Durante los meses de julio y agosto del presente año la Galería El reino de este mundo, de la Biblioteca Nacional “José Martí”, de La Habana, acogerá una exposición monográfica –y no retrospectiva– del pintor y grabador cubano Ibrahim Miranda (Pinar del Río, 1969).
La muestra, titulada Exvotos, incluye pintura, grabado e instalación y abarca obra generada entre 1993 y 2013, es decir, un recorrido por su ascendente labor creativa durante los últimos veinte años: “hay un poco de todo y es una manera de mostrarme a mí mismo dentro de mi propia memoria, y hacer un recuento o contar una historia o quizás una fábula, pero con un carácter autobiográfico”, dice.
El pasado año Miranda realizó –junto a Douglas Pérez– Dos ciudadanos de Utopía (en la 8th Floor Gallery, en Nueva York), muestra muy bien acogida, que le posibilitó acceder a otros espacios como la Art Basel Hong Kong. Pero, tal vez lo más relevante es que constituyó un reconocimiento expedito a Mapas y Mapaglifos, series en las que exterioriza su cosmovisión sobre la Isla y la insularidad. Dos ciudadanos de Utopía contó con una gran instalación que ahora, con algunas variantes, formará parte de Exvotos, y será la primera ocasión que se exhiba en Cuba.
Exvotos tiene un antecedente que se remonta al año 1993, cuando recién graduado del Instituto Superior de Arte (ISA), permaneció por más de un año en México, país en el que creó mucha obra nunca expuesta en Cuba, y que forma parte de su patrimonio personal: “allí comencé a absorber otra cultura, que me atrapó. México es un país poderoso a nivel folclórico y cultural”; por otra parte la galería El reino de este mundo, por ser el espacio que representa y respalda la memoria, el archivo, la crónica y los registros, es el lugar idóneo.
“Mi obra funciona como crónica, indaga en la antropología y en diferentes tipos de visiones folclóricas, sin estereotipos, y la biblioteca como espacio de archivo registra este tipo de conocimientos. Tenía una necesidad explícita porque hubiera una comunicación entre el concepto que la biblioteca exhibe y, al mismo tiempo, lo que mi obra demanda”.
Una de las peculiaridades de la creación artística de Miranda –obras suyas se encuentran en instituciones como el MoMA (Museum of Modern Art) de Nueva York, la National Gallery of Art, Washington, ambas en Estados Unidos; en el Van Reekum Museum, Appeldorn, Holanda; en el Museo de Gravura, Curitiba, Brasil, y en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, entre muchas otras– es que trabaja por series, las que, acota, están estrechamente ligadas a la literatura que consume y a la investigacion en que esté inmerso en un determinado momento. En la serie sobre Mapas, por ejemplo, vuelca su vida y lo que le sucede, “lo que voy absorbiendo y exteriorizando, podría funcionar como una especie de diario personal convertido en imágenes”, mientras que en los Mapaglifos se concentra en “un cuestionamiento sobre la utopía urbana”. Por otra parte,Cubrecamas se enfoca “en asuntos domésticos”.
Ibrahim tiene la certeza de que la Isla es una eterna metamorfosis y “que somos hijos del reciclaje cultural. Si no viviéramos en el perpetuo y diario estado de reciclaje, no sobreviviríamos. Es por eso que asumo que la idea de la insularidad y de la identidad cubanas están marcadas por el cambio constante. Mi Isla muta constantemente y se adapta a todos los momentos, a todas las altas y bajas, a mi amor, desamor, depresión, crónica, poesía… ese es mi lenguaje. Es un tipo de humanidad expuesta, simplemente”.
Rechaza que lo enmarquen en una generación –aunque algunos especialistas consideran que aunque pertenece a los noventa, en ciertos aspectos es heredero de los ochenta: “no me gusta la idea de las generaciones; eso lo va a decir el tiempo, la historia. Seguramente muchos quedarán en el camino y otros no, ¿quién soy para definir si pertenezco a los ochenta o a los noventa? Quizás mañana comience a hacer la obra más trascendental y ese será mi tiempo. Existe la tendencia de clasificar las cosas y eso lo dejo a los críticos: hago mi obra y si los estudiosos quieren delimitar, que lo hagan. Me defino de otra manera: trabajando y haciendo exposiciones”.
Con Exvotos, Ibrahim nos acerca a su peculiar cosmovisión del arte, nos invita a reflexionar desde su personal imaginario –que nada tiene ni de ingenuo ni de imparcial–, al tiempo que hinca su bandera y nos convoca e incita a futuros y nuevos votos.