Inmunoterapia: ¿el futuro de la lucha contra el cáncer?

La inmunoterapia promete convertirse en una herramienta fundamental en las terapias oncológicas, así como en otros campos de la medicina.

Foto: Cordonpress. Tomada de National Geographic (online).

Había escuchado poco sobre la inmunoterapia antes de ver el video de la milagrosa recuperación de Paulo Peregrino. Este brasileño padecía de linfoma, un tipo de cáncer de la sangre. Después de varios ciclos de tratamiento con quimioterapia y un trasplante de médula ósea, Paulo optó por un método novedoso de tratamiento con células CAR-T y las últimas noticias indican una mejora considerable en su estado de salud tras este procedimiento. 

Su caso me llevó a investigar sobre este tema por lo sorprendente de la idea en la que se basa el tratamiento: utilizar las defensas del organismo para tratar enfermedades como el cáncer; un abordaje sobre la enfermedad que nació hace más de 150 años.

Sin embargo, solo en las últimas tres décadas la inmunoterapia, como se le llama, ha venido a desarrollarse plenamente. Promete convertirse en una herramienta fundamental en las terapias oncológicas, así como en otros muchos campos de la medicina.

Por el interés que este tema despierta y sus aplicaciones en el mundo de la medicina es que hoy hablamos en Vida Saludable sobre los avances alcanzados en la inmunoterapia para el tratamiento del cáncer. 

¿Qué es el cáncer?

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) el cáncer es “un amplio grupo de enfermedades” caracterizado por “la rápida multiplicación de células anormales (…) que pueden invadir partes adyacentes del cuerpo o propagarse a otros órganos, las llamadas ´metástasis´”.

Según la propia agencia de la ONU, en 2020 se consideró la primera causa de muerte a nivel mundial. En ese año se estima que cerca de 10 millones de personas murieron por estas enfermedades.

Las localizaciones más frecuentes son: mamá, pulmón, colorrectal, próstata, piel y estómago. Mientras, los más mortales son el cáncer de pulmón, colorrectal, hepático, gástrico y de mamá. Este no es un problema que afecte solo a los adultos; cada año unos 400 mil niños son diagnosticados con la enfermedad.

Cuba no escapa de esta realidad. El cáncer es la segunda causa de muerte en el país. Desde 2016 hasta 2021 fallecieron a consecuencia de estas patologías 152 941 personas, para un promedio anual de 25 490 fallecimientos1.

¿Cómo se trata el cáncer? 

De acuerdo con el sitio de la Clínica Mayo, para el tratamiento de estas enfermedades existe un amplio arsenal de técnicas, cuya elección dependerá de la localización y estadio de la enfermedad, entre otros factores.

Sin embargo, los tres más utilizados son la cirugía, cuyo objetivo, según la fuente citada, es “extirpar el cáncer por completo o en la mayor medida posible”; la quimioterapia, que “utiliza medicamentos para destruir las células cancerosas”, y la radioterapia, que “por medio de haces de energía de alta potencia” destruye las células malignas.

Otros métodos de tratamiento con un uso más específico incluyen el trasplante de médula ósea; la terapia hormonal, que elimina o bloquea el efecto de algunas hormonas. La terapia hormonal es muy utilizada para el tratamiento de los cánceres de mamá y de próstata.

La crío-ablación, por su parte, consiste en la inserción de una aguja delgada, conocida como crio-sonda, la cual mediante un “proceso de congelación y descongelamiento” destruye las células cancerosas.

Sin embargo, la estrategia terapéutica que actualmente más esperanzas despierta y en la que más tiempo y dinero se invierte en el mundo —y también en Cuba—,  es la inmunoterapia o “terapia biológica”.

¿Qué es la inmunoterapia?

Según el sitio de la American Cancer Society, se trata de un conjunto de técnicas cuyo fin es hacer que el sistema inmune, nuestras propias defensas, detecte y combata con éxito distintos tipos de neoplasias. ¿Cómo lo hace? Existen dos mecanismos fundamentales:

Basado en estos principios, en la actualidad hay varios tipos de terapia que ya han sido aprobados. A continuación nos referiremos a algunos de ellos, los más importantes.

Anticuerpos monoclonales

Uno de los métodos de la inmunoterapia es la creación de anticuerpos monoclonales. Un anticuerpo es algo así como “un explorador” que viaja por todo el cuerpo hasta que encuentra y se adhiere al enemigo: un antígeno. ¿Qué es un antígeno? Básicamente, cualquier cosa capaz de activar al sistema inmune: un virus, una bacteria, un tóxico.

Una vez unidos antígeno y anticuerpo, el sistema inmunitario destruye a las células que contienen el antígeno, porque las identifica como un “agente enemigo”.

En 1984, los investigadores César Milstein y Georges Köhler ganaron el Premio Nobel de Medicina y Fisiología por el descubrimiento de los anticuerpos monoclonales, sobre los que tanto se ha hablado en Cuba. Ellos no son más que anticuerpos creados artificialmente, en el laboratorio.

Su importancia radica en que los científicos seleccionan específicamente algunas proteínas presentes en las células cancerosas, las aíslan y las acoplan al anticuerpo, que luego será inoculado en el paciente con el objetivo de aniquilar a las células que contengan dichas proteínas. Con esto se ayuda al sistema inmunitario a atacarlas y eliminarlas.

Existen tres tipos de anticuerpos monoclonales para la lucha contra el cáncer: los puros, que apenas identifican las células cancerosas para que el sistema inmune las combata; los conjugados, que descubren las células neoplásicas y les introducen una sustancia radioactiva o un medicamento que las destruye, y los bi-específicos, que contienen dos anticuerpos monoclonales que pueden adherirse a dos proteínas diferentes al mismo tiempo. Una de las ventajas de estos medicamentos es que suelen tener menos reacciones adversas que otros tratamientos como la quimioterapia.

Terapia de células CAR-T 

La terapia de células CAR-T, de la que hablamos al inicio del artículo y a la que se sometió Paulo Peregrino,  “es una manera de hacer que las células de defensa llamadas células T (un tipo de glóbulos blancos) luchen contra el cáncer al alterarlas en el laboratorio”.

¿Cómo se hace? Se obtienen las células de defensa mediante una extracción de sangre. Luego se les añade “un gen con un receptor” que las ayuda a descubrir y “adherirse a un antígeno específico de las células cancerosas”. Una vez manipuladas genéticamente, son devueltas al cuerpo del paciente.

Unos días antes de la infusión, el paciente “podría recibir quimioterapia para ayudar a reducir el número de otras células” defensivas. Cuando las células manipuladas comienzan a unirse a las que producen el cáncer, el número de las primeras aumenta exponencialmente, lo mismo que su efectividad. 

Este método “puede ser muy eficaz contra ciertos tipos de cáncer difíciles de tratar”. Sin embargo, ocasionalmente, podría generar graves efectos adversos e, incluso, la muerte. Es por eso que este tratamiento solo puede administrarse en centros muy capacitados para su aplicación. Adicionalmente, los pacientes deberán permanecer bajo una estricta observación médica durante varias semanas.

Otra limitante de este novedoso método es el costo. Actualmente, un tratamiento puede estar por encima de los 300 mil euros, lo que lo hace inaccesible a los sistemas públicos de la mayoría de los países y a las personas de ingresos medios o bajos.

Inhibidores de puestos de control inmunitarios 

Los inhibidores de puestos de control son anticuerpos monoclonales que “no combaten directamente a las células cancerosas”, sino que inactivan las “llaves” de sistema inmunitario.

¿A qué nos referimos con llaves del sistema inmunitario? Se trata “interruptores” que inhiben (detienen) la respuesta defensiva del organismo ante un determinado antígeno. Las células cancerígenas son capaces también de producirlas cubriéndose con una especie de “manto de invisibilidad”.

Los inhibidores de los puestos de control  ayudan a identificar de un modo más eficaz a las células cancerosas, despojándolas de su “manto”, para combatirlas donde se encuentren. Este novedoso mecanismo todavía no es del todo efectivo y puede provocar respuestas que varían de manera significativa de un paciente a otro y en dependencia del tipo de tumor.

Por este motivo, son necesarias investigaciones adicionales para desarrollar estrategias de intervención más eficaces y capaces de mejorar tanto la calidad, como la expectativa de vida de los pacientes.

Por otro lado, los costos de estos medicamentos aún constituyen una barrera prácticamente infranqueable para países y personas con ingresos medios y bajos, similar a lo que sucede con el tratamiento de las células CAR-T.

Vacunas

La mayoría de las vacunas utilizadas para como parte de las estrategias de inmunoterapia contra el cáncer tienen dos mecanismos de funcionamiento:

·         Ayudar a prevenir ciertos tipos de cáncer.

·         Provocar que el sistema inmunitario de la persona ataque a las células cancerosas y, de esta manera, ayuden a tratar el cáncer o evitar que regrese después de aplicados otros tratamientos.

Se sabe que algunos cánceres son causados por virus. Las vacunas que protegen contra estos agentes también contribuyen a prevenir algunos de estos. Por ejemplo, algunas cepas de virus del papiloma humano (VPH) son responsables de cánceres de cuello uterino, ano, garganta, vagina, vulva y pene. A este tema dedicamos un artículo.

Otro ejemplo es el virus de la hepatitis B. Recibir la vacuna disminuye considerablemente el riesgo de infectarse y la posibilidad de padecer el cáncer de hígado en algunas personas.

Por el contrario, algunas vacunas para el tratamiento del cáncer están compuestas de “células cancerosas, partes de células o antígenos puros”. Estas sustancias se inyectan en el cuerpo para aumentar la respuesta inmunitaria contra las células cancerosas.

La Inmunoterapia y la lucha contra el cáncer en Cuba

La industria biofarmacéutica cubana ha logrado algunos notables avances en el uso de la inmunoterapia para el tratamiento del cáncer y de otras enfermedades.

Investigadores cubanos, luego de 25 años de trabajo, crearon Cimavax, una revolucionaria vacuna contra el cáncer de pulmón avanzado. El inmunizante ha demostrado ser capaz de prolongar la vida de estos enfermos. Adicionalmente, sus efectos adversos son mucho menores que cuando se utilizan otros métodos de tratamiento.

El país también cuenta con el Nimotuzumad, un anticuerpo monoclonal desarrollado en nuestros laboratorios, que ha demostrado ser útil en el tratamiento de varios tipos de cáncer y otras enfermedades. Se utiliza como terapia de apoyo fundamentalmente en pacientes con cáncer avanzado.

Otro anticuerpo monoclonal desarrollado en el país y aprobado por la agencia reguladora cubana es el Racotumomab. Induce una respuesta específica contra una sustancia sobre expresada en distintos tipos de tumores sólidos.

En nuestro país se utiliza como parte del tratamiento contra el cáncer de pulmón, contra el que ha demostrado buenos resultados.

Un largo camino por delante

A pesar de que los primeros pasos en la utilización de la inmunoterapia se dieron hace más de 150 años, se ha venido a avanzar verdaderamente en el desarrollo de terapias eficaces solo a partir de los últimos treinta años.

De este modo, estamos en los albores de lo que puede ser una técnica que revolucione el modo como hoy entendemos la lucha contra el cáncer.

Sin embargo, tanto por su efectividad como por su costo, en este momento las técnicas de inmunoterapia no están al alcance de todos los pacientes y aún queda un camino muy largo para hacerlas verdaderamente efectivas y accesibles para todos aquellos que las necesitan.

Es por eso que la prevención y la detección precoz siguen constituyendo la mejor herramienta para evitar este grupo de enfermedades que tantas vidas y años potencialmente útiles cuestan.

Enfermedades autoinmunes

Nuestro sistema inmunitario nos protege cuando ataca a los tóxicos y gérmenes que “invaden” al cuerpo. Sin embargo, en ocasiones este activo sistema no es capaz de diferenciar “lo propio” de “lo extraño”.

Esto ocurre en las enfermedades autoinmunes, una serie de patologías en las que el sistema inmunológico ataca por error a las células sanas de nuestros órganos y tejidos.

Existen decenas de enfermedades de este tipo y tienen la capacidad de afectar casi cualquier área o sistema del cuerpo. En algunos casos, como la alopecia areata, solo provoca la caída del cabello, mientras en otros puede generar la inflamación del hígado o el ataque al páncreas, que constituye una de las causas de la diabetes. También se pueden ver afectadas otras partes del cuerpo, como los ojos, las articulaciones y los pulmones.

Se trata de un conjunto de enfermedades crónicas, no transmisibles y de las que aún no se conoce totalmente sus causas. Sin embargo, se sabe que tienden a ser hereditarias, lo que significa que ciertos genes  intervienen en que algunas personas sean más propensas a desarrollarlas.

Por otro lado, ciertos agentes externos como virus, productos químicos y otros pueden desencadenar respuestas autoinmunes en personas genéticamente predispuestas. Lamentablemente, millones de personas de todas las edades las padecen, con la particularidad de que son más frecuentes en las mujeres que en los hombres.

Estas enfermedades tienen períodos de brotes y remisión (su control, aunque no signifique cura total) en los cuales los síntomas se exacerban o desaparecen, respectivamente.


Nota: 

1 La información fue extraída de los Anuarios Estadísticos de Salud de 2016 a 2021.

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