En aquella época, ya distante y ajena, cuando algunas de las canciones más populares en Cuba consistían en poemas provenientes de la espiritualidad del autor, muchos coreaban detrás de Mercedes Sosa aquel estribillo de “cambia todo cambia… y lo que cambió ayer tendrá que cambiar mañana…”. Y como hasta los sueños y las utopías deben reformularse si pretenden escapar al riesgo de la clausura, el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) se decide a enfrentar una dinámica de transformaciones que implican cambios urgentes en su funcionamiento y plataforma legal.
“Hoy el Cine Cubano ya no empieza en el ICAIC ni termina en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano —aseguro el cineasta Kiki Álvarez en una extensa y reflexiva carta abierta que circuló profusamente por la web— no podemos suponerle un recorrido tan corto y mucho menos un único recorrido; la discusión, creo, debía ser otra que pase por una reflexión sobre el cine que se está produciendo, en qué condiciones y para qué se hace, su interacción social, sus aspiraciones creativas, sus estrategias productivas y comerciales, su preservación, su finalidad cultural”.
Con la participación activa y cuestionadora de cineastas veteranos y noveles, entre los cuales se cuentan los cineastas Fernando Pérez, Enrique (Kiki) Álvarez, Rebeca Chávez, Enrique Colina, Pavel Giroud y Manuel Pérez, el guionista Senel Paz y los productores Inti Herrera y Daniel Díaz Ravelo, entre otros, el ICAIC está comenzando a reformularse, como parte de las reformas económicas que vive Cuba desde 2008, y como parte de la imprescindible tendencia a “transformar todo el cuerpo legal que puede estar frenando el desarrollo de esa actividad (la de producción cinematográfica)”, según declaraciones de Susana Molina, vicepresidenta del Instituto.
Entre las pautas que se proponen para verificar las transformaciones se cuenta el documento Propuestas para una renovación del cine cubano, aprobadas en el VII Congreso de la UNEAC de 2008, y el proyecto de Decreto Ley que debe reconocer el status del creador audiovisual, aún sin aprobar, y cuya primera versión data del 2009. Ambos documentos tienen en cuenta ciertas prioridades y reglas generales para producir películas, acceder a un presupuesto con libertad y organizar la producción de nuevos filmes. En este sentido, coinciden parcialmente los empeños transformadores del ICAIC con las aspiraciones de la comunidad cinematográfica en cuanto a la actualización de las formas de producción y el marco legal en torno a la actividad cinematográfica, con especial énfasis en la aprobación inmediata del mencionado Decreto-Ley que establecería numerosas ventajas legales y financieras para los cineastas y, sobre todo, pondría fin a la situación irregular de las productoras independientes, uno de los reclamos priorizados por la comunidad.
Creadores como el cinestas Esteban García Insausti (Existen, Larga distancia) y la productora Claudia Calviño (Juan de los Muertos, Melaza) abogan por la creación de una Ley de cine en tanto cuerpo legal que respalde la producción audiovisual cubana, como un todo, en tanto el único documento rector para la actividad cinematográfica del ICAIC sigue siendo la primera ley cultural que promulgó la Revolución en 1959. Independientemente de que la creación de una Ley de cine puede ser un proceso lento y complicado, por ahora los cineastas, e incluso el propio ICAIC coinciden en la necesidad de cambiar ciertas regulaciones aduaneras que actualmente obstaculizan el trabajo en el sector, y transformar leyes que impiden una colaboración amplia y mutuamente ventajosa entre el Instituto y los llamados productores independientes.
Como en todo proceso que impulsa cambios y transformaciones, hay un grupo de escépticos que solo ve los aspectos más oscuros de la crisis, mientras otros se apuran en tratar de mejorar los muchos aspectos perfectibles. Mientras algunos insinúan que el ICAIC debiera ser defenestrado, otros se aferran a fórmulas obsoletas, y un tercer grupo se dispone a conservar lo que merece sostenimiento y apuestan por transformar y renovar.
La reestructuración del ICAIC pasa por el necesario estímulo a la producción y exhibición, dentro y fuera de las redes institucionales, y además se relaciona con la conservación y mantenimiento del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano (fundado en 1979) y se entrelaza con el destino de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (creada en 1986). Las tres instituciones han regido una parte importante de la imagen audiovisual de Cuba y por tanto están precisadas a cambiar de acuerdo con las transformaciones que vive el país.