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Dependemos de nuestros sentidos para relacionarnos con el mundo. Esto es especialmente válido cuando hablamos de lo que ingerimos, aún más si de eso depende saber si estamos en peligro o a salvo. El gusto y el olfato son vitales a la hora de iniciar la digestión o de que rechacemos algún alimento.
Pero, ¿qué sucede cuando un tóxico luce, huele y sabe como una sustancia que consumimos habitualmente? Tal es el caso de las sales de nitro (NaNO3 y KNO3).
El pasado 6 de febrero se reportó el fallecimiento de una joven de 25 años y una niña de 5 en el municipio habanero de Guanabacoa, luego de que se intoxicaran con nitrato de potasio (KNO3).
Además de las fallecidas, otros tres miembros de la familia se vieron afectados. Inicialmente se divulgó que habían adquirido el tóxico en el mercado negro. Luego, diversos medios de prensa aclararon que el tío de las víctimas, un recolector de materia prima, se “la había encontrado” y la confundió con sal común. Durante varios días, los servicios de salud de la capital se mantuvieron alertas ante el riesgo de que aparecieran nuevos casos.
Intoxicaciones por compuestos nitrogenados
Los compuestos nitrogenados son frecuentes en nuestra vida cotidiana. De acuerdo con un artículo de 2004, aparecido en una revista especializada, las causas más frecuentes de intoxicaciones por estas sustancias se deben a fertilizantes que las contienen en su formulación.
En nuestro medio, una fuente de intoxicaciones por nitratos es la ingestión accidental de sales de nitro, como ocurrió lamentablemente con madre e hija. Estas sales se utilizan en la gastronomía para curar carnes y embutidos, gracias a su capacidad para preservar estos alimentos de la acción de las bacterias, así como al color rosado que les confieren.
Sin embargo, hay que añadir también la toxicidad de estos compuestos, lo que hace que su control por parte de la industria alimentaria sea estricto. Esto, lamentablemente, no evita la ocurrencia esporádica de accidentes.
¿A qué se debe la toxicidad de las sales de nitro y otros compuestos nitrogenados?
Estas sustancias son capaces de incidir sobre la molécula de hemoglobina (Hb) transformándola en una forma anómala, conocida como metahemoglobina (MetHb). Posee una alta afinidad por el oxígeno, es decir, lo capta, pero no lo libera a los tejidos. Cuando eso ocurre, las células mueren por falta del vital gas, aún cuando el aparato cardiorrespiratorio, inicialmente, funcione con normalidad.
De acuerdo con un artículo aparecido en 2022 en la Revista Cubana de Hematología, Inmunología y Hemoterapia, la presencia de MetHb en sangre se conoce como Metahemoglobinemia. Se describen dos formas: congénitas y adquiridas. Las primeras se deben a distintas alteraciones genéticas, mientras que las causas de la segunda son las intoxicaciones.
El cuerpo produce una pequeña cantidad de MetHb. Esta es mantenida dentro de límites normales gracias a la actividad de distintas moléculas en el organismo. Sin embargo, en algunas circunstancias, como la ingestión de altas concentraciones de sales de nitro, la producción de MetHb supera la capacidad del organismo para metabolizarla.
En estos casos, los síntomas van a depender de la cantidad de tóxico ingerido y la proporción de MetHb en relación a la Hb presente en la sangre. Cuando el 15 % de Hb se presenta en forma de MetHb la piel adquirirá un tono grisáceo. La disnea (dificultad para respirar) y la cianosis (coloración azul de la piel debido a la falta de oxígeno) comienzan cuando más del 30 % de la Hb corporal se ha convertido en MetHb. A partir del 50 % ocurren infartos en distintos órganos como el cerebro, el corazón y el intestino; en este punto hay también distintos grados de coma. Niveles por encima del 70 % son incompatibles con la vida. Mientras mayor sea la proporción de MetHb en relación a la Hb, mayores serán las posibilidades de que el enfermo fallezca.
El antídoto clave para el tratamiento de las metahemoglobinemias adquiridas es el azul de metileno. Esta sustancia se asocia a una enzima capaz de convertir a la MetHb en Hb, lo que le permite retomar su función normal. Otras sustancias que se utilizan en casos de intoxicaciones por sales de nitro son vitaminas del grupo B y C. Las cámaras de oxigenación hiperbárica, donde se le suministran a los enfermos oxígeno a altas presiones, también se han utilizado con éxito.
El pronóstico en las intoxicaciones que causan metahemoglobinemia dependerá de distintos factores. En primer lugar, la edad. Los niños, especialmente, los menores de 6 meses tienen un sistema enzimático muy inmaduro. Esto les dificulta procesar altos niveles de la molécula. Esta es la causa por la que en el pasado las intoxicaciones por nitritos, secundarias al consumo de agua de pozos contaminados con estas sustancias, eran una causa relativamente frecuente de metahemoglobinemias adquiridas en recién nacidos y lactantes.
El estado de salud previo también es un factor importante. Las personas que padezcan enfermedades crónicas tendrán un riesgo incrementado; me refiero a cardiópatas, diabéticos, pacientes oncológicos, etcétera. También son importantes la dosis ingerida y el tiempo que media entre la intoxicación y el inicio del tratamiento.
Intoxicaciones por metanol (CH3OH): otro enemigo camuflado
El metanol es un alcohol con muy bajo peso molecular que, de acuerdo con sus características físicas, no se diferencia del etanol (C2H6O) o alcohol común. De acuerdo con una publicación especializada, se trata de una sustancia frecuente en la industria, donde es utilizado en los sistemas de refrigeración, como disolvente de barnices, etc.
Las intoxicaciones por metanol pueden provocar un cuadro grave, dejar secuelas y, en ocasiones, causar la muerte. La toxicidad de esta sustancia depende de uno de sus metabolitos fundamentales, es decir, una de las sustancias que se derivan de ella: el ácido fórmico (CH2O2). Este impide la respiración celular y cuando se acumula en sangre provoca su acidificación a niveles que son incompatibles con la vida.
Como en el caso de las intoxicaciones por sales de nitro, en las que el azul de metileno es el antídoto fundamental, en las intoxicaciones por metanol la sustancia clave para contrarrestar su efecto es una tan común como sorprendente: el etanol o alcohol común. Ambos alcoholes compiten por la unión con una enzima, la alcohol deshidrogenasa, a la que ya hicimos referencia en un artículo anterior, qué es la encargada de metabolizarlos.
Sin la acción de esta enzima, el metanol es eliminado del organismo sin que pueda afectarlo. Este es el único caso en que el etanol se utiliza por vía intravenosa en la práctica médica.
Accidentes no son tan accidentales
Es justo decir que nuestros sentidos, de manera conjunta con nuestro cerebro, nos mantienen vivos y a salvo de numerosos peligros. Esa es una de sus funciones. Sin embargo, en ocasiones son burlados por sustancias que, como las sales de nitro y el metanol, poseen características físicas muy similares a la sal común y al etanol, respectivamente. En estos casos, todo depende de cuán rápido seamos capaces de actuar para identificar el peligro y buscar ayuda.
Lo ocurrido en La Habana resulta una verdadera tragedia. Quien desechó de manera tan irresponsable una sustancia tóxica, no solo puso en peligro a la comunidad, sino que también violó lo establecido en la normativa nacional para el manejo de este tipo de sustancias en el “Reglamento para el manejo de los productos químicos peligrosos de uso industrial, de consumo de la población y de los desechos peligrosos”, publicado en la Gaceta Oficial en 2022.
No obstante, no podemos confiar que las personas cumplan con lo establecido. Por eso se impone cumplir unas medidas de sentido común para evitar accidentes. Aquí están algunas:
- No consumir ninguna sustancia de origen inseguro o desconocido.
- No consumir ningún producto que no tenga etiqueta en la que se especifique todo lo relativo a su modo de producción, componentes, fecha de producción, vencimiento, etc.
- No consumir productos después de la fecha de vencimiento.
- No consumir ningún producto que contenga en su etiqueta la señal de toxicidad.
- Separar en el hogar productos de limpieza, insecticidas y tóxicos de alimentos para evitar la contaminación cruzada y el consumo accidental de los primeros.
- Alejar los productos tóxicos del alcance de niños, ancianos y personas con algún tipo de discapacidad.
- En caso de reenvasar algún producto tóxico en el hogar, identifique claramente el nuevo envase.
Divulgar información sobre estos temas y que los organismos correspondientes actúen responsablemente ayudará a evitar que se repita. Pero a todos nos corresponde ser responsables de nuestra salud, al fin y al cabo somos los más afectados. Hay accidentes que ni son tan accidentales ni tan inevitables.