En diciembre la comunidad científica y numerosos medios de prensa se hicieron eco de una misteriosa enfermedad que asolaba a la región de Panzi, situada a 700 km de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo.
Como veíamos en artículo anterior, la nueva enfermedad afectaba predominantemente a los niños y a las personas de sexo femenino. La anemia, la malaria y la desnutrición se consideraban factores contribuyentes. Los síntomas fundamentales del padecimiento eran la fiebre, la tos y la falta de aire.
Ante la alarma, la OMS y otras instituciones regionales enviaron recursos y personal especializado a la localidad, no solo muy aislada, también marcadamente pobre y con un endeble sistema de salud que le impedía enfrentar la emergencia sanitaria con recursos propios.
En una nota aparecida el 27 de diciembre de 2024 en el sitio oficial de la OMS, la enfermedad fue definida como: “infecciones respiratorias agudas complicadas con malaria (enfermedad no diagnosticada previamente) en la República Democrática del Congo”.
Causas y características del brote
De acuerdo con la actualización publicada por la OMS, a partir de la semana del 9 de diciembre la vigilancia mejorada en el monitoreo de casos permitió identificar más de 400 nuevos contagios. Sin embargo, el número de muertes se mantuvo relativamente estable. Entre el 24 de octubre y el 16 de diciembre de 2024 se reportaron 890 enfermos y 48 fallecidos.
Los menores de 5 años representaron el 47 % del total de enfermos y el 54 % de todas las muertes. Entre los adultos llamó la atención que más del 65 % de los enfermos fueran mujeres, lo que se explica por el aumento del contacto entre madre e hijo en el contexto de las enfermedades respiratorias.
Las autoridades sanitarias tomaron cientos de muestras en pacientes afectados por el brote. El análisis de estas demostró un predominio de más del 60 % para la malaria, mientras que el 73 % indicó la presencia de distintos virus respiratorios, particularmente la influenza (H1N1), el rinovirus, el SARV-CoV-2, otros coronavirus humanos y la parainfluenza. Los expertos concluyeron que la letal combinación del Plasmodium falciparum (agente causal de la malaria) y gérmenes respiratorios fue la causa del brote.
Qué es la malaria
La malaria o paludismo es una enfermedad parasitaria producida por alguno de los cinco tipos de Plasmodium que existen. Se transmite a los seres humanos por mosquitos, particularmente del género anopheles. El Plasmodium falciparum es el tipo de parásito de esta familia más frecuente en África.
De acuerdo con un artículo de la OMS actualizado en diciembre de 2024, en 2023 hubo en el mundo más de 260 millones de enfermos y 597 mil fallecidos debido a la malaria. De acuerdo con la misma fuente, más del 95 % de los casos y fallecidos ocurrieron en el continente africano. El 75 % de los enfermos y fallecidos eran niños menores de 5 años.
Esta enfermedad se caracteriza por tener un curso benigno. Síntomas como fiebre, cansancio y decaimiento son comunes. En sus formas graves puede haber fiebre elevada, ictericia (color amarillo de piel y mucosas), dificultad para respirar, convulsiones y coma.
Los más vulnerables son los niños menores de 5 años, las mujeres, los viajeros, las personas que no han padecido la enfermedad y portadores del VIH. Se trata de una enfermedad prevenible y curable en la mayoría de los casos. Entre las medidas de prevención encontramos: la eliminación del vector, el uso de mosquiteros embebidos en distintos tipos de insecticidas y el uso de ropas adecuadas, repelentes y la fumigación para evitar las picaduras del agente transmisor.
También es común que los viajeros reciban tratamiento quimioprofiláctico, o sea, un suministro medicamentoso para prevenir la enfermedad. Existen además diversos medicamentos antipalúdicos con una alta efectividad, pero hay indicios de creciente resistencia del virus a los tratamientos. Desde 2021, el mundo cuenta con la primera vacuna contra esta enfermedad y desde octubre de 2023 la OMS recomendó un segundo inmunógeno. Se espera disminuir progresivamente el número de enfermos y fallecidos.
En Cuba la malaria fue erradicada en 1973.
Infecciones respiratorias en menores de 5 años
De acuerdo con un artículo de la OMS aparecido en 2022, la neumonía es la primera causa individual (o sea, letal por sí sola) de muertes en niños menores de 5 años. En 2019 más de 740 mil infantes murieron por esta causa, de los cuales 190 mil eran menores de 6 meses.
Aunque todas las regiones del mundo son afectadas, África subsahariana y Asia meridional presentan las mayores cifras de mortalidad y morbilidad por neumonía. Según Unicef, cada 43 segundos muere al menos un niño por esta causa. La mayoría de las muertes es prevenible.
Las infecciones respiratorias pueden tener distintas causas: virales, bacterianas, por hongos, etcétera. Dentro de las infecciones virales, el virus sincitial respiratorio (VSR) es el más común. Incluso en un país como Estados Unidos, entre 60 y 80 mil niños son hospitalizados cada año por infecciones provocadas por este agente.
Así mismo, la influenza provoca la hospitalización de más de 20 mil niños con altas tasas de complicaciones. Los infectados por el SARS-CoV-2 menores de 5 años tienen el mismo riesgo de hospitalización que las personas entre 64 y 75 años, según la misma fuente.
Y es que en los niños pequeños confluyen como agravantes un sistema inmunológico inmaduro y vías respiratorias estrechas y pequeñas.
La desnutrición
Un tercer elemento que resulta decisivo para entender esta crisis es la desnutrición. La provincia de Wango, a la que pertenece la región de Panzi, se encuentra en el grado 3 de la escala IPC para la clasificación de la seguridad alimentaria. Esta escala tiene cinco fases que van de la seguridad alimentaria a la hambruna.
La fase 3 se conceptualiza como “crisis aguda de alimentos y medios de vida”. En esta fase, uno de cada cinco hogares tienen importantes déficits de alimentos y los niveles de malnutrición aguda son elevados. Esto trae como consecuencia que mueran entre 5 y 9,9 individuos al día por cada 100 mil habitantes por esta causa.
Volviendo al artículo de la OMS, entre julio de 2024 y junio de 2025 se esperaba que más de 4,5 millones de niños entre 6 meses y 5 años sufrieran desnutrición, de ellos 1, 4 millones en la forma severa de la enfermedad y 3.1 millones en la forma moderada. Según la OMS, entre julio del 2024 y junio de 2025 3.7 millones de embarazadas y lactantes enfrentan o enfrentarán el hambre y la malnutrición en la República Democrática del Congo.
De acuerdo con un artículo de la OMS sobre este tema referente a 2022, publicado en marzo de 2024, la mitad de las muertes en niños menores de 5 años tenían que ver con la desnutrición. Esta puede clasificarse en dos tipos: aguda y crónica.
La desnutrición aguda puede ser calórica, o sea, cuando los individuos no ingieren la cantidad de alimentos que necesitan, especialmente niños, o proteica. El cuadro de desnutrición aguda de tipo calórica provoca debilidad, cansancio y bajo rendimiento. La desnutrición proteica, por su parte, aparece cuando las personas ingieren una cantidad baja de proteínas, lo que debilita su sistema inmunológico, provoca problemas hepáticos y en otras localizaciones. En ambos casos aumenta el riesgo de enfermedades y muertes.
Por su parte, la desnutrición crónica afecta a 160 millones de niños, de los cuales el 90 %, según la ONG “Ayuda en Acción”, viven en países del continente africano. Esta enfermedad, especialmente cuando comienza durante el embarazo o en los dos primeros años de vida, priva al individuo de un desarrollo normal.
Una gota de agua en el océano
Del mismo modo que el surgimiento de una enfermedad de origen desconocido provocó un gran interés en el mundo, el descubrimiento de su causa pasó prácticamente desapercibido. La terrible combinación de malaria, infecciones respiratorias y desnutrición dejó de ser noticiosa, quizás porque es poco probable que afecte a los niños de países con ingresos altos.
Por otro lado, las 48 muertes oficialmente contabilizadas en la región de Panzi constituyen una gota de agua en el océano. Las estadísticas que hemos compartido así lo demuestran.
Enfermedades como la influenza, el SARV-CoV-2 y el VSR cuentan con vacunas y otros tratamientos en los países con altos niveles de desarrollo, no así en la República Democrática del Congo, donde ocurrió el brote.
La malaria, una de las grandes enfermedades que asolan el mundo, es la que más tiempo demoró en contar con una vacuna (pasaron 141 años desde que Charles Louis Alphonse Laveran descubrió el agente causal en 1880 hasta 2021, cuando se aprobó el primer inmunizante). La desnutrición es una verdadera epidemia en el África subsahariana que todos los años cobra directa e indirectamente miles de vidas. Ninguna parece ser tema de interés para los grandes medios noticiosos.
Aún cuando ocasionalmente el mundo mira con horror lo que sucede en África, la triste realidad de este y otros sitios es pronto olvidada, cuando no ignorada voluntariamente.