Raúl Menejías Álvarez pareciera que tiene una doble vida, que anda por ahí siendo y no siendo. Unas veces todo serio y ocupado, embotado de tanto número y plan. Otras embebido del caudal musical de esta Isla, como quien no se cansa de mover el cuerpo al compás de un son o guaracha, afiebrado porque la desmemoria, él lo sabe, podría conducirnos al peor de los finales.
En Ciego de Ávila, los apasionados de la radio convergen con él los domingos en la mañana, más o menos a las 9:00, cuando desde las frecuencias de Radio Surco se dejan escuchar sucesos de la música cubana en su voz. Y lo llaman y le piden. Que si Chapottín o el Benny, que si Celia Cruz o la Aragón, y por qué a Rita le decían La Única, ¿y el primer bolero de quién fue?…
En el municipio de Venezuela, al sur de Ciego de Ávila, de donde no ha podido (ni querido) zafar sus raíces, dicen que es todo un personaje público, pues a su afición por la locución le antecede una vocación de economista y planificador que le ha amarrado casi 20 años a la Dirección de Economía y Planificación de ese territorio.
Así, entre obligaciones estatales que no esperan y una pasión por la música y la radio que le remueven los cimientos de funcionario público, Menejías, como le dicen todos, va y viene entre Ciego de Ávila y Venezuela y todos los días se alegra de que solo sean 15 kilómetros.
Cuenta que la inclinación por la radio y la música llegó a través de un programa de Radio Rebelde en el que lanzaron un concurso sobre deportes. La pregunta era sobre pesca deportiva, algo relacionado con el pez espada de mayor peso capturado en Cuba y, aunque no ganó el concurso, sí lo hizo en otro sentido. La persona que atendió la llamada le dijo algo que marcaría un punto de giro en su vida. Le aseguró que tenía voz de locutor. Y él se lo creyó.
Con esa certeza logró matricular en un curso de formación de locutores y comenzó a colaborar en la radio, en un magazine dominical. Esa es la génesis de Sucesos de la Música Cubana, que comenzó siendo en vivo y solo se llamaba Sucesos en el desfile. Su primera salida al aire fue en vísperas del cumpleaños 90 de Compay Segundo.
Queda claro que la radio entró en la vida de Raúl Menejías de forma casual. Pero habría que ser muy ingenuo para dejar de lado algunas pistas que, invariablemente, lo habrían puesto en el camino de los medios o, como mínimo, de la cultura, de no haberse producido aquel concurso radial. Sobrino nieto de rumbera acompañante de, nada menos, que el conocido Malanga, allá en Unión de Reyes. Hijo de una mujer amante de la música que se encargó de tener a la mano bibliografía sobre grandes figuras del pentagrama cubano. Como dicen por ahí, verde con puntas…
Él hace hincapié en que no es músico, ni musicólogo. “Lo poquito que aprendí fue en una escuela, en un campamento de cultura que se hacía en la década del 70. Pero con el tiempo he ido conformando mi propia biblioteca, luego de haber leído buena parte de lo que atesora la Biblioteca Provincial. Escribo mucho, sobre todo cuando escucho las entrevistas de los artistas en la radio y la televisión”, comenta con ese vozarrón de negro amable, que habla despacio, como saboreando los sonidos.
Los asiduos oyentes de Sucesos de la Música Cubana pueden decir, sin temor a equivocaciones, cuáles son las preferencias musicales de Menejías o, al menos, los artistas a los que ha dedicado más emisiones. Encabezan la lista el Bárbaro del Ritmo, Benny Moré, la Aragón, Compay Segundo y los Van Van, a quienes, asegura, ya se les debe una película. “Hay que aprovechar que sus fundadores están vivos y contar sus vidas, porque habrá quien piense que la historia vanvanera es un camino de rosas y no es así”.
Parecería lógico que, luego de confirmar el gusto y la aceptación de su trabajo en la radio, Raúl Menejías abandonara su otra vida, la que lo amarra a una mesa llena de informes económicos, números enrevesados, cifras que nunca alcanzan y que lo preocupan, porque su municipio no logra superávit y eso, me explica, es imprescindible para que sea un territorio próspero. Sin embargo, con la disciplina de un monje de Shaolín tropical regresa cada lunes a su pequeña oficina para procesar planes y ejecuciones de presupuestos, regresa a su delegación de base de la ANEC de su municipio que, dicho sea de paso, preside; hasta una mañana o tarde de sábado en que recorre los 15 kilómetros que lo separan de la capital provincial y se pone su máscara de Zorro, o se convierte en Mr. Hyde, y se dispone a ser lo otro que más le gusta en el mundo.
“La radio no es un hobby. Forma parte de mi vida. Hay quien me pregunta cuándo voy a terminar y siempre respondo que nunca, que mientras haya música seguiré. Unas veces hablaré sobre el chachachá o el mambo, y otras sobre el reguetón. Muchos lo descalifican porque en no pocas ocasiones solo contiene palabras obscenas y chabacanas, mas no es la totalidad. Al son también lo descalificaron en su tiempo. De Arsenio dijeron que era el corsario negro del son. De Formel y su Van Van, cuando daban sus primeros pasos en los 70, que era una emburujina musical. Hay que desmitificar y poner las cosas en su lugar.”
Provoco a Menejías con un argumento que parece infalible, para saber si esa parsimonia al hablar, como pensando demasiado, es premeditada. Pero no hay nada ensayado en este hombre. Y la respuesta llega rápido, sencilla, demoledora.
─ Hoy es muy fácil escribir notas sobre la música cubana, porque todo está en la web… ¿no?
─ Puede ser. Pero yo no tengo Internet, a veces ni correo electrónico. Mis fuentes principales son los libros, revistas, periódicos, incluso los medios audiovisuales, y las consultas personales. Además, en Internet también hay muchos errores, algunos sin dobles intenciones, pero otros con tres y cuatro malos propósitos. De manera que uno no puede dejarse encandilar por las tres w. La utilizo cuando puedo, mas prefiero la investigación y confrontar fuentes.
Dice que guarda todas las cuartillas de su sección y que podrían convertirse en un libro, con suerte y sin apuros, porque apenas le alcanza el tiempo. Por fortuna sabe de planificación, lo que, sin dudas, es un gran primer paso para conjugar sucesos con arte de malabarista; sincronizar sus dos pasiones sin que se le muera el bichito de la locución y sin equivocarse con ceros de más. Las dos, supongo, podrían costarle la vida.
Han pasado 17 años desde aquel domingo en el que se dejaron escuchar historias de la música cubana en Radio Surco, al centro de Cuba. A Menejías siguen queriéndolo allá en Venezuela, como un personaje de la cultura y un funcionario estatal consagrado, rara combinación, y él sigue siendo un tipo tímido, poco dado al brillo y la lentejuela que suelen acompañar la vida en los medios de comunicación. En el resto de la provincia esperan sus notas domingueras, disfrutan los números musicales que sugiere y por esa magia que nadie nunca le arrebatará a la radio tratan de imaginarse su rostro a través de su voz grave. Hasta ahora.