Una manifestante falleció y 106 personas resultaron heridas el sábado durante una de varias protestas en Francia por la subida del precio de los combustibles, movilizaciones que representan un nuevo desafío para el presidente Emmanuel Macron.
La policía lanzó gases lacrimógenos a manifestantes en la avenida de los Campos Elíseos, en el centro de París, cuando muchos de ellos trataron de encaminarse al palacio presidencial. Después, cientos de manifestantes llegaron hasta el final de la calle donde hay tiendas de lujo y también donde queda el palacio, donde reside Macron.
Los manifestantes estaban hablando con policías antimotines cuando los agentes de pronto levantaron sus escudos y empujaron al grupo, de acuerdo con la televisora BFMTV.
Funcionarios del ministerio del Interior calcularon que unos 244.000 manifestantes participaron en miles de protestas en todo el país, muchas de ellas espontáneas.
La manifestante que murió, de 63 años, falleció cuando una persona en medio del bloqueo entró en pánico y aceleró en Pont-de-Beauvoisin, cerca de Chambery, de acuerdo con Louis Laugier, prefecto, o funcionario estatal de más alto nivel, en la región oriental de Savoie. De acuerdo con varios medios franceses, los manifestantes golpearon el auto de la mujer mientras ella trataba de llevar a su hija al hospital. Se inició una investigación.
Cinco personas resultaron heridas de gravedad, mientras que otros tenían lesiones leves, dijo el ministerio del Interior en un comunicado a primeras horas de la noche, que actualizó el total con más heridos. Dijo que se arrestó a 52 personas, de las cuales 38 se quedaron detenidas para ser interrogadas.
Los manifestantes, que se hacen llamar “chaquetas amarillas” porque van vestidos con chalecos fluorescentes, dijeron que atacarían casetas de peaje, rotondas y las autovías que circunvalan París. La chaqueta fluorescente es un artículo que todos los conductores franceses deben llevar por ley en sus autos por si ocurre un accidente.
Las protestas por la subida de los impuestos a los combustibles concentraron el malestar de los franceses por una serie de problemas, como la caída del poder adquisitivo.
La subida arancelaria forma parte de la estrategia de Macron para aliviar la dependencia del país de los combustibles fósiles. Muchos conductores los ven como emblemáticos de una presidencia que consideran desconectada con las dificultades económicas de la población.