En un momento en el que el número de casos y muertes por la COVID-19 sigue disminuyendo, en lo que, según el director general de la Organización Mundial de la salud (OMS), Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, constituye “una tendencia muy alentadora”, la viruela del mono comienza a acaparar titulares. La escalada y la velocidad de trasmisión del actual brote preocupa a los expertos, que el pasado 23 de junio se reunieron en el Comité de Emergencia de la OMS y determinaron que, aunque es una amenaza sanitaria muy importante, por el momento no hay elementos para declararla “una emergencia sanitaria a nivel internacional”. Lo anterior constituiría el grado más alto de prioridad para una situación médica e implicaría un importante nivel de coordinación entre los distintos países.
OMS convoca a comisión de emergencias ante aumento de casos de viruela del mono
En la actualidad se han reportado más de 3.200 casos de la viruela del mono en más de 40 países, la mayoría concentrados en la región de Europa, pero también de América, Asia y Oceanía. Entre los países con mayor número de casos están Reino Unido (574) España (497), Alemania (412), Portugal (297), Francia (183), Canadá (177), y Estados Unidos (113). En la región de las Américas los países con más casos son México (9), Brasil (7), Argentina (5); hasta el momento no se han reportado casos en Cuba, pero el riesgo sigue latente.
La mayoría de los pacientes infectados han sido hombres que tienen sexo con hombres (HSH) entre 31 y 40 años, aunque se han identificado también mujeres. Los datos, sin embargo, cambian constantemente a medida que los países actualizan los registros, algo que no todos hacen al mismo ritmo. De hecho, parte del crecimiento se debe a las dificultades de rastreo, al punto que se estudia cambiar los criterios diagnósticos.
La viruela símica (o del mono) se detectó por primera vez en los seres humanos en 1970 en la República Democrática del Congo, en un niño de nueve años. A partir de ese momento, la mayoría de los casos se han notificado en regiones rurales de bosques tropicales de 11 países africanos. El primer brote fuera de África se produjo en los Estados Unidos, en el 2003. Desde 2017, Nigeria ha experimentado un brote de grandes proporciones, con más de 500 casos sospechosos y más de 200 casos confirmados. Luego, la enfermedad se ha notificado en personas que viajaron de Nigeria a Israel, Reino Unido, Singapur y a los EE.UU.
En mayo de 2022, se identificaron múltiples casos en varios países no endémicos. Los científicos han hecho grandes esfuerzos para explicar las causas del actual brote y ya se tienen los primeros resultados. Un estudio publicado en la revista Nature reveló que lo más probable es que tenga un solo origen, a partir de una rama divergente bien definida de la cepa que provocó el brote de 2018-2019 en un país endémico —probablemente Nigeria—. Una de las hipótesis más aceptadas, según informó João Paulo Gomes, autor principal del trabajo citado antes, es el viaje de varias personas infectadas durante el mes de abril desde un país endémico, donde circulaba esta cepa, a países no endémicos. Después, algunos “eventos de superpropagación”, —se habla de dos fiestas, una el Bélgica y otra en España—, y los viajes al extranjero desencadenaron la rápida diseminación mundial del virus.
La viruela del mono es causada por el virus de la viruela símica, miembro del género Orthopoxvirus, de la familia Poxviridae. Se trata de una zoonosis, es decir, una enfermedad que se trasmite de los animales a las personas. Luego, la trasmisión se produce de una persona a otra por contacto estrecho con lesiones, líquidos corporales, gotículas respiratorias y materiales contaminados, como la ropa de cama.
El intervalo entre la infección y la aparición de los síntomas suele ser de 6 a 13 días. La infección puede dividirse en dos periodos, el primero dura entre 0 y 5 días y se caracteriza por fiebre, dolor de cabeza intenso, linfadenopatías —inflamación de los ganglios linfáticos—, dolor en la espalada y los músculos, y decaimiento. La linfadenopatía es una característica distintiva de la viruela símica, que la diferencia de otras enfermedades similares.
Las lesiones en la piel suelen comenzar 1-3 días después de la aparición de la fiebre y tiende a concentrarse sobre todo en la cara y las extremidades. Las zonas más afectadas son el rostro, las palmas de las manos y las plantas de los pies, aunque también se ven afectadas las mucosas orales, los genitales y los ojos. El número de lesiones varía de unas pocas a varios miles. En casos graves, las lesiones pueden unirse y hacer que se desprendan grandes secciones de piel.
Los casos graves se producen con mayor frecuencia en los niños, y su evolución depende del grado de exposición al virus, el estado de salud del paciente y la naturaleza de las complicaciones, que pueden ser infecciones secundarias, bronconeumonía, encefalitis e infección de la córnea con la consiguiente pérdida de la visión. Recientemente, la tasa de letalidad ha sido de alrededor del 3%-6%, esto implica que fallecen de 3 a 6 personas por cada cien.
El tratamiento está enfocado en aliviar los síntomas, controlar las complicaciones y evitar secuelas a largo plazo. Se debe ofrecer líquidos y alimentos a los pacientes para mantener un estado de nutrición adecuado. Por otro lado, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) autorizó el uso para la viruela símica de un antivírico denominado Tecovirimat que se había desarrollado para la viruela, pero todavía no está ampliamente disponible.
La OMS está especialmente preocupada por los riesgos de este virus para los grupos vulnerables, “incluidos los niños y las mujeres embarazadas”. Este escenario puede evitarse, señaló el Dr. Ghebreyesus. “Pedimos a los países afectados que hagan un esfuerzo por identificar todos los casos y contactos para controlar este brote”. Entre las estrategias que se consideran para frenar la propagación de la enfermedad está la vacunación posterior a la exposición, idealmente dentro de los cuatro días siguientes a la misma, para los contactos cercanos de mayor riesgo, como las parejas sexuales, los miembros de la familia que viven en el mismo hogar de personas infectadas y los trabajadores sanitarios.
“Tenemos distintas generaciones de vacunas y la cantidad de cada una varía. También estamos viendo si han sido probadas, ya que se necesita verificar regularmente su potencia”, explicó la directora de Epidemias y Pandemias de la OMS, Dra. Sylvie Briand. “Las dosis de vacunas contra la viruela son suficientes para las necesidades actuales, pero anticipamos que necesitaremos más si esto continúa propagándose”, añadió, insistiendo en la importancia de “prevenir la amplificación de casos” y que se usen las herramientas disponibles, reduciendo los contactos estrechos para que no haya más.