Tras abandonar la capital de México, miles de migrantes centroamericanos completaron una jornada más de su viaje hacia el norte que incluyó un recorrido en metro, caminatas y viajes de dedo, antes de dormir bajo tiendas de campaña y lonas en un estadio de la ciudad mexicana de Querétaro.
La caravana planeaba salir el domingo de la ciudad hacia Irapuato, a unos 100 kilómetros al oeste, a las 5 de la mañana, hora local.
A su llegada a Querétaro el sábado por la tarde, fueron recibidos por voluntarios que les ofrecieron tortillas, sándwiches y arroz. Los migrantes colgaron lonas y alzaron tiendas de campaña en un estadio que las autoridades locales les prepararon para alojarlos temporalmente.
“Decidí venir (con la caravana) para ayudar a mi familia”, dijo María Yesenia Pérez, una mujer de 41 años que salió de La Ceiba, Honduras, hace casi un mes con su hija de 8 años.
Después de pasar algunos días en la Ciudad de México mientras la caravana decidía cómo proceder, Pérez dijo que estaba dispuesta a esperar de nuevo para llegar a la frontera con Estados Unidos.
Pérez es uno de los aproximadamente 4.000 migrantes que viajaron a Querétaro, capital del estado del mismo nombre y a 200 kilómetros (124 millas) al noroeste de la Ciudad de México, y que planean viajar a Guadalajara, Culiacán, Hermosillo y, a la larga, a la ciudad de Tijuana, en la frontera con Estados Unidos.
Su día comenzó viajando en trenes del metro de la Ciudad de México, que los llevaron a las afueras de la capital. Al final de la línea de metro, los migrantes comenzaron a dirigirse a una carretera principal para reanudar sus caminatas con la aprobación tácita de las autoridades mexicanas.
Cerca de una importante caseta de peaje a unos 30 kilómetros al norte de la ciudad de México, la policía estatal y autoridades de derechos humanos ayudaron a subirse a hombres, mujeres y niños en vehículos de dieciocho ruedas y pidieron a los autobuses y camiones que pasaban por allí que les ayudaran a transportar a los migrantes.
Luego de que muchos migrantes llevaron pequeñas mochilas con lo más esencial mientras cruzaron el sur tropical de México, sus pertenencias aumentaron notablemente desde su escala de varios días en la Ciudad de México.
Muchos llevan ahora bultos con cobijas, sacos para dormir y ropa de invierno para protegerse de las temperaturas más frías en el norte del país. Algunos partieron de la capital con botellas de agua y bolsas plásticas con plátanos y naranjas para aguantar el largo camino que tienen por delante.
Astrid Daniela Aguilar, quien viaja con dos primos, de tres y cuatro años de edad, fue una de las personas que aguardó al lado de la carretera para esperar la oportunidad de viajar de dedo. “No se puede encontrar trabajo allí”, dijo de su país natal, Honduras.
La caravana se volvió un tema electoral en las elecciones de mitad de periodo de Estados Unidos y el presidente Donald Trump ha ordenado el despliegue de más de 5.000 soldados a la frontera para frenar a los migrantes. El mandatario también ha insinuado, sin aportar pruebas, que hay criminales o incluso terroristas en el grupo.
Muchos migrantes dicen que huyen de la pobreza endémica, la violencia de las pandillas y la inestabilidad política, principalmente en los países centroamericanos de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua, y que ya llevan semanas en el trayecto.
La Ciudad de México está a más de 600 millas del cruce fronterizo estadounidense más cercano en McAllen, Texas, pero el área alrededor de las ciudades fronterizas mexicanas de Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo está plagada de bandas de narcotraficantes y los migrantes la consideran demasiado riesgosa.
Los migrantes ahora están tomando una ruta aún peligrosa, pero algo más segura y larga, hacia Tijuana, en el extremo noroeste de México, frente a San Diego.
México ha ofrecido visas de refugio, asilo o trabajo a los migrantes, y su gobierno dijo que se han emitido 2.697 visas temporales a individuos y familias para protegerlos mientras esperan el proceso de solicitud de 45 días para obtener un estatus permanente.
Sin embargo, la mayoría decidió continuar a Estados Unidos.