El intervalo entre la primera menstruación, llamada menarquía, y los ciclos regulares suele ser aproximadamente de 14 meses. Por otro lado, en los dos primeros años entre el 55 % y el 82 % de los ciclos son anovulatorios, es decir, no hay presencia de óvulos que pueden ser fecundados.
Las alteraciones menstruales son uno de los motivos de consulta más frecuentes en la práctica clínica ginecológica, pues el 21 % de las mujeres padece algún tipo de alteración en sus menstruaciones.
Dolor menstrual o dismenorreas
Muchas mujeres tienen períodos dolorosos, técnicamente llamados dismenorreas. El dolor más frecuente se debe a los calambres menstruales, o dolores en forma de cólicos en la parte baja del abdomen. Puede haber otros síntomas, como dolor de espalda baja, náuseas, diarrea y dolores de cabeza.
Hay dos tipos de dismenorreas, primaria y secundaria. La primaria es la forma más común. Su causa es la acumulación de una sustancia llamada prostaglandina. Esta hace que los músculos del útero se contraigan y relajen, lo que provoca los calambres. El dolor puede comenzar uno o dos días antes del inicio del ciclo. Normalmente dura unos pocos días, aunque en algunas mujeres puede durar más tiempo.
La dismenorrea secundaria suele comenzar más tarde en la vida de la mujer. La causan enfermedades que afectan el útero u otros órganos reproductivos, como la endometriosis y los fibromas. Es común que este tipo de dolor empeore con el tiempo. Puede comenzar antes de que empiece la menstruación o el primer día del ciclo, y continuar hasta después que haya terminado.
Entre las recomiendaciones para aliviar el dolor están: descansar, evitar el consumo de alcohol, usar una almohadilla caliente o una bolsa de agua caliente en la parte inferior del abdomen, practicar técnicas de relajación, como yoga y meditación. Además pueden ingerirse analgésicos o antiinflamatorios no esteroideos como el ibuprofeno y naproxeno.
Se recomienda buscar ayuda especializada en caso de que, con las medidas anteriores y los antiinflamatorios, el dolor no mejore o interfiera con la vida diaria, o ante el empeoramiento repentino de los síntomas. Deben visitar al médico aquellas mujeres que presenten:
- inicio del dolor menstrual después de los 25 años.
- dolor acompañado de fiebre.
- dolor que persiste, incluso fuera del período menstrual.
El tratamiento de la dismenorrea primaria, además de las medidas antes mencionadas y los analgésicos, incluye generalmente el uso de los anticonceptivos hormonales, en cualquiera de sus formas de presentación. En el caso de la dismenorrea secundaria, el tratamiento dependerá de la causa y en ocasiones es posible que necesite cirugía.
Sangrado uterino anormal
Tanto la duración como los ciclos menstruales durante los primeros años suelen ser variables. Estas irregularidades en las adolescentes son normales. Por eso los médicos, en la mayoría de los casos, mantienen una actitud expectante hasta la resolución espontánea del problema. Esto no significa que deban desatenderse.
Pasada esta etapa, la situación cambia. Debe acudirse al médico cuando el sangrado dure demasiado tiempo, sea muy intenso, demasiado frecuente e irregular. Para cada una de estas alteraciones existen nombres y magnitudes que las mujeres deben conocer con el fin de buscar ayuda en el caso de ser necesario.
- Polimenorrea: cuando los ciclos menstruales ocurren cada menos de 21 días.
- Menorragia o hipermenorrea: involucra mayor pérdida de sangre durante más de 7 días o más 80 mL al día, durante la menstruación. Esto último equivale a un cambio de 4 a 6 compresas o tampones diarios.
- Metrorragia: presentación frecuente e irregular de sangrado entre menstruaciones.
Todos estos trastornos traen aparejado el riesgo de que aparezca una anemia. Es decir, un déficit de hierro como consecuencia de la pérdida excesiva de sangre. Este mineral es parte fundamental de la hemoglobina.
Tanto las causas como los tratamientos encaminados a controlar estos trastornos son complejos. De manera general podemos decir que la causa más común es un mal funcionamiento ovárico y que se deben realizar varias pruebas, por lo que siempre en recomendable buscar ayuda especializada.
Ausencia de menstruación (amenorrea)
Se define como amenorrea la ausencia de la menstruación. Puede ser primaria o secundaria. La amenorrea primaria afecta al 0,1 % de las mujeres y en el 60 % de los casos es de causa genética. Estamos hablando de esta entidad cuando:
- A los 16 años nunca ha habido menstruación, aunque sí se han desarrollado las mamas o el vello púbico.
- A los 14 años no ha habido menstruación, pero tampoco desarrollo de caracteres sexuales secundarios.
La amenorrea secundaria es aquella que ocurre en mujeres que ya menstrúan, pero dejan de tener el ciclo por un período de 6 meses o más. Esto excluye, por supuesto, la fase del embarazo.
Las causas son diversas, desde la pérdida de peso, el exceso de ejercicio físico o el fallo ovárico, pasando por causas médicas. En este caso nos referimos a aquellas mujeres sometidas a intervenciones quirúrgicas, radio o quimioterapia, etc.
El tratamiento, por supuesto, está dirigido a revertir la causa y siempre es importante consultar a un especialista.
Síndrome premenstrual (SPM) y trastorno disfórico premenstrual (TDPM)
El síndrome premenstrual (SPM) es un trastorno recurrente que afecta entre el 20 % y el 50 % de mujeres en edad reproductiva. Se caracteriza por irritabilidad, ansiedad, labilidad emocional, depresión, edemas, dolores mamarios y cefalea. Ocurre entre 7 y 10 días anteriores a la menstruación y suelte terminar algunas horas después de su inicio.
Actualmente no se conoce bien la causa. Entre las hipótesis que se manejan están: trastornos hormonales, predisposición genética, deficiencias en la producción de serotoninas y hasta alteraciones en los niveles de calcio y magnesio en la sangre.
Por su parte, el 5 % de las mujeres padece una forma severa de SPM, llamada trastorno disfórico premenstrual (TDPM). En el mismo, los síntomas aparecen regularmente y solo durante la segunda mitad del ciclo menstrual y terminan con la menstruación o poco después.
El tipo de humor en con TDPM es marcadamente depresivo, aunque también aparecen ansiedad, irritabilidad y cambios importantes en el estado de ánimo. Además, puede haber pensamientos suicidas y el interés por las actividades diarias disminuye.
El diagnóstico de estas entidades es clínico y se basa fundamentalmente en lo referido por la paciente. El tratamiento es complejo e individualizado. Sin embargo, existen medidas generales, como un descanso adecuado, la práctica de ejercicios físicos, cambios en la dieta, entre otros, que se unen al uso de medicamentos para el tratamiento de la ansiedad y el dolor.
La menstruación: del estigma al milagro
La menstruación, más que un estigma que ha perseguido a las mujeres durante siglos, es parte del milagro de la vida y el engranaje orgánico del organismo femenino. Mes tras mes, pasada la pubertad, y gracias a un complejo sistema en el que intervienen disímiles estructuras, el cuerpo femenino se prepara para alojar un nuevo ser humano. Pero, más allá del fin reproductivo, el ciclo menstrual es también un indicador del estado de salud integral de la mujer y de su complejo sistema hormonal. Es, además, una valiosa herramienta de autoconocimiento.
Este hecho, completamente natural, no está exento de trastornos y alteraciones que en algunos casos pueden ser síntomas de enfermedades graves y en otros poner en riesgo la vida de la paciente, como en el caso del TDPM. Sin embargo, la medicina contemporánea tiene soluciones, muchas veces sencillas, para la inmensa mayoría de estos trastornos. Acudir oportunamente en busca de ayuda profesional es la mejor solución.