Fue leer que Alexis Díaz Pimienta conduciría la gala de inauguración del Festival Internacional de Cines del Sur de Granada para que contactar con él y saber más de su prolífera carrera se hicieran una misma cosa. Aunque este año se adentra en su oncena edición, el festival no es de los que más seguimos los cubanos. Por eso he cuidado de mencionarlo con todas sus letras e importancia. En cambio, Alexis –así, a secas– o Díaz Pimienta –cuando se le menciona en ensayos y otras referencias–, es de los creadores más vitales de la cultura cubana de las últimas tres décadas. Y siempre da gusto ponerse al día de lo que está tramando, sobre todo para quienes nos acostumbramos a seguirlo desde la columna en décimas –sus OnDécimas– en OnCuba . Halamos el “taburete digital” y empezamos nuestra charla. Tome asiento. El café viene al final.
Cuando veo lo integrado que estás al mundo cultural andaluz, te imagino diciendo: “De no estar en La Habana, mejor en Andalucía”. ¿Me equivoco?
Desde hace ya 25 años vivo entre Andalucía y La Habana. Son muchos años ya, un cuarto de siglo, media vida para mí. Y no, no te equivocas. Mi lugar preferido del mundo sigue siendo La Habana, la ciudad que más me inspira y que nutre como ninguna otra mi literatura. Pero la vida familiar ha dividido mi tiempo entre dos mundos, España y Cuba, Andalucía y La Habana. Primero estuve 20 años en Almería, una provincia a la que quiero mucho, y sobre la que he escrito varios libros; pero desde hace casi cuatro años subdivido mi vida andaluza entre Almería y Sevilla, y ahora esta gran ciudad se me ha hecho más cercana, más vital, más literaria, porque en definitiva me he dado cuenta de que la literatura es mi única y verdadera forma de estar en el mundo, de palparlo, de interpretarlo. Así que ahora participo de un auténtico triángulo amoroso entre las tres ciudades: Almería, La Habana y Sevilla, con La Habana en el centro siempre, siendo la gran amante, la más deseada, la que despierta celos y provoca pasiones más intensas.
Ahora bien, lo de “integrado en el mundo cultura andaluz” no deja de ser muy relativo. Yo sigo como siempre. Voy “a mi bola”, como diría un andaluz. Ni me integré del todo en la vida cultural y literaria almeriense, ni me he integrado en el mundillo cultural sevillano. Sigo siendo una pieza suelta, entro y salgo, aparezco y desaparezco, estoy y no estoy, soy y no soy siendo. Es mi modo, no sé hacerlo de otra forma. También en Cuba he ido a mi bola siempre. Mientras los escritores de mi generación estaban zambulléndose en Orígenes, en Ciclón, en el lezamianismo y el piñerismo, yo andaba de guateque en guateque, detrás de Naborí, Justo Vega y Chanchito Pereira, sin dejar de leerme a Lezama, Piñera, Rodríguez Feo, a Cintio y a todos los demás. Mientras mis colegas narradores y poetas estaban publicando en las revistas y grandes editoriales cubanas, yo estaba publicando mis libros en España; mientras los repentistas cubanos de mi generación estaban cantando tierra adentro y yendo a Palmas y cañas los domingos, yo estaba descubriendo la poesía beat norteamericana, persiguiendo a Silvio en sus conciertos y haciendo performances vanguardistas con grupos humorísticos como Salamanca, o viendo seis o siete películas en un mismo día en las inolvidables jornadas del Festival de Cine de La Habana. Lo que demuestra, entre otras cosas, que la energía de la juventud alcanza para mucho.
Ahora voy más “tranquilo”, aunque sigo con mis eternas dicotomías y dualidades: dos países, dos ciudades, dos mundos creativos (la oralidad y la escritura), dos submundos literarios (la poesía y la narrativa), dos formas de vivir la improvisación (la creación y la ensayística). En fin, yo y yo, con todos mis “otros-yo” dentro. Pero respondiendo a la esencia de tu pregunta: después de haber recorrido tanto mundo (más de 40 países, algunos de ellos varias veces) y de haber vivido, cantado y escrito tanto sobre tantos sitios, reconozco que solo dos lugares me gustan para vivir: Cuba y España, Andalucía y La Habana. Ya ves, tantas vueltas para darte la razón, tanto nadar para morir en dos orillas.
Has conducido la gala de inauguración del Festival Cines de Sur, creo que por primera vez. ¿Cómo te preparas para un maratón de repentismo? Sin adelantar demasiado, ¿para qué momentos reservas la seguidilla, el juego a que el público te dé el pie, etc.? ¿Vas con la escaleta de un guión o dejas todo a la improvisación?
Esta es la primera vez en este Festival, pero no es la primera vez que hago de presentador de una gala en un festival de cine. Hace ya muchos años entregué los premios del Festival Iberoamericano de Cine de Huelva, en verso, y fue una experiencia hermosísima. Recuerdo la sorpresa del público cuando se dió cuenta de que todo lo que decía era improvisado. Por ahí anda, en Youtube, un vídeo del momento en el que el actor Manolo Solo me pregunta si podía explicar en la práctica qué era el repentismo. Y la reacción del público ante la explicación improvisada, primero en prosa y luego en verso. Antes y después de esto he sido presentador de muchas otras galas, en distintos eventos de varios géneros artísticos (música, teatro, literatura), pero en festivales de cine esta es la segunda vez. Y estoy muy contento. El cine es una de mis grandes pasiones, desde muy joven. Y estar ahí, rodeado de los hacedores de la magia cinematográfica, mezclado con ellos, me emociona mucho.
https://www.youtube.com/watch?v=dbE4aNGHfCc
¿Que cómo me preparo? Pues, no preparándome. Es paradójico pero es así. Hace mucho tiempo descubrí que lo mejor de la improvisación es precisamente su ser improvisada, su esencia. Hace muchos tiempo decidí no ensayar cuando me toca participar en grandes veladas, con grupos musicales complejos, porque yo mismo necesito de la virginidad receptora, de enfrentarme a los estímulos creativos por primera y única vez, in situ y frente al público. A veces me ha pasado que me pongo a improvisar en los ensayos y me salen imágenes, ideas, versos, décimas enteras que luego no se me ocurren en el directo, que son superiores a las que logro luego en la función. Y me da pena. Así que no me preparo, no ensayo, quiero que todo me sorprenda a mí también para poder convertir esa sorpresa en arte. Recuerdo cuando presenté la Bienal de Flamenco de Málaga, hace muchos años, y que tras actuar la inmensa bailaora flamenca Milagros Mengíbar, al salir de escena, hizo un giro rápido con su larga bata de cola y la bata se enredó en el pie de un micrófono y lo tiró al suelo, mientras ella se iba. Entonces yo entré al escenario, recogí el micrófono del suelo improvisé: “El micro no se cayó / al suelo con estridencia. / Fue que hizo una reverencia / cuando Milagros salió”. Y aquella fue una de las redondillas más aplaudidas por el público. Esto solo ocurre así, una vez y listo.
El maridaje de tu trabajo con el cine es recurrente. Has escrito guiones, dado conciertos con Jorge Drexler y ahora presentas esta gala. ¿Cómo ha sido tu experiencia creativa en este arte-industria, donde la improvisación tiene menos espacio? ¿Tienes ahora algún proyecto dentro del séptimo arte?
Cierto. Mi relación con el cine es mayor de lo que la gente se imagina. Yo siempre digo, parodiando a Delibes, que “la sombra del repentismo es alargada” y ha tapado muchas otras cosas que hago. Increíblemente, el repentismo tiene casi sepultada mi literatura. Cuarenta libros y decenas de premios internacionales en todos los géneros no han evitado que para el 90 por ciento de los que me conocen yo siga siendo un repentista. Así de claro y de rotundo. No importa que haya dedicado ocho, diez, quince años de trabajo a un mismo libro; si salgo a improvisar a partir de ese instante soy eso, un repentista. No importa que haya dado clases en algunos de las universidades más importantes de América y de Europa: si los mismos profesores que me han contratado luego me ven improvisar, a partir ese instante me presentan como el repentista. Pero ese es otro tema.
En el caso del cine, he sido durante más de 15 años el protagonista (y en la práctica el asistente de dirección) de varias películas documentales dirigidas por el cineasta italiano David Riondino. La última fue El Papa en verso, una crónica periodística sobre la visita del Papa Francisco a Cuba, película, por cierto, con la que ganamos el Primer Premio en el Festival de Cine Religioso más importante de Italia. Y antes protagonicé Shakespeare in Havana (con la que luego hicimos una gira teatral por Italia y España), Otello al Improvisso, Alatiel (una versión fílmica en décimas de la Séptima Jornada del Decamerón, de Bocaccio) y Dos orillas, una sola voz, para mí una de las mejores: el primer encuentro que se hizo de repentismo entre los poetas de La Habana y Miami, en un “terreno neutral” como Italia.
Por otra parte, hace más de 20 años escribí el guión en verso para una película cubana que dirigiría mi amigo Pastor Vega, con música primero de Carlos Fariñas y luego del maestro y también amigo Sergio Vitier. Este es un guión que sigue inédito y una película que sigue sin hacerse y que algún día haremos (pienso). Se llama Ópera guajira o La fiebre de la tierra, y es mi homenaje (otro) al teatro del Siglo de Oro español, en una versión libre de dos novelas del pintor y escritor cubano Carlos Enríquez, versificadas y mezcladas hasta el delirio. Un guión trepidante, un thriller en verso. Creo que es algo que no se ha hecho nunca, y que tanto Aaron Vega, hijo de Pastor, como yo, soñamos con hacer realidad alguna vez, como merecido homenaje a Pastor y a esos otros grandes maestros que ya no están entre nosotros.
En fin, que sí. Mi relación con el cine no se quedó en la del joven espectador que recorría las salas habaneras con un pan con azúcar en la mochila, a finales de los años 80, metiéndose en vena cuanto filme se estrenaba en los festivales. Sigo siendo un cinéfilo y un creador en espera de que los cineastas (cubanos o españoles o de donde sea) se viren para segunda. Tengo varios proyectos audiovisuales para cine y televisión, incluso para cine de animación, que es una de mis últimas pasiones, pero no, este no es el momento para hablar de ellos.
Del 4 al 6 de junio también vas a impartir un taller de repentismo. ¿En qué aspectos te centras para presentar a la gente un arte tan rico y diverso como el repentismo en tan pocos días?
Este será un taller muy especial. Usando las técnicas de la improvisación enseñaré al público granadino (y a los actores, directores, productores, a todo el que quiera) a escribir décimas. Ya en España hay una gran cantidad de cantautores y músicos que han redescubierto la décima y se han enamorado, literalmente, de ella. Nombres tan importantes de la canción actual como Jorge Drexler, Kiko Veneno, Javier Ruibal, el Kanka, Rozalén, o Nano Stern (en Chile), Frino y Memo Briseño (en México), Omar Camino (en Parú), Pala (en Colombia) y muchos otros, no solo están improvisando décimas en las redes sociales, sino que han incorporado la estrofa a su repertorio para hacer canciones. Y creo que en el mundo del teatro y del cine puede pasar lo mismo, y sería de un enorme enriquecimiento para todos. Así que eso haremos. Teniendo como eje los pilares temáticos del festival (el Sur, las diferencias, la convivencia, las fronteras, las no-fronteras) crearemos décimas que puedan compartirse en redes y publicarse luego en forma de plaquette, como memoria del evento. Ese es el objetivo.
No paras de trabajar. Eso lo sabemos todos los que te conocemos. ¿Qué proyectos están siendo tus hitos en 2018? ¿Cuál es el que más te ilusiona y por qué?
Proyectos hay muchos. Musicales, cinematográficos, literarios, académicos. Sería largo de contar. Solo te adelanto que sigo volcado en la literatura para niños y que mi próximo e inmediato objetivo es entrar en el mundo de los dibujos animados. Tengo varias obras para largometrajes y cortometrajes de animación. A la vez, varios libros (novelas, cuentos, poesía, literatura infantil) saldrán a la luz próximamente. Este año se cumplen 20 años de la primera edición en España de mi novela más conocida, Prisionero del agua, y lo celebraremos reeditándola en España, en Cuba y en Colombia, además de publicarla por primera vez en italia, con una hermosa traducción de Bárbara Bertoni. En España se han publicado entre 2016 y 2018, cinco poemarios: Cuarto de mala música, Pasajero de tránsito (reediciones, ambas con Scripta Manent Ediciones), y las ediciones príncipe de Diario erótico de Robinson Crusoe (Scripta Manent Ediciones), Haikus del trópico (Ediciones Bohodón) y El deseo sexual de las estatuas (Huerga y Fierro Editores). Por México andan mi última novela, El crimen perfecto de Pedrito Mendrugo (Premio UNAM, 2014, publicada por Siglo XIX Editores) y El libro de los niños que usan gafas (Mención Honorífica en el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, 2014).
Y a nivel académico sigo con mis proyectos en Cuba y España. La Cátedra de Poesía Improvisada de La Habana entra en una nueva etapa (ya daremos noticias), y ultimo los preparativos para abrir mi propia academia de enseñanza de la improvisación en España, una academia online que no solamente dedicaremos al repentismo, sino a otras artes orales.
Define con una décima tu etapa vital y creativa actual.
Imposible definir
mi vida en una espinela.
Yo soy de la vieja escuela:
crear = vivir.
Cantar, leer, escribir.
enseñar… Yo por lo menos
ando en todos los terrenos
con o sin el repentismo.
Y el lema siempre es el mismo:
“Que pare el que tenga frenos”.
Si, me gustó la entrevista, el entrevistado y la entrevistadora. Un abrazo para Alexis de su vecina de Infanta y Manglar, que lo sigo en la distancia y nunca olvido las largas y agradables conversaciones de entonces (sobre literatura más) A Tania, mi amiga de Radio Progreso, la mujer de Amado, la Negra. Me alegro tanto de esta coincidencia, también saber por donde andan (profesionalmente) (tan alto) los dos…
Magnífica entrevista. Y la décima final es buenísima, por supuesto. Emocionante. Abrazos, Maestro. Naciste para que te llovieran los aplausos. Te queremos.
“Tanto nadar para morir en dos orillas” me encantó! esa frase….si todos pudiéramos ir y venir de esa manera…igual viajo con tus escritos! Saludos.hombre talentoso y libre!
Me parece genial haberlos encontrado en el universo del internet. Tenemos un taller de décimas en la ciudad de Córdoba, Veracruz, en México.